El Villa al completo
ConciertosConcurso Villa De Bilbao

El Villa al completo

8 / 10
09-11-2014
Empresa — Ayuntamiento de Bilbao
Sala — Bilborock, Bilbao
Fotografía — Unai Endemaño

El pasado fin de semana se celebraron las finales de la vigésimo sexta edición del Concurso Pop-Rock Villa de Bilbao en la bilbaína Sala Bilborock. Durante los meses de septiembre y octubre tuvieron lugar las semifinales de dos de las categorías (Metal y Pop-Rock), celebrándose el pasado jueves directamente la final de Electrónica y Otras tenencias. Nuestros colaboradores nos cuentan sus impresiones de lo que ha sido la presente edición en las rondas previas y finales.

Modalidad Pop-Rock

Veintitrés grupos fueron los encargados de presentar en directo sus credenciales como aspirantes a la final del apartado Pop-Rock del Concurso Villa de Bilbao en su edición número 26. Veintitrés bandas que representaban buena parte de la geografía peninsular e incluso europea: ocho madrileñas, cuatro guipuzcoanas, tres vizcaínas, dos cántabras y una de Navarra, Murcia, Valencia, Cádiz, Barcelona y Bélgica, respectivamente, seleccionadas de entre las 449 presentadas al concurso.

Por supuesto, vamos a dar el lugar especial que merecen, tanto en podio como en texto, a los tres finalistas, que ofrecieron un excelente fin de Concurso posiblemente en una de las tripletas más competidas de los últimos años. Aunque apuntaremos algún nombre que también podría haber alcanzado la final, pocas dudas caben de que los tres clasificados han ofrecido las mayores hechuras como bandas, han defendido directos con enjundia, representan propuestas con enorme personalidad sin dejar de basarse en la tradición y pueden tener un futuro mucho más allá de la coyuntural bonanza festivalera o estilística. Son tres grupos que invitan a confiar en ellos. Los barceloneses The Saurs se hicieron con una merecidísima victoria final a base de la energía que nace de la edad (son muy jóvenes), de la excelencia instrumental (dos guitarras, una compaginando funciones de bajo, y una batería espectaculares) y de una conjunción de garage ultra vitaminado, rock’n’roll de nervio belicoso y devaneos psicodélicos que lo mismo tienen espíritu sixities, punk o power-pop. Muchos ojos están puestos sobre ellos y no hacen más que confirmar sus virtudes cada vez que se suben a un escenario. Los donostiarras Frank ocuparon su segundo lugar a base de deliciosas melodías de arrastrado rock americano, lleno a partes iguales de épica emocional y calidez intimista, de pantano y fuego de hogar, con una voz femenina en la estela de las mejores cantantes del género. Y la tercera plaza la ocuparon los cántabros The Puzzles y su pop deslumbrante, lleno de armonías y melodías, juegos entre el folk y el beat de toda la vida y viajes iniciáticos entre el Mersey y el Pacífico más soleado. Tres bandas a seguir muy, muy de cerca. Tres grandes esperanzas.

Los navarros Juárez son seguramente el nombre que más hubiera inquietado a la tripleta finalista. Si sus sonidos de oscuro rock pantanoso con tintes de psicodelia funcionan, y muy bien, en estudio, en directo alcanzaron cotas de intensidad eléctrica francamente efectivas. Y a partir de estos cuatro nombres, para quien esto escribe muy destacados respecto al resto, un pequeño pelotón se ha mantenido en un interesante segundo plano. Así, las esbeltas melodías entre el pop y el rock con toques electrónicos de los madrileños Being Berber crecieron mucho en su directo y merecen atención; los murcianos Karenin, sin salirse de los caminos del indie más rockista, ofrecieron momentos de épica intensidad; los belgas Antilux sorprendieron con una propuesta mucho más cercana a las nuevas tendencias que jugaba con la experimentación tanto electrónica como ruidista; y los también madrileños Gamónides, moviéndose entre la psicodelia más garagera, no resultan plato de fácil digestión, como demostraron en su directo, pero sí de algo más que placentero regusto.

Y como es obvio, la sucesión y amplitud de estilos fue la tónica durante las eliminatorias, lo que no es más que un reflejo del estado actual de la música. El batallón de bandas más cercanas a los sonidos indies, cada uno con sus características propias, quedaba defendido por la cercanía al rock de Smoke Idols, al pop de Lecciones de Vuelo y MaderaCore, a la psicodelia planeadora de El Viejo Astra y a los ritmos más bailables de Rural Zombies. Los contagios con la electrónica empapaban el calor de aire latino de Le Parody. El pop quedaba representado por Polonio en su vertiente más clásica y por Papaya en la más lúdica, mientras que Parker! lo arropaban con vestidos folk. El clasicismo rock tenía sus estiletes en los aires progresivos de Breath!, la chulería sleaze de The Electric Alley, el aroma a cantautor americano de Pierrot o los borbotones de rhythm & blues moderno de Peachy Joke, mientras Anaut nos pegaban un baño de soul y negritud bailable. Por último, y no menos importante, el punk daba sus arañazos con la garra contenida de Voltaia.

Texto: Josetxo Rio Rojo

Modalidad Electrónica y Otras tendencias

En la calidez del pasado jueves 6 de Noviembre, nos reunimos en la catedral del Bilborock, la misma parroquia de gatos pardos de siempre para presenciar la “Final de Electrónica y Nuevas Tendencias” de la 26 edición del Villa de Bilbao.

En esta categoría sin fase previa, en cada esquina del ring, un aspirante al título:

EMPTY FILES: De la mano del púgil Txufo Wilson, debuta en 2013 este proyecto músico visual con los 4 temas de su primer EP entre el rock industrial, la electrónica y los ambientes cinematográficos.
Factura con buen resultado estilos que vivieron su época dorada en los noventa: sintes y bases de trip- hop con mucha guitarra. Una clara influencia de Massive Attack y Depeche Mode. El sonido industrial dentro del Bilborock nos envuelve.

MUSIC KOMITE: Y en la categoría de los pesos pesados los Rocky Marciano de la experimentación electrónica: Music Komite, que pusieron en escena con sus sintetizadores, xilófonos y cuerdas un recital lleno de matices. Este colectivo gaditano compuesto por músicos y diseñadores no dejó de sorprendernos con las espectaculares proyecciones, perfectamente acompasadas con el sonido y que nos hicieron levitar en un viaje psicodélico a los espectadores entorno al cuadrilátero.

MORSKY LES: Suena el timbre y comienza el siguiente asalto con este eslovaco de formación clásica afincado en Bizkaia. Con los temas de su primer álbum “The Time Has Come” nos transportó a países exóticos a través del djembe y sonidos digitales. En la última estación nos encontró a los asistentes moviéndonos al ritmo de su tema, que como él, “Salpica y Dura”.

HUIAS: Y por último, como un buen Cross, fuertes y directos, Huias, estos gijoneses que confirman una vez más la conexión entre este certamen y el Principado (Dr. Explosión, Manta Ray, Australian Blonde, Las Casicasiotone – ganadoras de la edición anterior). Inmersos actualmente en la presentación de “Popular” su segundo E.P. Maria, Rubén y Alejando, nos hicieron vibrar con ese toque folk y siniestro que caracteriza a sus temas. Por suerte, podremos disfrutar en diciembre de su DJ Set en las fiestas Synthzine que llegarán a Bilbao dentro de la programación del Bar de Sala Sonora.
Y como en todo buen combate, el colofón final, se anuncia a los ganadores de la noche: Music Komite. Pelea disputada y que siguiendo la analogía pugilística, se ganó a los puntos. Felicidades a los gaditanos y esperamos ver muy pronto esa revancha.

Texto: Martín R. Azkarate

Modalidad Metal

Hace veintiséis años ya, que contamos con el Villa de Bilbao para tomar el pulso a los nuevos valores que van surgiendo en el panorama. Aunando bandas que con los años se han hecho un hueco, junto a muchas otras, que nunca han terminado de reventar, el certamen bilbaíno siempre se ha mostrado como un evento importante, dentro del calendario cultural del Botxo.
Este año nos presentaría un elegante certamen metálico, con una final inolvidable, que acabaría dejando en bragas al resto de concurso que habíamos podido contemplar en semanas anteriores. Sin hacer de menos a todos y cada uno de los grupos que fueron deambulando por el escenario del Villa durante este otoño, los tres finalistas que oficiaron el pasado viernes, demostrarían encontrarse en un escalafón superior a sus compis de concurso. Tal y como os lo cuento. Me permitiré de esta manera, unos modestos apuntes sobre los días anteriores al festín mencionado, tratando de resumir brevemente lo vivido, en base a los conjuntos que fuimos degustando.

El primer viernes sería en el que se nos mostrarían los asturianos Last Days of Eden, un conjunto que en breve estará girando por toda España con Anette Olzon, y que abría con éxito el certamen de este año. Incidirían sobre el Villa con un correcto Metal Sinfónico, sonando cristalinos y plenos de profesionalidad musiquera. Su mayor hándicap estribaría sobre lo poco imaginativo de su repertorio, excesivamente orientado hacía la faceta más folky de Nightwish, sin la originalidad suficiente como para que su propuesta nos calase del todo. Darían un buen concierto en cualquier caso, contando con Dani de DarkSun en sus filas y un gaitero dándole sonoridad celta a ciertos momentos.

Como segundo conjunto para el primer día, nos toparíamos con los furibundos Napalm Storm, un conjunto de Thrash Metal zaragozano, que comenzarían imponentes sobre las tablas bilbainas. Su ametrallante propuesta nos incitaría a mover la bisagra sin problema, siguiendo el ritmo marcial que traían de casa los maños. Al de unos pocos cortes tan solo, desgraciadamente, se les vería lineales y carentes de recursos con los que mantener la chispa que habían prendido de primeras. De esta manera dejarían correr sus minutos, suministrando tralla en una onda semejante a Sodom o Destruction, siguiendo las directrices del clásico Thrash centroeuropeo, pero sin aportar nada que destacase entre la hojarasca. Serían entretenidos para un rato, pero no lo suficiente como para sobresalir entre tantos conjuntos.

Llegaríamos hasta el segundo día dispuestos para ver lo que los riojanos Infamia, pretendían servir sobre el Bilborock. Los de Alfaro dejarían correr sus minutos, luciendo sus pegadizas tonadillas de heavies de provincia, emparentando hasta donde les era posible con Saratoga, pero con un divertido matiz Hard Rockero. Representarían con valentía al millón de grupos que desde siempre han inundado la España profunda, pero obviamente, sin el punto especial que les permitiera diferenciarse de la gran mayoría de ellos. Desplegarían una digna puesta en escena y cortes con los que agitar plazas de pueblo a su voluntad, pero tampoco serían suficientes como para camelar al jurado del Villa.

A continuación la novela proseguiría, y lo haría por los derroteros del Metal más clásico que se conoce. En esta ocasión la lección nos la impartirían desde Romo, de mano de los paisanos Eate, quienes tampoco conseguirían cautivarnos con sus sencillas composiciones de agudos imposibles. Ideas fusiladas a Helloween, Primal Fear y similares, al servicio de una puesta en escena excesivamente sobria, irían alternándose durante la media hora de rigor, para dejarnos con un regusto amargo. Tendrán mejores días dentro de un tiempo, pero aún les queda tela como para llegar a los niveles exigibles como para pasar de ronda.

El tercer día nos traería la extravagante pareja de baile montada por The Wizards (en la foto) y Evil Killer. Los primeros dando uno de los peores bolos que les he podido ver hasta el momento, sin demostrar la verdadera dimensión de su propuesta, aunque mostrándose lo suficientemente brillantes, como para llegar hasta la finalisima. Ina volvería a resultar imperial en la faceta de frontman, pero sin desatarse como acostumbra, y para rematarlo, su bajista rompería una cuerda cortando en seco el ritmo de la actuación. La incuestionable química que desprenden desde el escenario sería todo el billete que iban a necesitar, para certificar su paso a la siguiente ronda.

Mucho menos fortuna tendrían los siguientes participantes de la noche, los Evil Killer de Pamplona. Lo intentarían con ahínco sin embargo, aplicando Speed Metal de corte germánico a cada segundo de su recital, pero sin conseguir que su propuesta cuadrase dentro del Bilborock. Sonarían deslavazados cada vez que se ponían a puntear y pelin vulgares en los desarrollos que presentaban. Les faltaría algo a los de Iruña, a pesar de presentar una de las mejores puestas en escena de todo el concurso.

La anteúltima semifinal, la del cuarto día, nos presentaría a los que a priori eran los grandes favoritos para llevarse el certamen, a los Hightlights de Arrigorriaga. Superando en mucho lo que ya anticipábamos, darían un concierto impecable, sobresaliente en grado máximo. Moviéndose sinuosos y electrificados, manteniendo lo purista de su sonido, pero haciendo que sonara contemporáneo, clavarían sus minutos de manera incontestable. Sería la suya la mejor semifinal de todas las que pudimos vivir, perfecta tanto en lo técnico como en lo emocional, abrumadora si considerábamos, que era una banda novel la que teníamos delante.

De manera evidentemente testimonial, ante la demostración de autoridad que acababan de marcarse los Hightlights, se subirían a las tablas los Horror Movie Trailer, despojando de elegancia el recinto y poniendo la nota Metalcore del concurso. Moverían al respetable con sus juegos vocales de poli bueno y poli malo, demostrando buen manejo de los instrumentos, pero sin ser capaces de lanzar medio corte que permaneciese en el cerebro. Tan solo una sucesión machacona que intimidaba por momentos, pero siempre terminaba por quedar inofensiva.

La última semifinal llegaría por fin, la que iba a enfrentar en el quinto día a The Descent con Kraussk, en lo que terminaría siendo uno de los duelos más igualados y espectaculares de todo el Villa. Ambas bandas aunarían garra con zapatilla, sobresaliendo los Descent por lo vertiginoso de su mensaje, a pesar de que los guipuzcoanos les superasen en muchas ocasiones, en lo que a la intensidad se refiere. A esto último ayudaría sobremanera la kamikaze actuación del frontman de Kraussk, trepando por los laterales del recinto, en lo que sus compañeros no dejaban de repartir Death Metal vascuence y cortante. Ambos conjuntos darían motivos suficientes como para haber sido incluidos en la final, si bien terminaron prevaleciendo, los efluvios suecos que el descenso regaló con mano firme.
La final, por último, se presentaría en un claro color vizcaíno, con tres bandas de estilos dispares, pero con argumentos sobrados como para reclamar el galardón que allí se tenía que dirimir. Saldrían primeros los Hightlights, en una actuación tan meritoria como la que habían clavado días antes para llegar hasta allí. Surtiendo de Rock setentero, eminentemente bluesero y carismático, los de Arrigorriaga volverían a quedarse una vez más con los presentes. La corrección absoluta de su propuesta, no podría ser puesta en duda por personaje alguno, aunque yo acabaría echando de menos, parte de la excelencia máxima que consiguieron alcanzar en las semis. Gigantes, se miren por dónde se miren.

A continuación les tocaría planear a The Descent, quienes exprimirían al máximo las posibilidades de su propuesta, mostrándose mucho más espectaculares que en la ronda anterior. Su cantante Carlos enseñaría los dientes al frente de la formación, revelándose como un frontman verdaderamente imponente. Como una mala bestia bajaría incluso a montar pogos en lo que no dejaba de cantar por el camino, a lo que sus compañeros mientras tanto, de una lado a otro proseguirían percutiendo en ataque directo y descendente. En cualquier otra final hubiesen podido quedar campeones, pero en esta tan solo llegarían al tercer puesto. Esto da la medida de lo que realmente vivimos.

Y es que, como en las películas de sábado por la tarde, el ganador del concurso iba a acabar siendo el que aparece el último, y no parte con todas las apuestas de su parte. Serían los Wizards, quienes sin haber editado aún un solo disco, dejarían con la boca abierta a todos los que mantendríamos el aliento en Bilbo Rock. No solo por la espectacular demostración que daría su frontman, ni por la sudorosa entrega que se les palpaba a distancia, sino por la inequívoca sensación de tener enfrente a una banda con gancho y carrete, un conjunto cuya alma trasciende a las propias canciones que es capaz de plasmar.

Montarían la de San Quintín para rematar el Villa, con Ina bajándose en un par de ocasiones para berrear a los que parábamos por las primeras filas, exhibiendo orgulloso su camiseta de Charles Manson, mientras imprimía magia a cada palabra que lanzaba. Sus compañeros esta vez, a diferencia de lo ocurrido en las semifinales, darían un paso hacia adelante para derrochar arrojo incontestable. Sudor y esencia de garito humeante, pudieron palparse al tiempo que los magos zanjaban su akelarre triunfal. Regando los cortes con whisky a morro, lanzando el micrófono y tratando de rozar el paroxismo, cada vez que tenían ocasión, conseguirían protagonizar el final de cuento que su historia merecía. No nos cabe duda que esto tan solo ha sido el final del primer capítulo, de una historia digna de ser contada. La de unos magos, a los que aún les quedan muchos trucos por mostrar.

Texto por: Unai Endemaño

3 comentarios
  1. Muy subjetiva la parte de la final de Metal; se echa de menos una crítica más imparcial y menos basada en el amiguismo.

  2. Hablarás otro idioma, no hagas al resto que hablen el tuyo, que no es ni mejor ni peor.. Se echa de menos que la gente respete los criterios del resto. Pero bueno, llevó casi 30 años leyendo las mismas chorradas.

  3. Para el anónimo del primer comentario: los polvos de talco van muy bien contra el escozor!!!

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