El suave contoneo de un dandi
ConciertosBryan Ferry

El suave contoneo de un dandi

6 / 10
Manuel Palos — 03-07-2014
Empresa — Stage Planet
Sala — La Riviera, Madrid
Fotografía — Juan Pérez-Fajardo

Anoche todo se desarrolló bajo una extraña calma. Un estado de embriaguez que únicamente se veía agitado cuando el dandi británico se arrimaba al borde del escenario y comenzaba a contonearse sinuosamente. Momento en el que se confirmaba que Bryan Ferry sigue teniendo atractivo a sus sesenta y ocho años. Y tiene pelazo. Por cierto, puede que lo de la calma reinante también tenga que ver con la edad media del público asistente al show, más cerca de los cincuenta que de los treinta.

Fue “Slave To Love” a las primeras de cambio la que hizo que los nostálgicos comenzaran a moverse (un poco). Uno de esos estribillos en los que letra, melodía y música ensamblan con misteriosa e inexplicable armonía. Irregulares los clásicos del primer disco de Roxy Music -“Re-make, Re-Model”, “Ladytron”, “If There Is Something”…- auténticos collages impresionistas que sufrieron todo tipo de altibajos, aunque cabe destacar la brillantez de sus arranques instrumentales con esos vientos ahogados. Lo de los altibajos fue un problema de intensidad, pues la banda que acompaña al otrora conquistador de modelos resulta correcta, pero plana.

Como siempre, versiones. Por ejemplo: el “Same Old Blues”, ese viejo blues que ya habíamos conocido por J. J. Cale o el mismísimo Captain Beefheart. También muchos temas propios. “More Than This”, casi a pelo, resultó sosa. Muy sosa cuando en tu cabeza está resonando el original. Algunos apretaban los dientes esperando la entrada la batería –que nunca llegó-. Pero bueno, si te aburrías (un poco) siempre podías entretenerte mirando la chaqueta de estampados imposibles que llevaba el ex Roxy Music. Una especie de funda de sofá que lucía con sorprendente dignidad. Sólo un guaperas como Bryan Ferry puede hacer brillar semejante prenda. A decir verdad: le quedaba de puta madre. Por no hablar de la pajarita desabrochada. Elegante es poco.

“Avalon” arrancó quizá la gran ovación de la noche. La más unánime por lo menos. Mientras que “Virginia Plain” adoleció conforme avanzaba: muy fuerte en su mítico arranque, fue perdiendo espíritu poco a poco.

Y pasó algo que no suele pasar. Y es que los tres bises levantaron bastante un concierto que había cogido una inercia peligrosa. “Let´s Stick Together”, armónica mediante; la nuevaolera “Editions Of You”; y el “Jealous Guy” de Lennon sirvieron para cerrar con brío (y alma) una velada llena de sentimentalismo y, hasta cierto punto, condescendencia. Y es que el británico ejerce cierta fascinación… Conserva ese aire de rompecorazones, de matanenas, de forracarpetas.

Al repertorio –por amplitud y por calidad- no se le puede meter mano. Excelente. Pero muchos pueden pensar que cincuenta y cinco  euros de desembolso para entrar anoche en La Riviera es excesivo. Y tendrán razón. Además, seguramente a Bryan Ferry le quedaría más resultón un formato íntimo con la audiencia acomodada en sus butacas. Con sus fans acurrucados en sus suaves baladas, mejor que contoneándose (un poco). Pero esa es otra historia. Este concierto es el que es. Y bien está.

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