El Puchero del Hortelano, fiesta a la carta

La cola que se divisaba al llegar al Razzmatazz ya reflejaba el gran poder de convocatoria de la banda granadina. Ello se tradujo en una sala a rebosar, llena de incondicionales y muchos disfraces, con lo que, desde un primer momento, quedó clara la implicación del público a la hora de crear un ambiente cálido y festivo para redondear la noche. Ya desde el inicio, sus letras, sencillas y directas fueron coreadas por varias generaciones, mérito del que no tantos grupos pueden presumir. Los miembros de El Puchero del Hortelano salieron al escenario con la evidente intención de contentar a sus fieles seguidores, aunque no alcanzaron las cotas de calidad de anteriores actuaciones (la causa posiblemente fuese la cascada voz de Antonio, que fue deteriorándose hasta llegar casi a la ronquera). No obstante, consiguieron momentos excelentes y de máxima excitación (el impecable solo de guitarra de Patricia en la introducción de “El gorrión” o la colaboración de Shaeed Khan tocando el sitar, desgraciadamente sin demasiada atención por parte del público, pese a ser una interesante novedad en sus conciertos).

Los años de experiencia de la banda se traducen en un directo compacto, efectivo, sólido y resultón. Los vientos enriquecen la fusión con el flamenco, salpicando el show con solos de saxo, mientras la batería mantiene en todo momento un tempo festivo que les aleja de sus raíces más folclóricas para adentrarse más de lleno en el rock. “El tiempo de Manuel” fue interpretado junto a temas elegidos por sus seguidores a través de Facebook y Twitter, como el aclamado “Miedo”, sin olvidarse de sus versiones “La quiero a morir” de Francis Cabrel o “De ovejas y corderos”, inspirada en “Mi oveja Lucera”. En resumen, el sexteto se paseó cómodo por toda su discografía, con el apoyo de sus incondicionales totalmente entregados, dejando claro que no hace falta que sea carnaval para que El Puchero monte una fiesta en condiciones.