“El Guincho puede hacer cosas especiales” era el reclamo. Pablo Díaz-Reixa está a punto de iniciar su gran gira internacional y tocaba una hipotética última vez en España en 2008, pero esta vez con Aleix Clavera (Albaialeix, Extraperlo), con canciones nuevas y con reinterpretaciones de las de “Alegranza”. Precios populares y lleno hasta la bandera en el Nasti adorado por Pablo, que empieza excusándose porque va a tocar canciones nuevas, porque se ha quedado gente en la calle y, a lo mejor, por eso vuelve en diciembre a hacer otro último concierto. También se excusa por el sonido infame. Eso sí. Más de la mitad del público apenas se enteró de lo que ocurría en el escenario, unos por “el acople de cada golpe de baqueta”, y otros por el batiburrillo sonoro: “si ha lanzado algún sampler, ni lo he oído”. Pero había puntos estratégicos desde los que no se oía del todo mal, así que aclaramos. No, casi no lanzó samplers. En la nueva etapa de El Guincho, por lo menos antes de su travesía por el paisaje internacional, sus canciones se tocan y no se disparan. Son como las de “Alegranza” pero ahora con un poco menos de espíritu punk, evolucionadas, más refinadas. Ahora El Guincho te da un poco más de canción en cada canción y un poco menos de gorileo. Resulta interesantísimo y aleccionador ver cómo Pablo ha sido capaz de evolucionar todo este tanto en sólo un año cuando a otros les lleva una vida entera aprender de los propios errores. Otra cosa es que estemos todos de acuerdo en cuáles son los errores. Algo único de El Guincho en directo es su embrutecimiento, que no nos lo refinen demasiado en tierras bárbaras, virgencita, que me quede como estaba pero con las canciones nuevas.
Hey hey hey, take a gaendr at what' you've done