Lo bueno que suele tener un disco basado en cancionero ajeno es que la consiguiente gira de presentación suele suponer un recorrido por los diferentes discos del artista recalando en las piezas angulares de su repertorio. Y eso es lo que ocurrió el miércoles a la noche en la nueva visita por tierras Bilbaínas de Eilen Jewell donde no se limitó a revisar su más reciente rodaja Down Hearted Blues centrada en viejas revisiones de añejos blues, sino que nos invitó a pasear durante más de hora y media por sus diferentes trabajos: Boundary County (2005), Letters From Sinners & Strangers (2007), Sea of Tears (2009), Queen of the Minor Key (2011) o Sundown over Ghost Town (2015).
Salió a escena la comunicativa cantante tocada con una flor blanca sobre su pelo rubio, sin su guitarra acústica y secundada por un competente trío donde siempre destaca la labor del inconmensurable Jerry Miller y su hipnótica guitarra Gretsch 6121 Nashville.
Tras un inicio timorato la norteamericana se soltó presentando en castellano “Heartache Boulevard”, trotón y animado tema a ritmo de western swing. Para recrear una de las primeras canciones que escribió “Richman’s World” Eilen empuñó acústica y armónica. Mientras que “Needle and Thread” sonó suave y sensible con protagonismo total del guitarra, sobre los cálidos fondos que los focos proyectaban sobre el escenario y sus cortinas dando un ambiente cálido y de teatro.
Hubo tiempo para sentidos lamentos vaqueros como“High Shelf Booze”, las llamadas “drinkin’ songs” son todo un clásico en el repertorio country. O “Rio Grande” (Rio Grand en yanqui como nos explicó) historia fronteriza reverberada por Miller sobre la quebrada voz de Jewell. Y aun más sentida la doliente balada “Santa Fe” con la guitarra acústica de Eilen más en primer plano, lo que se hecho de menos en algunos momentos del concierto.
“Warning Signs” con Eilen a las maracas sonó eléctrica, mordiente y arañando con su blues ejecutado con precisión por Jerry Miller. Y es que durante toda la velada sobresalió la figura y sonido del guitarrista al que vimos como una suerte de doble de Duane Eddy por su look y sobre todo por su habilidad a las seis cuerdas con remedos de los quejidos de la steel guitar, sacando bonitos arpegios y bajos a su Gretsch y ágil en los ejercicios de finger pickin'. En definitiva elevando mediante brillantes arreglos las canciones de su partenaire Jewell.
Y esta última canción supuso el pistoletazo para arrancar con su particular homenaje al blues, como ella misma explico una pasión “Todo blues, todo el tiempo”. Empezó con la recreación del “Don’t Leave Poor Men” de Big Maybelle con mazas a la batería y banda y cantante más entregados que en las versiones plastificadas en su último disco. Y a ella le siguieron paradas en “You Gonna Miss Me”, el blues de medianoche de Lonnie Johnson “Another Night to Cry” o una discutible “You'll be Mine” de Willie Dixon via Howlin’ Wolf, ya se sabe tarea titánica recrear al Lobo Aullador. Y más adelante en el set list “You Know my Love” de Otis Rush, con Eilen desarrollando en esta parte blues del concierto un gran trabajo vocal, centrada en la voz y sin guitarra.
Tras esta parada en su último disco la cantante de Boise - la patria chica vasca en EEUU - no pudo evitar atacar “Kalimotxo” su himno a la incendiaria bebida local (de infaustos recuerdos estomacales para algunos de nosotros) con intro de “Summertime Blues” antes de devenir en una suerte de lisérgico “Tequila” de los Champs, cosas del mestizaje cultural de estos tiempos globalizantes.
A petición del publico sonaron “You Wanna Give Me A Lift” versión de la veterana cantante country Loretta Lynn (a la que dedicó en 2010 el álbum Butcher Holler) y posteriormente “I Remember You” que se encumbró como una de las cimas del recital, con un ante final en clave latina donde la banda mostró su versatilidad más allá de los sonidos vaqueros.
Y como cierre preliminar del concierto la banda se dispuso al frente del escenario con guitarra acústica, contrabajo y tabla de lavar como elemento percusivo. Eilen atacó sendas versiones el "Down Hearted Blues" de Bessie Smith mejor actualizado que el blues de Chicago y “Head Over Heels” de Earls Scruggs. Pasando del blues al country con naturalidad y es que en este formato más campestre y sacando su espíritu de banda de bar sonaron mucho más conjuntados que en otros momentos de la noche cuando las habilidades de Jewel y Miller superaban a su base rítmica y el conjunto quedaba menos cohesionado.
No menos meritorios fueron los dos bises finales que pasaron de la desnudez y delicadeza de la nana arpegiada “Songbird” dedicada a su pequeña hija Mavis, que dijo estaría durmiendo en el hotel aledaño a la sala, al cierre eléctrico con “Shakin All Over” con Jewell a las maracas y mordientes guitarras que escaparon del riff inicial para transitar por otros no menos totémicos como el de “Gloria” o “Paint it Black”.
Notable punto final para una noche de miércoles en el que la ciudad ofrecía al menos tres interesantes conciertos y en el que un nutrido grupo decidimos hacer parada en el de la Idaho. Desde luego no fue mala la elección ya que pudimos disfrutar de la sensibilidad a flor de piel de sus composiciones además de un repaso a favoritos del country y sobre todo del blues de esta honesta autora que siempre consigue pellizcarnos en sus visitas.
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