Que si estaba quedando muy solemne, preguntaba un preocupado Ricky Falkner al comienzo del concierto, disculpándose también por las posibles imperfecciones de las primeras veces. Todo ello minutos antes de terminar con el público en pie. Solemne quizá el Teatro Lara, también encantador, intensas las canciones y envidiable de nuevo la compenetración del grupo sobre el escenario. Puesta de largo para presentar “Dadnos precipicios”, el tercer disco de Egon Soda, de los que sigue sorprendiendo su capacidad para llegar a trascender a través de unas de canciones sin grandilocuencia ni excesiva experimentación.
Un “¡hostia!” y mano a la garganta. Algo enfermo, Falkner hacía grandes esfuerzos ante un día como este, que arrancaba fuerte con nuevos temas como “La recuperación”. Avanzaba la noche y sonaba contundente “Lorem Ipsum”, llegando un pequeño descanso tras “Roble inverso”. Para entonces, la locura, con Martí Perarnau y Gonçal Planas sobre las tablas acompañando en “Reunión de pastores, ovejas muertas”, anticipo de un final con “Nueva internacional” y muchos olvidando cuál era su butaca.
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