Pues eso, que una cosa es la nostalgia o el revival gratuitos y otra muy diferente dejar claro que quién tuvo, retuvo. Y es que los Bunnymen tuvieron mucho y lo retienen casi todo. Entre otras cosas habilidad para saber lo que su público espera de ellos: dos temas de su último álbum “Flowers” y el resto de sus épocas más gloriosas, reivindicando la vigencia indiscutible de un cancionero al que muchos acusaron de oscuro pero que en directo demuestra, sin necesidad de retoques, una fuerza y solidez atemporales. De la formación original sólo estaban Ian McCulloch, perfecto en su papel de frontman macarra y cool, y Will Sergeant, rebosante de… salud y justificando como nunca el protagonismo que reclama para su guitarra. Se echó algo de menos el bajo de Les Pattinson, que ha decidido hacerse mayor, y la batería seca y oscura de Pete de Freitas, cuyo espíritu aún debe estar revolviéndose al ver la interpretación acomodaticia de su sustituto en “All My Colours”; la nueva banda, con una segunda guitarra y un teclista adicionales, es simplemente suficiente para dar apoyo a Mac y Will, a los que maldita la falta que les hace más gente. El vozarrón de Ian -tanto cigarrillo y cerveza van a ser pose- y la guitarra de Sergeant cimentaron interpretaciones enormes de “The Back Of Love”, “The Cutter”, “Over The Wall” (tremenda en directo) o “Ocean Rain”. Grandes momentos al lado de otros casi tan intensos con “The Killing Moon”, “Nothing Lasts Forever”, “Lips Like Sugar”, “Seven Seas”, “Bring On The Dancing Horses” o una “Do It Clean” con el intercalado de “Roadhouse Blues” de los Doors. No faltó ni una. Los fans de siempre estuvieron allí. Los Echo & the Bunnymen de siempre, también.
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