Casi en un formato de mini festival gracias a las cuatro bandas que formaban parte del cartel, Dropkick Murphys volvían a la capital tras unos cuantos años sin hacer parada en Madrid y con su última visita fechada en 2017 como parte del Resurrection Fest.
El americano Jesse Ahern fue el encargado de romper el hielo a primera hora con su folk acústico y, a continuación, los madrileños Rude Pride desplegaron todo su punk-oi! como parte de una de las paradas de su gira de despedida antes de disolverse tras siete años como banda.
El siguiente en subirse al escenario fue Frank Turner, está vez sin su banda The Sleeping Souls. Solo ante el peligro ante un pabellón que ya presentaba una muy buena entrada de público e únicamente acompañado de su guitarra acústica, fue desgranando temas de toda su discografía como 1933, Recovery y Get Better. No era fácil su papel y propuesta mucho más minimalista tras la descarga de Rude Pride y con gran parte del auditorio esperando por los Murphys, pero consiguió una buena respuesta por parte sobretodo de las primeras filas con sus clásicos The Road, Photosynthesis o I Still Believe como broche final, junto a otras más actuales como Jinny Bingham’s Ghost, en la que cuenta la historia de una mujer del siglo XVII, emprendedora y de Camden Town y forma parte de su último disco No Man’s Land donde homenajea a mujeres de distintos momentos de la Historia. Su pasado más reivindicativo y hardcoreta como parte de la banda Million Dead también estuvo presente en Be More Kind, que presentó con un contundente “The world is fucked up, I mean, I’m from the UK…”. Haciendo también gala de su humor inglés, el de Hampshire continuó con la tradición de contar en cada concierto cuántos shows en vivo acumula (el de Madrid suponía la nada desdeñable cifra de 2.444) y que tenía claro que todos los allí presentes habían acudido para verle a él, pero pedía que no se marcharan tras su actuación porque a continuación vendría una banda que estaba seguro de que nos iba a encantar, adelantándose así a la locura que estaba a punto de desatarse.
Comenzando a sonar los primeros acordes de The Lonesome Boatman, la intro de su último disco, con su progresión folk y sing alongs que de manera instantánea metieron al público en el mood festivo, Ken Casey fue el primero en salir a escena advirtiéndose al resto de los Murphys detrás de una enorme cortina. No hizo falta más calentamiento, y con The Boys Are Back y la aparición total de los siete integrantes en el escenario los primeros minis de cerveza sobrevolaron nuestras cabezas y la intensidad pasó de cero a cien en cuestión de segundos, aprovechando Al Barr para acercarse a las primeras filas con el auditorio convertido ya en una fiesta total.
El agradecimiento de Ken Casey (“Thanks for supporting us for the last 24 years”) es buena muestra de que los de Boston están sobradamente capacitados para ofrecer un show que esté plagado de grandes éxitos de todas sus épocas sin que el público se desconecte en ningún momento. De forma inteligente van compaginando temas de sus discos más recientes como Rebels With A Cause, Prisoner’s Song o You’ll Never Walk Alone con otros más antiguos como la cañera The Fighting 69th o Barroom Hero, el primer single de su trayectoria y que con sus sing alongs hooligans sigue ocupando por méritos propios un hueco en su repertorio en directo.
El espíritu de The Clash estuvo también presente gracias a una cover de I Fought The Law para pasar a continuación a una de los tramos más folkies de la noche con Your Spirit’s alive, God Willing y Amazing Grace, en las que las guitarras y baterías se funden con una épica gaita que nos transporta a sus raíces irlandesas y celtas.
En Citizen C.I.A. mostraron su faceta más hardcore-punk, con un Al Barr en su salsa, y con un Palacio Vistalegre eufórico tras el repaso a una de sus más míticas composiciones, Johnny I Hardly Knew You, la guitarra acústica también tuvo su momento protagonista en Paying My Way. Al finalizar esta última, Casey contó que el público madrileño sería a continuación el primero en escuchar dos canciones (una inédita y The Bonny, una cover de Gerry Cinnamon) que estarán incluidas en su próximo disco y que, a pesar de no estar disponibles en plataformas digitales hasta este viernes, ya podían adquirirse en el puesto de merchandising. Pese a lo arriesgado que puede ser tocar por primera vez en directo canciones que nadie conoce, la energía que demuestra cada músico y la dupla ganadora de sus frontmen consiguieron en el segundo estribillo que el público ya coreara “I wanna be a rebel, I wanna break some rules” como si fuera otra más de sus incontables clásicos.
Se acercaba el final, más minis volaban por el cielo y el público botaba con los acordes de The State of Massachusetts. Tras un pequeño descanso tras el escenario comenzaba el bloque final con Rose Tattoo, tema que a pesar de salir de uno de sus álbumes más recientes se ha alzado como favorito total y tiene su puesto indiscutible en los últimos momentos de los shows. Con Shipping Out To Boston, la favorita de Scorsese, la chavalada invadió el escenario y esos coros tan típicos de el público español entre el "cuñadismo" y la motivación máxima llegaron a su punto álgido. Para terminar, la apropiada Until The New Time con el escenario abarrotado ya de banderas irlandesas, camisetas de St. Pauli y Guinness y los Murphys entonando sus últimos versos “Good luck be with you / You go your way, I'll go mine / So until the next time / It’s farewell and not goodbye”. ¡Les tomamos la palabra!
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