Un miércoles de perros. Lluvia, frío… muy de blues ¿de andar por casa? De eso nada. Se pone el ritmo por delante y así es como nos encontramos ante una atestada sala Satélite T, fuera de órbita cuando aún roza el horario infantil. Hay una muy buena razón para no quedarse en casa bajo la manta: nos visita Dr. Feelgood. Tenemos cita con el (mejor) médico, pues.
Sin tregua, ni artificios, ni tonterías, el veterano cuarteto empieza a repartir R&B del bueno con un repaso a los grandes éxitos de la banda de Canvey Island (UK). Tras el chute de adrenalina pub-rock “Stupidity” y la chulesca “No Mo Do Yakamo”, tiran de más clásicos todavía, con versiones fieles pero socarronas del “I Can Tell” y “Who Do You Love?” del maestro Bo Diddley. Cuando tocan “Milk & Alcohol” el público está ya más que por la labor. Apenas hace falta que Robert Kane (ex-The Animals II, The Alligators) nos aliente. Aún así, el cantante –y brillante armonicista-, se dirige a las primeras filas con cara de loco, evocando al gran Lee Brilleaux, cantante original de la banda.
Si cerramos los ojos, casi podemos teletransportamos a un partido en San Mamés –no queda muy lejos-, incluso se oyen algunos oéoé de rigor. “¡Mañana no se trabaja!”, grita un espontáneo venido arriba. Kane alude al precio del alcohol para introducir la contundente “As Long As The Price Is Right”, a la que sigue un necesario calmante en forma del blues “I Believe I’ll Dust My Broom”; así como otro clásico inmortal, “Rollin’ & Tumblin’”, donde Kane hace equilibrismos con su armónica. Excelente praxis de la banda, impecable en la forma y en el fondo. Vienen hechos un pincel, todo un ejemplo de gentlemen. Musicalmente, se encuentran en un estado óptimo de madurez: tienen tablas suficientes como para hacer -con gracia- lo que les venga en gana, pero conservan en su sonido esa fiereza que es inherente a la juventud. Lo dicho: démoslo todo hoy, ¡mañana no se trabaja! En esas nos suministran por vía intravenosa más temazos de pub y pinta(s) como “All Through The City” y “Back In The Night”.
En plena forma vocal, Kane deslumbra a la armónica, que afila con su viperina lengua. En un par de ocasiones cederá el testigo de su micro al público (aunque a algunos ni falta les hace). El riff travieso de “Roxette” dibuja una sonrisa cómplice entre los presentes. El inicio es un tanto irregular, banda y cantante van algo a destiempo, y suena más lenta de cómo sonaría con, admitámoslo, el frenético y milagroso Wilko Johnson.
Con todo, Steve Walwyn hace auténticas virguerías a la guitarra; y adquiere un protagonismo indudable en la última parte del concierto, donde nos chulea con solos incombustibles, que sólo puede suministrar alguien con maestría suficiente como él, con casi tres décadas de buen hacer en la banda, cifra que superan los otros dos doctores: el bajista Phil Mitchell y el batería –aunque con espíritu de bajista- Kevin Morris. Un anestésico blues (“Shotgun Blues”) para hacer frente a la traca final, con “She Does It Right”, “Down At The Doctors” y la desquiciante “Gimme One More Shot”, que el público corea desatado, alternando estratégicamente el shot por el song.
El guitarrista nos anima a corear “¡John-Lee-Hoo-ker!”, antes de homenajearle de la mejor manera, con blues ebrio a las cuerdas: Soberbia versión de “Mad Man Blues”, con un exultante grito final de Kane que nos deja sin palabras. Apenas una hora de concierto sin descanso para tomar aliento. Por clamor popular, regresan para unos bises en los que se echa en falta por ejemplo “Sneakin’ Suspicious” o “Keep It Out of Sight”, pero a cambio nos deleitan con una divertida jam session de “Tequila” (The Champs), donde Kane se quita la chaqueta para ponerse de lo más torero. Su amago toreo/baile flamenco/free-style deriva en una especie de irrintzi aberrante, pero pronto vuelve a lo suyo: rock n’ roll. Camaleónico, tan solo unos minutos antes se había convertido en un lobo aullador con “Going Back Home”.
En definitiva, para aquellos que dicen que el rock ha muerto: receta de Dr. Feelgood al canto. No hace falta que lean el prospecto. No lo hay.
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