Una ‘nit’ para el recuerdo

Con todas las entradas vendidas de los dos conciertos que protagonizaron los Dr. Calypso, no solo cabe tildar de éxito de convocatoria ambas veladas, sino también de indiscutible éxito artístico. Triunfo capaz de convertir en toda una olla a presión del baile la sala Para.lel 62 de Barcelona. Una comunión de los presentes, basada en el ska, el reggae y el rocksteady, que se convirtió en intergeneracional, al dar cabida a jóvenes que no habían nacido cuando la banda inició sus primeros pasos hace más de tres décadas, con cincuentones barrigudos que en el año del señor de 1993 quemaron hasta la saciedad el CD de su “Original Vol. 1” editado por la extinta Tralla récords. Año crucial en aquella Barcelona post-olímpica, que andaba totalmente ajena a lo que iba a representar su puesta de largo en el modelo turístico internacional, fagocitador de barrios enteros con la consecuente pérdida de identidad que estos representaban.

Y es que Dr. Calypso son fieles representantes de aquel reducto de oposición y lucha al capitalismo materializado por fondos buitres y especuladores varios. Y aquí cabe medir el éxito de convocatoria de este nuevo regreso (¿cuántos llevan ya?), que ha puesto sobre la mesa la existencia de una nueva hornada de jóvenes amantes de los sonidos jamaicanos, la cerveza y la lucha contra el fascismo, en estos tiempos oscuros en los que la extrema derecha anda más súbdita que nunca. Pues bien, aquí están los Calypso para volver a poner encima de las tablas himnos explícitos como “Sense sostre”, “2300 Millions”, “Brigadistes Internacionals” o “Pardalets” todas ellas coreadas a pleno pulmón por los asistentes, bailadas, botadas e incluso pogueadas aunque con poco fuelle por parte de más de uno. Canciones que dan rendida cuenta del importante legado de los catalanes, que no siempre ha sido reivindicado con la relevancia que realmente tenía. Así que sirva esta serie de conciertos que finalizarán el 18 de mayo del próximo año en el Poble Espanyol de Barcelona como el mejor reconocimiento que se le puede hacer a estos históricos que junto a Skatalà pusieron la piedra de toque fundacional del movimiento en Cataluña.

Y lo mejor del caso es que, lejos de vivir de rentas del pasado, la banda demostró estar engrasada y a pleno funcionamiento. Sonando con el empaque y la solidez suficientes como para meterse a todo el mundo en el bolsillo. Una capacidad de seducción melódica que tiene en la emblemática presencia de los vocalistas Sergi Monlleó “Xeriff” y Lluís López “Luismi”, y su sempiternas gafas de sol, como pilares insustituibles del grupo junto al guitarrista Jordi Manyà “Maniac”, arquitecto de un sonido reconocible y único que se desplegó como nunca y que tuvo cotas de intensidad brutales, como cuando se lanzan a la su ya clásica reinterpretación del “Born To Be Alive” de Patrick Hernandez o ponen broche de oro con esa instrumental con guitarra a lo Dick Dale que incita a la locura titulada “Plan 10”. Atrás quedaron otros momentos álgidos como los que logran con “The Power of The Latin Soul” o la trepidante “Toxic”. Un ritmo muy loco y sin pausa que solo tiene unos minutos de respiro de la mano de la inefable y celebrada “Aquesta nit”. Una “nit” para el recuerdo.

Pero no andaban solo los Calypso a la hora de poner el reggae, el ska y el rocksteady en lo más alto de la noche barcelonesa. Antes se hicieron acompañar por unos The Penguins Band que andan de despedida de los escenarios, para centrase en exclusiva en su proyecto Reggae Per Xics, y que nos regalaron clásicos de su repertorio como “Lladre de bicicletes” o “Boires i retrets”. Aunque cabe decir que las primeras en abrir fuego y encender la noche fueron el numeroso combo femenino Testadures con su visión más clásica de los sonidos jamaicanos, basada en una imparable sección de vientos y revisiones de temas de Millie Small, Marcia Griffiths o los Bob Marley And The Wailers más primigenios.