A veces, la huida de esa aurora lorquiana que recorre nuestros días se antoja complicada, pero es viernes de reencuentros, y entre el cieno del estrés y huracanes de negras palomas, aparece Dominique A, dispuesto a saldar su deuda (tuvo que cancelar el pasado febrero) y rescatarnos de cualquier tipo de naufragio. Arranca con “Hotel Congress”, seguida de “Cap Farvel” de su excelente “Éléor” y se para el tiempo. Cada tema es una ola a la que le sigue otra más grande, de nada vale oponer resistencia, la única salida es dejarse llevar y que la música nos arrastre mar adentro. Eso hacemos.
Con su voz y rasgueo de cuerdas, junto a una espléndida banda, teje un sonido lleno de matices del que es imposible querer escapar, y así, sumergiéndose en su brillante discografía, mece Madrid a su antojo. La hipnótica “Tout sera comme avant”, la conmovedora y esperada “Au revoir mon amour” o la oscuridad resplandeciente de “Immortels” que nos estalla en los ojos, con un Dominique poseído por el espíritu de Ian Curtis. Últimos bailes con la rumbera “La fin d'un monde” y bajo la lluvia techno de “Le courage des oiseaux”, para volver a desaparecer y aparecer en una noche mágica que termina con “L’Ocean” y “L’Horizon”. Y de nuevo las manecillas del reloj siguen su paso.
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