Hace unos meses, concretamente en octubre, Morrissey visitaba Barcelona mientras nosotros celebrábamos nuestros veinte años de trayectoria como revista. ¿A qué viene eso? Pues a que, obviamente, no podré comparar el show de ayer con la anterior visita de Morrissey a Barcelona. Y poco más. Eso no significa que la información acumulada alrededor de aquel concierto no revolotease por mi cabeza. Aunque dejémonos de mandangas y vayamos a lo que sí vi.
Justo tras caer el telón por el que habíamos visto pasar a modo de programa de televisión desde Ramones a Charles Aznavour, Y ahí teníamos a Morrissey, mayor ya, pero todavía en buena forma, con esas maneras entre divo y crooner que llevan años caracterizándole. Sudando, pero terrenal, interpretando con clase y carisma y huyendo del acomodo (el repertorio que elige cada noche lo demuestra), aunque en ocasiones se le pueda ver cansado. Todo empezó con una “Suedehead” que generó los primeros sing-alongs entre el público, que se mantendrían durante buena parte de la actuación. A partir de ahí habría mucho “World Peace Is None Of Your Business” (desde “Staircase At The University” a “Kiss Me A Lot”, pasando por “Neil Cassady Drops Dead” o “The Bullfighter Dies”, hasta llegar sin dificultad a las nueve o diez piezas; no las conté, pero seguramente muchos sí lo hicieron). Y lo cierto es que, sobre el escenario, sonaron bastante bien. Diría que la banda no estuvo a la altura en algunos momentos, con unos arreglos que tuvieron algo de desfasado (vamos, que escuchar esa parte de “World Peace Is None Of Your Business” en castellano –que ya aparece en el disco- no sumó puntos precisamente), por mucho que ver ahí al frente a Boz Boorer de Polecats dirigiendo al grupo sea siempre un placer. Supongo que Moz puede dirigir mejor a una banda de fans suyos declarados ejerciendo como instrumentistas que a una panda de mercenarios de renombre, pero uno echa algo en falta a sus músicos de hace unos años, más carismáticos y pirotécnicos.
Por otro lado, está claro que a todo el mundo le gustarían más clásicos y menos novedades, pero yendo avisados la verdad es que la cosa tampoco fue nada grave. Que cayeran fantásticas piezas de su carrera en solitario como la ya citada “Suedehead”, “First Of The Gang To Die” o “Everyday Is Like Sunday” o canciones tan emblemáticas de The Smiths como la preciosa “Stop Me If You Think You’ve Heard This One Before” (con los fans más acérrimos del británico dejándose la garganta), “What She Said” o “Meat Is Murder” (con las crudas proyecciones habituales y, para mí, uno de los momentos más intensos del show) me pareció ya un buen tanteo y hasta una bendición, esperando lo que esperaba.
Quizás no vimos al mejor Morrissey, aunque diría que ese mejor Morrissey ya no existe a día de hoy, pero al Moz que vimos ayer noche todavía se le puede disfrutar bastante.
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