Dinero ¿hasta dónde?

¿Hasta dónde pueden llegar Dinero combinando contundencia y melodía?. Ni idea. Y la verdad es que tampoco me atrevería a dar un pronostico al respecto, porque recuerdo haber visto a Muse en el escenario más pequeño del Doctor Music Festival asturiano y no intuir, ni por asomo, que se estaba forjando la carrera de uno de los grupos más populares de los últimos tiempos. Tampoco fuí capaz de prever la proyección de las hermanas Llanos cuando me llegó a la redacción de la revista su primer disco. Y  cuando Nirvana desapareció de la forma en que lo hizo, nadie imaginaba que su simpático batería llenaría con su nueva banda todo un estadio de Wembley. Así que mejor me callo y no auguro nada. Aunque centrándonos en el concierto de ayer en la sala Bikini de Barcelona, hay que reconocer un par de cosas. En primer lugar que este aguerrido power trío atesora solidez y una poderosa base rítmica; y segundo que canciones como “Mentiras”, “Transtorno bipolar” o “En invierno” tienen el suficiente gancho melódico como para nutrirlos con una base sólida de seguidores. Quizás la única pega que cabe achacarles a Dinero en la actualidad, es cierta ausencia de variedad en la paleta de colores de su música. Una paleta algo gris por momentos, y a la que deberán ir dotando de un mayor número de registros a la manera de otros power trío en los que se han reflejado, como Everclear o Fastball. Quizás la incorporación de nuevos temas como “Tal vez”, que fue presentada por el propio grupo como una balada con cojones al estilo Dinero, tengan precisamente esa finalidad. No lo sé. Habrá que esperar a su segundo trabajo para acabar de verificar la proyección de una banda que, al menos ayer, tuvo que luchar contra una climatología de lo más adversa y, pese a salir victorioso sobre el escenario, no consiguió aglutinar a más de un centenar de personas. Lástima porque conciertos como el suyo precisan de mayor entrega en el foso.
Y entrega es de lo que andan sobrados Ovni. Banda de contrastada experiencia que con su rock’ n roll de tradición stoniana, demostraron ser una buena baza a la hora de calentar a la audiencia y que, sin duda, también merecían una acogida más numerosa.