Infalibles en todos los registros

Los neerlandeses Dewolff volvían a Bilbao, después de varias actuaciones por aquí, incluyendo la que dieron en 2015 en Satélite T, o en el Kafe Antzokia hace un par de años, lo que deja bien claro que, cada vez que pasan por el botxo, la demanda es mayor.

Tanto que, en esta ocasión, la cita tuvo lugar en una sala de mayor aforo que en sus visitas anteriores. Y por supuesto, la de Santana 27 el pasado viernes era una de esas fechas marcadas en rojo para cualquiera al que le guste en rock, porque si algo se puede decir de este trío es que son infalibles en casi todos los registros que se atreven a abordar. Así, Dewolff comenzaron trepidantes con “Night Train”, perteneciente a su álbum de 2023 “Love, Death & In Between”, para inmediatamente pasar a mostrar su faceta más funky con “Natural Woman”, de su último trabajo editado hasta el momento, “Muscle shoals”, y del que también sonó a continuación “In love”, elegante composición, cercana al rock americano más clásico y con unos toques psicodélicos más que interesantes, provocados por unos coros magnéticos y, sobre todo, por el sonido del hammond de Robin Piso, un auténtico virtuoso que dejó su impronta en cada uno de los temas que fueron desgranando los neerlandeses.

A continuación, y para bajar un poco las pulsaciones, se arrancaron con el blues “Will O´The wisp”, demostrando que también son unos maestros en el complicado arte de manejar los tiempos en un concierto, sabiendo qué dar en cada momento a un público entregadísimo y con el que mostraron una complicidad máxima, especialmente el vocalista y guitarrista Pablo Van de Poel, quien se desgañitó, saltó, brincó y bajo a la pista, sin parar un solo segundo a lo largo de la hora y media que duró el bolo, mostrándose además, muy seguro en cada ejecución, y con una calidad impresionante tanto a la guitarra como a la voz.

Nuevo cambio de tercio con “Yes you do”, acercándose al hard rock más extremo, con fases próximas al metal, siempre apoyadas en riffs efectivos de guitarra y hammond, y reforzadas por un trabajo sobresaliente de Luka Van de Poel en la batería. Y para seguir en la onda hardrockera, tampoco faltó un “Live like you” desbordante de chulería y actitud, con un Pablo Van de Poel que dio una lección magistral de cómo hay que utilizar el pedal del fuzz a lo largo de todo el tema – o a lo largo de todo el concierto, en realidad-, y que terminó la canción sacando chispas a ese papel de predicador que tan bien sabe interpretar y que tanto gusta a sus fanáticos y fanáticas.

Sin grandes sorpresas, pero con un repertorio variado y ciertamente compensado, entraron en la parte más densa de la velada, con dos temas extensos como “Snowbird”, un medio tiempo con evidentes tintes psicodélicos, donde colaron un magistral solo de batería, y “Rosita”, la auténtica joya de la corona de la noche, y que los de Geleen exprimieron, demostrando las extraordinarias capacidades técnicas de una banda que demostró manejarse a la perfección en cada uno de los registros que transitaron, desde el rock sureño del inicio de la canción hasta los pasajes más cercanos al boogie, al soul, o al blues, volviendo nuevamente a la psicodelia y al hard rock hacia el final de la canción. Una montaña rusa de emociones que el trío supo llevar a cabo sin aburrir ni un segundo, gracias al magnetismo que desprende una banda valiente como pocas.

Tras este hostión de adrenalina, los neerlandeses se retiraron para regresar casi de inmediato con el apoteósico final formado por “Nothing´s changing” y “Freeway Flight”, mágico binomio que no hizo más que confirmar todo lo que ya habían demostrado sobre las tablas a lo largo de un concierto donde se mostraron inmensos y poderosos, alejándose de cualquier encasillamiento estilístico y dejando bien claro que lo suyo es el rock, simple y llanamente.