Delorean reventó el pasado viernes el Kafe Antzokia en lo que significó su despedida indefinida de los escenarios (culminaron la gira final al día siguiente en Mallorca). Para los que nos iniciamos en el mundo de los sonidos electrónicos de la mano de la banda de Zarautz y disfrutamos de lo lindo con los maravillosos "Ayrton Senna" y "Subiza", se trataba de una triste efeméride. Eso no quitó para que no paráramos de movernos hasta el segundo final en lo que fue un bolo bailable, a ratos más atmosférico y a ratos más de tralla pura y dura.
El cuarteto comenzó machacón, en el buen sentido de la palabra, apostando al inicio del concierto más por los sintetizadores y menos por la guitarra y el bajo. Al comienzo sonaron sobre todo los temas de su último largo con temas propios, "Muzik" (2016), previo al experimental de versiones de Mikel Laboa, que no abordaron en este concierto. Poco a poco fueron llegando los temas clásicos como el brutal "Real Love", que puso en pie a toda la sala. La banda emocionada, claro, las circunstancias no eran para menos.
Ekhi Lopetegi, Igor Escudero, Guillermo Astrain y Unai Lazkano se divertían sobre el escenario, mostrando su rodaje adquirido a lo largo de dos décadas girando alrededor del mundo. Con un sonido apabullante, jugaban a alargar las intros y a dar a los temas un cariz experimental, jugando con capas e intensidades. Así sonó por ejemplo "Stay Close", antes de llegar el turno del ya himno "Deli", coreada a pleno pulmón por toda la sala.
En un abrir y cerrar de ojos el concierto ya encaraba su recta final, para la que el cuarteto se reservó la artillería pesada. Cayó la sentimental "Grow", una de nuestras favoritas, para acto seguido repescar "As Time Breaks Up", con la que se dieron a conocer al gran público en 2006 y que estuvo relegada en su repertorio durante años. Y, para culminar la función, cerraron a lo grande con "Seasun", que sonó igual de luminosa y veraniega que siempre.
Fue una velada intensa y llena de emociones, quizás demasiado breve para un concierto de despedida, pero efectiva y con un sonido de lujo. Solo cabe esperar que la despedida no sea definitiva y en un futuro podamos repetir los buenos momentos vividos con los de Zarautz desde comienzos de siglo.
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