Como sucedió antaño con muchos otros estilos relacionados en una forma u otra con el rock duro, corren buenos y malos tiempos para el etiquetado como nu-metal. Buenos tiempos porque son decenas, centenas, las formaciones que consiguen publicar sus discos de debuts; malos porque resulta difícil separar la paja del grano. Y eso es algo que repercute en la apreciación del género en toda su extensión. Porque prestar a Taproot la misma atención que a Deftones no hace sino sobrevalorar a los primeros y menospreciar a los segundos. Porque Taproot, los jovencitos que han debutado con “Gift” y que han sacado de sus casillas a Fred Durst, dan el pego en estudio, pero se quedan en poco, muy poco, sobre el escenario. Sin ir más lejos, su puesta en escena y sus composiciones deberían palidecer ante algunas de nuestras formaciones metálicas más solventes. Así pues, adiós. En cambio, Linkin´ Park merecen mayores atenciones. Sus composiciones resultan de una validez indudable -también de un mimetismo evidente- y su directo eficaz, aunque de tan coyuntural su propuesta carece del valor de los precursores del género. Por lo menos, mostraron una soltura que les sitúa ya bastante por delante de competidores tan pobretes sobre las tablas como Mudvayne, Godhead o Disturbed. Obviamente, Deftones juegan en otra división, en la de Slipknot o Korn, en la de los triunfadores, en la de los precursores. En primera vamos. Aunque el recuerdo de su anterior e insulsa visita a la Ciudad Condal hacía presagiar lo peor, los de Chino Moreno consiguieron rehuir los tópicos con respecto a lo gris de su puesta en escena. Y la mejor manera era con una actuación certera, más compacta de lo que esperábamos y con un repertorio que se sitúa entre lo mejor del género. Digamos que el directo de Deftones únicamente se resiente del desequilibrio entre sus primeras composiciones (menos estilizadas, escasas en matices y más contundentes) y las piezas que dan forma a su tercer largo (más densas, más emocionales y cargando las pilas en los ambientes), como si hubiesen pasado de combatir con Korn para combinar a Smashing Pumpkins con Far, como si Moreno trocase el grito por el susurro. De todos modos, “Back To School” o “My Own Summer (Shove It)” suenan en sus manos a clásicos del género y respiros como los de versionear a Weezer (“Say Ain´t So”) o acercarse al trip hop puntualmente no hicieron sino enriquecer un concierto que –esta vez sí- convenció.
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