Deer Tick, pura honestidad

John McCauley terminó el bis bajándose los pantalones y tocando la guitarra con su miembro viril, ante un público poco sorprendido conociendo de antemano los antecedentes del músico de Rhode Island. Pero antes de eso, mucho antes, Deer Tick ofrecieron un recital de rock n’roll libre de prejuicios, salvaje hasta la médula y de calidad. Abrieron con “The Bump”, corte que inicia su nuevo disco “Divine Providence” y que resume la esencia del grupo: somos adultos, pero actuamos como críos, y poco importa lo que piensen de nosotros. Su repertorio coqueteó con todos los discos publicados hasta el momento; desde “Easy” de “Born on Flag Day”, al aclamado “Baltimore Blues no.1” de “War Elephant”, su último trabajo o el EP “Tim”, (“Born at Zero”, “Walls”). Aunque poco pudimos escuchar del “Black Dirt Sessions”, solo un “Christ Jesus” totalmente distorsionado, con el ritmo alterado y esos gritos casi incómodos de McCauley. Porque aunque lo de anoche fuera puro rock n’ roll, hubo lugar también –aunque poco- para medios tiempos de aire folk que habitan en el corazón de los de Providence (“Ashamed”). Si a Deer Tick se les puede reprender por su comportamiento de borrachos quinceañeros sobre el escenario, -donde pudimos ver besos de tornillo entre Ian O’Neil y John, escupitajos, cerveza a raudales, incluso una banana volando-, poco se les puede reprochar de su sonido. Y es que sonaron impecables, cohesionados como banda y no solo como el acompañamiento de McCauley, capaces de llenar cada rincón y ofrecer espectáculo. Además de poder disfrutar de Dennis Ryan y el mencionado O’Neil como vocalistas, aunque hubo momentos en los que por la risa, les fuera imposible continuar y tuvieran que empezar de nuevo la canción. Poca pose y muchas ganas de hacer lo que les venga en gana, es la sensación que prevalece tras su concierto. Pero no confundir seriedad con calidad, porque aunque la última canción fuera un himno más en la línea punkarra etílica de Flogging Molly, “Let’s All Go To The Bar”, sus directos siempre se han caracterizado por esa energía cruda, basta y arrolladora, que saben transformar de sobra en sus discos.