La fiesta estaba en Madrid
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La fiesta estaba en Madrid

8 / 10
JC Peña — 19-09-2022
Empresa — Live Nation España S.A.U.
Fecha — 17 septiembre, 2022
Sala — Universidad Complutense
Fotografía — María Alfonso Gallego

“¿Dónde está la fiesta?” El joven londinense afincado en australia Thomas Headon lo preguntó con un esforzado castellano, entre las canciones de pop tan soleado como inofensivo de su repertorio: La respuesta era evidente, incluso en plena y soleada sobremesa. Ya de noche, el gamberro vocalista de The Hives también lo vio claro. Durante la incendiaria actuación de su banda, uno de los momentos estelares de la jornada, se respondió a sí mismo: en Madrid.

Tres larguísimos y turbulentos años después volvía a la Complutense el festival, con renovada vocación familiar y relajada. Una edición intensiva y concentrada en un único día, con reclamos como el aguerrido quinteto sueco, Crystal Fighters, Ginebras, Delaporte, Viva Suecia y Deluxe, estos en su primera actuación en Madrid en casi tres lustros. El público respondió a lo grande con una entrada espléndida cercana al sold out -unas veinte mil personas según la organización-, algo muy meritorio teniendo en cuenta la avalancha de conciertos programados en la ciudad para esta esperanzadora etapa pospandémica. Si no se puede ir a todo, a tenor de la entrada, cabe concluir que el cartel de esta edición convenció a los más escépticos.

Desde su agradable localización en los campos de rugby de la Complutense, no es ningún secreto que DCODE apuesta por el buen rollo, tanto en el ambiente como en los sonidos. Se trata de ir cerrando con buen sabor de boca la temporada festivalera estival, al menos en Madrid. Lejos de las fluctuaciones genéricas de otros grandes festivales, esta edición combinaba casi a partes iguales propuestas anglosajonas y nacionales que se sitúan, en líneas generales, en los parámetros del indie bailable sin muchas complicaciones, y que pueden ser en general disfrutadas por los asistentes. Muchos de ellos acudieron en familia, con los niños, que entre otras cosas pudieron disfrutar de versiones de The Beatles y grupos indies locales. El tiempo acompañó con un sol espléndido: a primera hora de la tarde se echó en falta alguna sombra más dentro del muy verde y agradable recinto. Todo transcurrió con celebrada normalidad.

Deluxe

Ya al mediodía se habían concentrado numerosos fans para asistir al primer concierto de Deluxe en Madrid en catorce años. Xoel y los suyos no desaprovecharon la señalada ocasión y encadenaron con oficio e intensidad canciones tan queridas y coreadas como “Los días fríos”, la melancólica “Adiós corazón”, “El cielo de Madrid” o “Que no”, con la que se despidieron. Más allá de la nostalgia, probaron estar plenamente engrasados. Unas horas más tarde, un agradecido Xoel López haría doblete con una multitudinaria actuación en solitario, donde dio rienda suelta a sus cada vez más amplias y desprejuiciadas inquietudes musicales ante un público ya masivo.

Ginebras irrumpieron en el escenario contiguo asegurando haber dormido tres horas, pero la fresca energía de su pop juvenil concentrada en su debut largo “Ya dormiré cuando me muera” -toda una filosofía de vida- se metió al público en el bolsillo desde el primer momento. Era momento, además, de “cerrar el círculo”, porque dos de las chicas reconocieron haberse conocido en los fríos pasillos del mamotreto de cemento de la facultad de Ciencias de la Información a cuya espalda se celebra el festival.

Fuel Fandango

Puede que las soleadas horas centrales del día no sean las mejores para disfrutar de la electrónica, pero tanto Fuel Fandango como Delaporte no escatimaron energía ni bombos trepidantes para animar al personal. El dúo andaluz, que acaba de estrenar su EP “Romances”, se benefició de la presencia y carisma de la cantante Nita, que lo puso todo en una puesta en escena con dos baterías y un público entregado. Delaporte aprovecharon el momento para montar lo que calificaron como una rave diurna en la que los sonidos electrónicos de su elegante propuesta convencieron.

Tan intensos fueron ambos conciertos que los británicos Maxïmo Park no lo tuvieron fácil. Hace tiempo que su pop anguloso perdió mordiente, y su actuación a primera hora de la tarde fue tan correcta como intrascendente. Habrían hecho bien los de Newcastle en bajar al escenario 3 y tomar nota de Sir Chloe, para mí la gran sorpresa y revelación del festival. El quinteto neoyorquino liderado por Dana Foote puso intensidad, mala leche y oscuridad en un híbrido muy personal en algún lugar entre Pixies, Hole y PJ Harvey. Cautivadores, salieron airosos hasta cuando tuvieron que sobreponerse al sonido invasivo del otro escenario con una descarnada versión de “Nothing Compares 2 You” de Prince (y Sinead O´Connor, que la hizo suya).

En el mismo escenario pequeño, el público pudo asomarse a propuestas emergentes como la americana del madrileño St. Woods, el brit pop canónico de los mancunianos The K´s -como si Marion se hubieran reencarnado, incluyendo el prototipo de guitarrista británico con mucha clase-, o el pop festivo de Molina, que empezaron con retraso por culpa de algún cable rebelde pero dejaron muy buen sabor de boca.

Viva Suecia

Según el sol se iba poniendo y el público llenaba el recinto, le llegaba el turno a algunos de los pesos pesados de la escena nacional: Shinova y Viva Suecia volvieron a mostrarse sólidos, como peces en el agua en el muy exigente entorno de los grandes eventos. Vascos y murcianos -estos últimos emplazaron a sus fans a un nuevo reencuentro en Madrid a finales de año- aprovecharon el sagrado momento de la tan ansiada vuelta a la normalidad para mostrarse agradecidos y hacer que los asistentes corearan sus estribillos, allanando el terreno a un Carlos Sadness que tiró de ironía, pop de autor y ritmos latinos que hicieron bailar al respetable.

The Hives estuvieron tremendos, demostrando que han hecho una especie de pacto con el diablo. En sus canciones de frenético rock garajero le ponen sangre, sudor y lágrimas, y al público no le queda otra que responder moviendo el esqueleto ante clásicos incontestables como “Walk Idiot Walk”, “Hate To Say I Told You So” o “Main Offender”, ejecutados con un sonido tremendo. Por más que lleven siglos sin sacar un disco y las peroratas en español macarrónico del showman Pelle Almquist se hagan largas, en su paso por Madrid tampoco dejaron prisioneros.

Pese a estar en otro universo estilístico, convenció también el synth pop creativo y emocional de Olly Alexander, más conocido como Years & Years, que llevaba cabina de teléfono, coreografías y muchos matices musicales. Él y sus músicos hicieron vibrar (y bailar) a los asistentes recreando en directo “Night Call”. Se acercaba el final de la maratoniana jornada, y le tocó el turno al pop amable de The Kooks, con nuevo disco bajo el brazo. Y para poner la guinda, qué mejor que el desparrame rítmico de otros habituales de los grandes escenarios, Crystal Fighters, cuya psicodelia eufórica y bailable puso fin a la temporada festivalera en Madrid. Con ganas de que empiece la próxima, como confesaron Ginebras.

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