Noche para la nostalgia
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Noche para la nostalgia

7 / 10
Don Disturbios — 29-08-2024
Empresa — Last Tour
Fecha — 27 agosto, 2024
Sala — Poble Espanyol
Fotografía — Montse Galeano

Nunca he sido muy fan de los conciertos dedicados de forma exclusiva a un álbum, por muy laureado y consistente que fuese. Soy de los que opino que un concierto debe tener diferentes dinámicas y que debe incluir varios golpes de efecto o sorpresas que impacten en el espectador a la par que oyente. Un factor que queda reducido a la nada si sabes exactamente qué te van a ofrecer sobre el escenario y no hay ningún giro de guión inesperado. Pues bien, justo eso es lo que nos ofrecieron primero Death Cab For Cutie y luego The Postal Service en el Poble Espanyol de Barcelona. Sendos detallados guiones, primero de “Transatlanticism” (03) y después de “GIve Up” (03), tocados en riguroso orden con motivo de sus dos décadas de vida y aprovechando la consabida participación en ambos trabajos de un - al menos anoche- sobre excitado Ben Gibbard. Y si tuviera que quedarme solo con una de las dos interpretaciones, debo decir que para mí fue mejor la segunda y eso que es el disco que me gusta menos de los dos. Pero lo hizo porque gozó de un mayor dinamismo, mejor sonido y, sobre todo, por la participación de Jenny Lewis que, con su voz y carismática presencia, otorgó al concierto de un rotundo valor añadido.

Death Cab For Cutie salieron al escenario de riguroso negro para domar las canciones de su álbum más aclamado, pero cabe decir que les costó al menos tres temas meterlo en la vereda correcta. Un sonido algo remolón que no llegó a su clímax potencial hasta “The Sound Of Settling”, aupado por los inevitables ‘pa-paaaaaa’ de un público que también parecía despertar del sesteo en ese momento y empezaba a darse cuenta de lo que se les venía encima. Porque donde la cosa ya ganó enteros del todo fue con el corte seis “Tiny Vessels” y, sobre todo, con el corte siete “Transatlanticism” o lo que viene a ser uno de los crescendos más delicados del indie estadounidense. Y sí, aquí también se me erizó el vello y me sume a los “I need you much closer…” de la plaza. Llegados a este momento, tocaba cerrar los ojos y dejarse mecer por el piano de “Pasenger Seat” (corte ocho) para mantenerlos cerrados y dejarse acariciar por la acústica de “A Lack Of Color” (corte once) y… se acabó. Cuarenta y cinco minuto justos, los mismos que dura el álbum, y todo el mundo a esperar la segunda de las interpretaciones con una sensación algo extraña, en la que se mezclaba la satisfacción contenida por haber disfrutado justo de lo que se venía a ver, pero con un inevitable me hubiera gustado disfrutar de algo más que no esperaba ver. Raro.

The Postal Service salieron al escenario de inmaculado blanco para encabritar las canciones de su álbum más aclamado y cabe decir que lo hicieron desde el minuto uno. Ben Gibbard se situó en el centro flanqueado a la izquierda de nuevo por Dave Depper -el único que repite en ambos concierto además del jefe- y a la derecha por una Jenny Lewis que le ayudó a aupar vocalmente las canciones a una dimensión mucho más orgánica y carnosa que las sintéticas grabaciones del álbum. Y detrás, parapetado tras sus consolas, Jimmy Tamborello, el otro gran artífice de “Give Up”, el disco que puso a la indietronica en el mapa de lo cool. Juntos se lanzaron a tumba abierta y resultó curioso ver a un Ben Gibbard muy hiperactivo y saltarín, algo que no casaba del todo con la imagen de frontman apocado y serio de antaño. Un no parar de moverse que incluso lo llevó a sentarse en varias ocasiones a la batería, dejando a Jenny y su vaporoso vestido blanco el protagonismo de los focos.

Diez cortes duró el set, los mismos que el disco, pero fueron los bises los que depararon la sorpresa final. Primero por volver a interpretar “Such Great Heights” (corte dos), pero esta vez en acústico de la misma manera que la versión original de Iron & Wine. Y segundo por la consabida versión del “Enjoy The Silense” de Depeche Mode con ambas formaciones en el escenario a modo de despedida.

A todo esto no quiero olvidar que también pudimos disfrutar, y a modo de aperitivo, del concierto inicial de The Kills. Al dúo le tocó la siempre difícil tarea de calentar al respetable a base de esa enorme colección de riffs marca de la casa, que nos servía sin desfallecer la guitarra de Jamie Hince mientras Alison Mosshart los apuntalaba todos con su voz y su genuina pose roquera. Sin embargo, les pasó en directo lo mismo que les sucede en sus discos. Grabaciones que en las que el sonido prevalece por encima de la intención de hacer una melodía memorable. Igual por lo difícil que eso resulta.

Velada, por tanto, en la que la nostalgia pesó mucho más que una posible revitalización de un sonido muy apegado a una época que, para desgracia de muchos de los allí reunidos, no regresará jamas.

Un comentario
  1. Antonietta Spedalieri 3 septiembre, 2024

    Dos cositas de este concierto... a mi me encantan los dos discos y me encantan los dos grupos. Y si, con razon, no ha habido sorpresas a parte en el bis y eso lo hace un poco "mhhh". Pero yo creo que ha fallado el sonido. Tengo que decir que me estoy volviendo muy exigente con el sonido de los concierto... pero despues del espectaculo de Bon Iver en el Sant jordi (donde he escuchado grupos super guay sonar muy mal en determinados momentos) creo que un mejor sonido para los directos es posible, simplemente es echarle ganas y conocimiento y escoger una empresa de sonorizacion que sepa darte lo que buscas. El sonido era malo. Enlatado a ratos, flojo, sin profundidad.
    Y la gente. Ai la gente. Porque la gente va a concierto? Vas a escuchar o a que vas? He oido el martirio en el trabajo de una, otros rajar de una tercera persona... alli, a pleno pulmon riendose y metiendose delante tuyo de espalda al escenario. Quizas te ahorra el dinero, te quedas en un bar y nos dejas a los demas que queremos ver y escuchar a los artistas DISFRUTAR de lo que hemos ido a ver? Pregunto.

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