Dawes, acordes para toda la vida

Dawes ya nunca volverán a ser ese grupo promesa que se dieron a conocer en España acompañando en su gira a Jackson Browne. "Nothing Is Wrong", su segundo disco, lo ha cambiado todo y ayer, la sala Sol al completo, demostró haberlo entendido. Herederos del mejor sonido añejo del sur de Estados Unidos, Taylor Goldsmith, líder de la banda, comentaba en una de las muchas entrevistas promocionales de los últimos días que la mejor manera de escuchar su música es en disco de vinilo, pero no es verdad. Sus canciones están concebidas para ser disfrutadas en directo, y vaya directo.
Comenzó rompiendo el hielo Robert Ellis, que por una vez no tuvo que cumplir el ingrato papel del telonero bisagra y desde el principio se enfrentó a una sala llena hasta la bandera y atenta a cada movimiento. Los suyos fueron toda una lección de country rock clásico, amable en la forma pero revolucionario en espíritu. Se hubiese bastado él solo con su guitarra y la conmovedora tesitura de su voz para que le recordásemos, pero quiso hacerlo mejor y se despidió acompañado de todos los componentes de Dawes a ritmo del "Rider in the Rain" de Randy Newman. Hechas las presentaciones y caldeado el ambiente, parecía lógico que el concierto comenzase con ese trallazo que es "Fire Away" y ya no diese más tregua hasta el final. En el escenario, los cuatro miembros de Dawes se compenetran y equilibran conduciendo todas las miradas hacia Taylor (cantante y guitarra) y su hermano Griffin (batería). Histriónicos, nerviosos, líderes de una formación que se apoya en un bajo y un teclado que garantizan el músculo necesario para que "If I Wanted Someone", "Million Dollar Bill" o "A Little Bit of Everything" cobren en directo una nueva vida que tan solo puede intuirse en el disco. Pocas concesiones a su primer trabajo, el ya revelador "North Hills", convirtieron el concierto en la demostración de que todo lo escrito y hablado últimamente sobre ellos es verdad, y cuando sonó "When My Time Comes", a muchos además nos pareció que se habían quedado cortos. A veces, la fórmula de la calidad es tan sencilla que hubo quien analizó el concierto desde la perspectiva de la falta de originalidad de sus composiciones, comparando canciones como "So Well" o "How Far We’ve Come" con temas de Gram Parsons o incluso Clem Snide. Estos son los mismos que rellenan líneas sobre la banda aludiendo a una escena tan perdida como el Lauren Canyon o recurriendo a las fáciles comparaciones con Crosby, Stills & Nash and Young. No se puede ser clásico y contemporáneo al mismo tiempo, pero hay quien consigue que creamos que sí. Dawes no hicieron grandes alardes escénicos ayer, les bastó con dar un concierto perfecto sustentado en sus voces (mucho se ha hablado también sobre la calidad de sus armonías vocales), destacados momentos de virtuosismo instrumental y, sobre todo, la calidad de unas canciones hechas para perdurar en la memoria. Hay acordes que proyectan tu vida en un segundo, decía hace poco un periodista musical sobre ellos. Hay acordes además, que se nos descubren en un concierto, y ya se quedan con nosotros para siempre.