The Cynics fueron pieza clave en aquel revival que, a mediados de los ochenta, reivindicaba en Estados Unidos el garage-rock sixtie, en base a discos como ‘Blue Train Station’ (Get Hip, 86), ‘Twelve Flights Up’ (Get Hip, 88) y ‘Rock 'n' Roll’ (Get Hip, 89). Precisamente para conmemorar el treinta aniversario de éste último –a la postre su álbum más celebrado–, el combo ha venido realizando una generosa gira peninsular que situaba la penúltima de sus paradas en la Sala Porta Caeli de Valladolid. Tras la disfrutable actuación de los albaceteños The Nyftys –grupo con canciones correctas pero ante todo muy sólido sobre las tablas con destacada vocalista al frente–, el cuarteto tomó el escenario ante un local que, esta vez sí, presentó una muy buena entrada.
La pregunta es ¿puede un grupo cuyo cantante está casi sin voz y visiblemente pasado de vueltas dar un concierto convincente y dejar satisfechos a los asistentes? Puede pasar si el grupo en cuestión tiene en propiedad un repertorio como el de los de Pittsburgh. Puede pasar si, además, presenta una remodelada y rejuvenecida base rítmica de bajo y batería absolutamente arrasadora. Y, sobre todo, puede pasar si cuenta en sus filas con un guitarrista excepcional como Gregg Kostelich. Las peculiares, centradas e impecables maneras de éste último (clave también en su momento a la hora de definir el propio estilo del grupo) le convirtieron en principal protagonista de la velada, mientras que el vocalista Michael Kastelic hacía lo que podía tras el micrófono, con un registro limitado y haciendo gala de un estado igualmente tocado. Sin embargo, los seguidores del género suelen ser fieles y de firme convencimiento, y tenían claro que los pogos resultarían inevitables al contacto con esa irresistible selección de garage-rock con leves toques de psicodelia y actitud glam.
Sobre todo teniendo en cuenta lo inspirado de esas melodías (casi pop) que subyacen entre distorsiones, fuzz y generoso volumen, con el público ardiendo al contacto con temas como “Baby What’s Wrong”, “I Need More”, “Tears Are Coming”, “Girl You’re On My Mind” o “Close To Me”. El asunto no dio para más tras poco más de una hora (con Kastelic disculpándose una vez más por sus limitaciones), en una tesitura que dadas las circunstancias bien podría haber echado por la borda el concierto y confirmado el fiasco. Y, sin embargo, la audiencia terminó satisfecha ante el poder embriagador de unas canciones que, tres décadas después, mantienen la pegada y siguen arrastrando irremediablemente tras de sí. Ese parece seguir siendo, a día de hoy, el superpoder de The Cynics.
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