Cuarto y mitad

Hay bandas que generaron un fulgor tan, tan grande en su época de esplendor que son capaces de surfear el paso de los años, las décadas, la falta de lanzamientos discográficos, los cambios de formación, el hastío, las modas, una puesta en escena reducida a la máxima expresión, el abuso de los pregrabados y hasta la falta de pelo. La banda de Andrew Eldritch, sigue encandilando 36 años después, ya sea por una cuestión de nostalgia o porque las hordas góticas son algunas de las más fieles con las que una banda pueda contar. La Riviera se llenó de un ejército negro que ansiaba cantar algunos de sus himnos más icónicos y no hizo falta rezar, las hermanitas de la caridad respondieron a nuestras plegarias: Comenzaron sin dudarlo con “More” arrastrando un sonido enlatado y demasiado bajo, casi claustrofóbico con un Eldritch que más que cantar susurraba, “Anphenatime logic” nos ahogaba y nos adentraba en los primeros contoneos con “Body electric ”. “Alice” sonó desganada aunque La Riviera vibró con los gritos que la llamaban durante el estribillo. Para cuando la oscuridad de “Marian” nos envolvió con su manto de humo y negrura, el sonido ya había mejorado considerablemente y así llego “Dominion” fulgurante y cristalina, pese a que todo aquello se redujese a dos guitarras, y la voz del Eldritch sobre unas bases y unos coros muy resultones. El trance vino de la mano de “Valentine” y una magistral “Flood II” y cuando aquello parecía decaer arrancaron con “Lucretia my reflection” y “Vision thing” y allí se cimbreó hasta la palmera de la barra. Aquello no podía acabarse sin un “In the temple of love” que sonó en los bises precedido por “First, last and always” un épico final con “This corrosion” Mucho sudor, ración de nostalgia bien empaquetada, sonrisa de oreja a oreja, para casa y la idea recurrente de unas azafatas despidiéndose diciendo: “Esperemos que haya disfrutado de su porción de Sisters of Mercy, gracias”