Cuando el monstruo sonríe

La ajetreada noche cultural de Madrid hizo que llegáramos solo a los últimos acordes de Víctor Herrero, una lástima ya que su presencia esa noche levantaba bastantes expectativas sobre su valor en alza. A juzgar por la ovación que le despidió creo que me perdí algo interesante. Una lástima.

Michael Gira debía de tener ganas de tocar ya que salió rápidamente a colocar su ampli, afinar la guitarra y dejar sus canciones sobre el atril. Tan rápido fue todo que estaba en el escenario casi 10 minutos antes del horario previsto. Momento en que todo el mundo se apresuro a sentarse como si del juego de la silla se tratara. De sobra es conocida su rudeza en escenario y ese mal rollo que destila con Swans, pero esta noche parecía que no tocaba. De hecho estuvo sonriente y simpático, incluso no solito ningún improperio al pesado que le gritaba entre tema y tema. Que lo de jalear a tu artista esta bien pero como consejo, si después de diez veces no te hace ningún caso, más bien te ignora, controla tu euforia que te haces muy pesadito. Ciertamente llama mucho la atención como era absolutamente ignorado M. Gira hasta que regreso Swan para que todo el mundo volviera a revindicarlo y volver a él de un modo litúrgico. En cualquier caso bien venido sea el público

Empezó con un tema muy Sawn “Jim” , que alterna entre su discografía particular y la de su banda, con el que abría esa recopilación que saco en 2010 “The Milk Of M. Gira: Selected Solo Home Recordings 2001-2010”, como otros temas destacados como “Oxygen”, “Promise of Water” o “Destroyer”. No se por que pero esperaba oír mas material de ese disco, aunque tiene un disco nuevo a puntito de publicarse, suponía que haría más hincapié sobre él y su banda matriz. Aun así, fueron cuatro gotas en un océano disperso donde a penas toco su último disco con Swan con “A piece of the Sky” y si desgrano un par de temas de su nuevo álbum. Lástima que deslucieran por los continuos problemas con una guitarra, que como él mismo dijo sería la ultima vez que la sacaría de gira. Se desafinaba continuamente obligando a parones técnicos que hacían peder un poco el ritmo del concierto. Salvo eso una noche memorable con una experiencia en crudo muy distinta a lo esperado. Será que los monstruos también sonríe de vez en cuando.