Eclecticismo que enamora
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Eclecticismo que enamora

8 / 10
Miguel Amorós y Don Disturbios — 11-07-2022
Empresa — Cruïlla
Fecha — 09 julio, 2022
Sala — Parc del Fòrum, Barcelona

El verano avanza con su lenta parsimonia fruto de este asfixiante calor y va dejando atrás los diversos festivales que se dan en la Península. Sin ir más lejos, este segundo fin de semana de julio hemos podido ser testigos de, nada más y nada menos, cuatro eventos que deben clasificarse con el apelativo de grandes citas musicales. Me refiero al Nos Alive en Lisboa, Mad Cool en Madrid, BBK Live en Bilbao y el Cruïlla de Barcelona. Una coincidencia que dificulta, y mucho, la contratación de artistas y que pone a prueba la capacidad de convocatoria de todos ellos, obligados como están a no desfallecer en su propuesta y presentar cabezas de cartel con el suficiente peso como para atraer a las masas.

Sin embargo, queda otra posibilidad a la hora de no entrar en competencia directa que consiste en desmarcarse del resto en cuanto a los estilos de música ofrecidos. Y es ahí dónde el Cruïlla lo tiene mejor que la competencia, por esa evidente vocación ecléctica que ha ido forjando durante todos estos años. Una filosofía que puede y debe indagar en músicas del todo el mundo.

Lo curioso es que, si nos centramos en lo ofrecido este año por el Festival, resulta meridiano que la apuesta ha girado alrededor de dos ejes principales, olvidándose de otros. Es evidente que los sonidos latinos han sido con Residente, Juan Luis Guerra y Rubén Blades el peso vertebrador del festival junto a esa sempiterna escena pop-mestiza catalana (Els Catarres, Stay Homas, Ginestà, Habla de Mi En Presente, Buhos...), olvidándose de forma clamorosa de un continente como el africano y en general de una world music casi representada en exclusiva por el reggae y el dub de bandas como los alemanes Seeed o los neozelandeses Fat Freddy's Drop.

Por otro lado no hay que olvidarse del acierto de la apuesta que el festival emprendió hace ya unos años por los sonidos urbanos, el trap y el rap en la jornada inaugural que este año se avanzaba al miércoles ganando un día en su programación. La presencia masiva de un público muy joven que disfrutó de 31 Fam, Trueno, Toteking o Rels B certifica la buena salud de la escena y marca un tercer e importante eje que ya es distintivo del festival.

A partir de aquí ya cabe de todo. Desde el acierto que supuso la inclusión de un Jack White que vino dispuesto a dar una clase magistral de lo que es un concierto basado en algo tan eterno como el riff, al ejercicio de nostalgia al que también nos tiene acostumbrados el festival y que esta vez recayó sobre los ajados hombros de Duran Duran y su batería de hits del pasado. A eso cabe añadirle bandas de esa clase media internacional más que solvente, capaces de dejarse la piel sobre el escenario, como Editors, Hot Chip o Sleaford Mods y nombres estatales que han estado en boca de todos durante esto últimos meses como Zahara, Queralt Lahoz, Rigoberta Bandini o Tanxugueiras.

Para finalizar y dejaros ya con el listado nominal de artistas y lo que supuso su actuación en este edición del Cruïlla, no quiero olvidarme de la evidente consolidación del escenario dedicado a los monólogos y la comedia que tuvo al irreverente Ignatius Farray entre sus grandes reclamos (no defraudó con un discurso que destrozó los límites del humor y lo políticamente correcto), pero que también contó con otros nombres de peso como los de Carolina Iglesias, Modgi, Charlie Pee o Valeria Ros a los que cabe sumar un buen número de cómicos y cómicas emergentes que, por lo general, certificaron el buen momento de salud de esta disciplina. Don Disturbios 

Rubén Blades - Foto: Xavi Torrent

Reseñas por artistas 

31 FAM
Todo el público que entraba a primera hora del miércoles parecía tener como objetivo ver la banda más popular de la música urbana catalana. Con formato de “boy band” de seis componentes (cuatro MC’s y dos beatmakers que a veces también toman el micrófono), 31 Fam combinan trap, dancehall, funk, reggaeton y r&b con letras en castellano, catalán e inglés, todas ellas de temática juvenil. Y las presentan sobre el escenario de forma muy dinámica –reforzando alguna incluso con varias bailarinas–. Sonaron hits como “Nens del barri” o las exitosas “Sincero” y “Valentina”, que fueron un auténtico karaoke para un público muy joven y en gran medida femenino. M.A.

Balkan Paradise Ochestra
La numerosa banda femenina de metales abrió los conciertos del jueves, consiguiendo congregar poco a poco un nutrido público que disfrutó con sus festivos ritmos balcánicos. Cierto que empezaron haciendo versiones, pero paso a paso han ido componiendo sus propios temas, incluso se acercan a músicas populares de otros lugares geográficos. Además su evolución también se ha visto encima del escenario con una puesta en escena que da importancia desde el vestuario a unas coreografías divertidas para cada canción. Cerraron con “Da Mas Over”, que incluye un guiño a la canción tradicional catalana “La Masovera” y el “Unza Unza Time” de Kusturica, que puso patas arriba, no solo al público, sino también a una de las trompetistas. M.A.

Cimafunk
Erik Iglesias, más conocido como Cimafunk, nombra a Benny Moré, Fela Kuti y James Brown entre sus influencias y algo de todos ellos se vio en su directo. Empezó con “Caramelo”, de su último trabajo “El Alimento”, disco en el que han colaborado desde George Clinton a Chucho Valdés o ChocQuibTown. Gracias a su eléctrica presencia y al groove de la banda hizo olvidar el retraso en el inicio de su actuación. M.A.

Dancetería
La unión de las bandas de indie pop Varry Brava y Miss Caffeina lleva tiempo dando muy buenos resultados. Se montan una fiesta ideal para grandes festivales como el Cruïlla. “Aquí hemos venido a bailar”, dijeron, y no se puede decir que no cumplieran su objetivo. Alternándose en el escenario, intercambiándose canciones o tocándolas todos juntos, han creado una comunión musical que les ha sorprendido hasta a ellos mismos. “Prende”, “Merlí” o “Aquí nadie sabe tu nombre”, tema compuesto a medias, se corearon y disfrutaron mucho por los amantes de ambas bandas. M.A.

Delafé y las Flores Azules
Si hubo alguien que salió dispuesto a comerse el escenario con un ímpetu fruto del compromiso con su música fue sin duda Oscar D’Aniello (Delafé). Se le veía feliz y pletórico arropado de nuevo por Helena Miquel (Las Flores Azules) y esa cachonda banda denominada Las Trompetas de la Muerte que, en especial su sección de vientos, contribuyeron a generar la corriente de transmisión de buen rollo, marca de la casa de su propuesta. Sus historias de cotidianidad romántica, capaz de otorgar valor a las pequeñas cosas que nos rodean, explicadas bajo ese colchón de homogéneo downtempo, cumplen a la perfección el objetivo para el que fueron compuestas: Generar un universo de algodón de azúcar en el que todos los golosos asistentes se peguen un buen chute de glucosa y salgan con una resplandeciente sonrisa de oreja a oreja. Lo lograron. D.D.

Depedro
Sea en sala o en festival, un concierto de Depedro es una certeza de éxito. Y así fue en el Cruïlla. Cada vez arrastra a un mayor número de amantes de esas canciones emotivas y sinceras, y a pesar de la temprana hora de su show tuvo numeroso público cantando con él. A medio bolo, tras la acertada “Noche Oscura” y la sugerente “Déjalo ir”, dijo: “me da mucha envidia lo bien que lo estáis pasando ahí abajo”. Así que toda la banda se bajó para cantar entre el público ese clásico que es “El Pescador”. A destacar también la tremenda versión de “Fiesta” de Serrat y el fín de fiesta con “La Llorona”. Si alguien se merecía estar en este festival era Depedro. M.A.

Duran Duran
Si sus canciones no te convencían en los ochenta, difícil que lo hagan ahora, cuando suenan totalmente fuera de tiempo. Pero eso no quita que las defendieran con profesionalidad, aunque esta vez les faltó algo de entusiasmo. Repasaron casi completo su recopilatorio de éxitos “Decade” –publicado en 1989– con aires de cierto trámite. Empezaron fuertes con “Wild Boys”, pero unicamente al final del concierto –con “Careless Memories”, “Girls On Film” y “Rio”, temas en los que la voz de Simon LeBon ya parecía haberse calentado– se les vio algo más motivados. M.A.

Editors
Estamos acostumbrados a que, por lo general, se desmerezca cada uno de los nuevos álbumes de los británicos Editors en el momento de su publicación. Pero es evidente que tanto su trabajo en estudio como sus siempre vibrantes directos ganan enteros cuando se analizan con calma y dejamos reposar nuestras opiniones. Como evidente es que el suyo fue uno de los mejores conciertos de la jornada del viernes, con un carismático Tom Smith capaz de dirigir con mano diestra a una banda que equipara solvencia y discreción. Visitaban Barcelona dentro de su actual gira de grandes éxitos –de ahí el repertorio–, pero no dudaron en abrir su show con “Heart Attack”, el robusto primer single de adelanto del que será su próximo álbum. J.S.L.

Els Catarres
Los catalanes son un valor seguro y siempre andan arropados por esa legión de fieles seguidores que ya han perdido la cuenta de las veces que los han visto en directo. Una vez más dieron un bolo solvente que convenció a los acólitos y despejó las dudas de los escépticos. Puede que su fórmula sea demasiado pop para muchos, pero lo cierto es que funciona y de qué manera. Son un diamante y así se presentan sobre el escenario, con una gema amarilla de telón de fondo que les alumbra el camino al éxito asegurado. D.D.

Free Sis Mafia
Desde Madrid llegó este colectivo de cinco mujeres que defiende la cohesión, la libertad y la sororidad a través del rap. A pesar de coincidir con Toteking mantuvieron a su público en la carpa Four Roses. Alternaron temas todas juntas, en parejas o individualmente, todo con gran frescura y energía. A pesar de su singularidad, cuando estaban las cinco la energía aumentaba demostrando que forman un gran equipo. M.A.

Fat Freddy's Drop
Los neozelandeses se las saben largas en esto de moverse por terrenos festivaleros y son el combo perfecto para amenizar una velada estival. En especial su trombonista que sabe sacar el máximo partido a su enorme panza vistiéndose de tenista y marcándose unos bailes que hacen enloquecer literalmente a la peña. Su música se mueve por derroteros Dub, reggae y pop aunque acaba resultando lo de menos, porque en realidad lo suyo se basa en poner a bailar hasta a un cojo sin muletas. Efectividad hecha música. D.D.

Ginestà
Algo falla en la propuesta de los hermanos Serrasolsas en directo que no acaba de estar a la altura de su último trabajo en estudio. Quizás si les arropase una banda de verdad y dejasen de lado los sonidos enlatados, su propuesta ganaría un peso orgánico capaz de embellecerla y hacerla más creíble. Eso y un poco más de los que catalanes conocemos como “esma” –que en castellano se traduce como “ánimo”–, aunque en realidad tampoco sea exactamente eso. D.D.

Habla de mi en presente
Había tenido la ocasión de asistir hace ya bastante meses al “clínic” que los catalanes realizaron durante una semana en La Capsa de El Prat de Llobregat para preparar sus directos, y puedo atestiguar lo mucho que ha crecido su propuesta. De hecho tuve que frotarme los ojos y oídos de forma repetida durante buena parte de su set para certificar que se trataba de la misma banda. A la solidez de su sonido –a lo que debemos sumar lo mucho que ha trabajado su vocalista para convertirse en todo un maestro de ceremonias–, cabe destacar que hayan sabido ahondar con acierto en su vertiente más teatral y que su tecno-rumba es infalible a la hora de poner a bailar al respetable. Ahora sí puedo afirmar que nos darán muchas tardes de gloria festivalera. D.D.

Hot Chip
La edad es lo que tiene y cuando uno lleva la friolera de ocho horas deambulando de escenario en escenario, uno llega algo falto de baterías a según que horas de la madrugada. Quizás esa falta de entusiasmo es lo que me impide clasificar de memorable el concierto de Hot Chip o puede que no. Puede que, en realidad, los británicos se marcasen un bolo correcto y que su propuesta haya ido perdiendo pistonada con los años. En cualquier caso no faltaron piezas vitales de su repertorio como la infalible “Over And Over” o la hipnótica “Boy From School” aunque se dejaron en el tintero una de las más deseadas, “Ready For The Floor”. D.D.

Ill Pekeño & Ergo Pro
Quizás aún no son muy conocidos, pero llevan casi una década currándoselo. Se les pudo ver hace un tiempo de teloneros de Ayax y Prok, y ya prometían. Recientemente han colaborado con Toteking. Y aunque su bolo coincidía en parte con el mismo Tote y con el argentino Trueno, pusieron su carpa a rebosar con seguidores que coreaban todas sus rimas. “Estamos malos (de salud)” dijo Ergo, pero con nosotros el rap está aquí. La sorpresa para todos llegó casi al final, porque apareció el propio Toteking para reventar con “The Lox y “Social Drive”. Pasado, presente y futuro del rap juntos. M.A.

Jack White - Foto: Xavi Torrent

Jack White
Para el que esto escribe fue una de las mejores actuaciones de festival, aunque también fue una de esas propuestas exigentes que necesitan del conocimiento profundo del material que se exhibe porque ofrece pocas concesiones (“Hotel Yorba”, “Fell In Love With A Girl”, “Seven Nation Army”). Por eso no es de extrañar que, a medida que se desarrollaba el set del estadounidense, cada vez se estuviera más cómodo y ancho ante el goteo de deserciones por parte del público. Y es que la obscena orgía de riffs a la que nos sometió White no es apta para todos los públicos. Tan solo para los que han crecido alumbrados por la presencia de Pete Townshend y Freddie King en cada lado de la cama. Solo así era uno capaz de asimilar el desfile de guitarras y ese viaje por lo más profundo del rock’n’roll en el que se haya inmerso Jack White. Alabado sea. D.D.

Joe Crepúsculo
Tuvo que enfrentarse a la masiva actuación de Rigoberta Bandini en la otra punta del recinto, pero ni él ni su público se amedrentaron. Llenó la carpa hasta los topes y fuera se quedaron centenares de personas que querían corear y bailar sus hits. Pero, en el sudoroso interior, la fiesta fue creciendo a toda velocidad y la fábrica de baile del catalán afincado en Madrid volvió a brillar como en las mejores ocasiones. Y es que el Crepus nunca falla. J.S.L.

Juan Luis Guerra 4.40
Sin duda el artista que más público atrajo a esta edición del Cruïlla. Era difícil moverse en cualquier espacio de la amplia explanada frente a su escenario. Un mar de gente bailando y disfrutando de esa combinación de merengue, bachata y salsa que este dominicano factura como nadie. Hora y media casi sin descanso que merece disfrutarse al menos una vez en la vida al margen de que seas o no amante de los ritmos latinos. Difícil nombrar solo unos pocos de los temas clásicos que tocó con esa amplia e impecable banda, “Burbujas de amor”, “Visa para un sueño”, “El costo de la vida” o una versión acústica y sorprendente de “Ojalá que llueva café”. Como anécdota decir que en un intermedio que hizo para tomar aire, le firmó unos vinilos a un espectador, que le entregó cuando volvió. Cerró su concierto con “La bilirrubina”, dejándonos con la sensación de que valía la pena haber pagado la entrada solamente por este concierto. M.A.

Judeline
Ser la protagonista de abrir el festival, jugó en contra de esta joven gaditana que apunta maneras. El público aún se amontonaba en la entrada cuando ella empezaba su show. Sus canciones de ritmos tranquilos aportaron la luz que brilla en su recién publicado primer EP. En general temas cortos con una cadencia que apetecía mucho más escuchar en una playa al atardecer que en una pequeña carpa calentada por el sol. Quizás los pocos que había viéndola, podrán decir dentro de unos años que fueron unos privilegiados. M.A.

Leïti Sene
Actor accidental y trapero por pasión, arrastra una buena legión de fans y parecía que estaban todos llenando la carpa Four Roses. Y eso que coincidía con el cabeza de cartel del miércoles, Rels B. Sus temas repletos de mensajes sobre drogas, sexo y dinero (que para Leïti significan libertad) fueron coreados cual karaoke. Lo cierto es que se entendían mejor que la propia voz de Leïti cuando cantaba con ese autotune que podía resultar algo cargante. Como hijo de catalana y africano, la honra tiene mucha importancia y tanto la buena opinión sobre él como el respeto por nuestra parte los tiene ganado. M.A.

Marcel i Júlia
El tocar entre los contundentes Molotov y el incendiario Residente fue un bálsamo musical que sentó muy bien. Su propuesta llama al respeto al planeta y a tomar partido, pero de una forma agradable, espontánea y sin artificios. Canciones que animan al baile tranquilo y a la vez a reflexionar. Marcel, ex-guitarra y una de las voces de Txarango, y su compañera de viaje Júlia parecen haberse quedado, junto a su banda, con la parte más folk y acústica del espíritu Txarango. Con eso crearon un espacio alegre, festivo y muy agradable. M.A.

Meute
Había ganas de verles en acción y no defraudaron. Se presagiaba que iba a ser una gran fiesta y no defraudaron. Una decena de músicos, todos con chaquetas rojas, en una formación de brass band que suena como un arrollador DJ de techno house. Supieron manejar los tempos como nadie, manteniendo poco a poco el ritmo, haciéndolo bajar y explotar cuando querían para gozo de los miles de personas que se concentraron en su escenario. Y no solo la pista fue una enorme discoteca, en las gradas todo el mundo estaba de pie bailando también. Lo suyo es fiesta asegurada para cualquier festival. M.A.

Miss Bolivia
Un posible error de cálculo colocó a la argentina Miss Bolivia en la carpa Four Roses. El resultado fue que se llenó y que se formó un tumulto de gente pretendiendo entrar. Tira y afloja con la seguridad de la entrada hasta que, por orden de la organización y para evitar altercados, se dejó entrar a todo el mundo. El problema es que resultó prácticamente imposible ver algo. Eso sí, su música urbana repleta de ritmos latinos y sus letras con mensajes de activismo prendieron fuego con una festiva puesta en escena. M.A.

Molotov
Aunque los mexicanos no han parado de tocar durante todos estos años (pandemia mediante), no es menos cierto que su último disco de estudio es de 2014. Sin embargo parece que el cambio de discográfica y agencia de management augura una nueva etapa en la carrera de la banda de la que solamente presentaron “No olvidamos”, single de adelanto que hace un demoledor repaso de las que han sido las diferentes presidencias de un país tan maravillosamente convulso como México. Es verdad que en directo es una canción a la que cuesta cogerle el tono, pero su arrebatador estribillo promete colocarla entre los grandes éxitos de la banda. Esos éxitos que la gente espera para corear con ganas y que no pueden obviar: “Gimme Tha Power”, “Voto Latino”, “Perro negro granjero”, “Marciano” y una esperada “Puto” que, una vez más, aclararon desde el escenario que, lejos de ser homofóbica, es en realidad todo lo contrario. Cosas del idioma, del virus de lo políticamente correcto y de las interpretaciones interesadas. Y así, como una bala, transcurrió un bolo intenso que no quedará para el recuerdo –para ello faltan nuevas canciones que engrandezcan un repertorio debilitado por el paso de los años–, pero que nos hizo pasar un muy buen rato. D.D.

Niña Polaca
La carpa del Cruïlla nos brindó algunos grandes momentos que quedarán para el recuerdo por la cercana y sudorosa intensidad con la que se disfrutaba todo en primera línea. Uno de esos bolos electrizantes y que generaron complicidad en el público fue el de Niña Polaca. Desplegaron su garage punk con unas ganas inmensas de no dejar a nadie indiferente. Lo lograron y demostraron que, en ocasiones, en el bote pequeño está la buena confitura. D.D.

Queralt Lahoz - Foto: Gisela Jane

Queralt Lahoz
Cabe decir que la de ‘Santako’ se temía lo peor. Eso de coincidir en horario con un tótem como Juán Luis Guerra la tenía preocupada y la pobre imaginaba una presencia paupérrima en su concierto. No fue así y la carpa Four Roses presentaba una buena entrada de entregados seguidores que auparon a la catalana a realizar uno de los mejores bolos que le he visto y os aseguro que son unos cuantos. En realidad su set solo presentó un par de novedades en forma de los dos últimos singles que ha editado y que funcionaron a la perfección (en especial “Blade”). Pero me atrevería a decir que el componente electrónico tuvo más peso y que sus versos lucieron más afilados que en otras ocasiones. Me consta que ganó nuevos y asombrados seguidores a su propuesta que la disfrutaban por primera vez y eso no hace más que engrandecer su legión de acólitos. D.D.

Rels B
El concierto final del miércoles lo protagonizó este rapero mallorquín que tiene cifras astronómicas en redes sociales y plataformas de streaming. Desde la independencia se ha ganado un prestigio que se vio reforzado por la cantidad de público que reunió. Él estaba realmente entusiasmado. “Que puta felicidad llevo encima, sois los putos mejores, Barcelona”, decía repetidamente y hasta se bajó al foso para conectar con su público. En hora y cuarto fue capaz de lanzar hasta veinticinco temas, que fueron coreados a viva voz. Aparte de las bases, estaba apoyado también por un batería, un guitarra y una corista, además efectos de humo y pirotecnia y él corriendo de un lado al otro del escenario. Se fue con “A mi” (¡283.736.622 reproducciones en Spotify a la hora de hacer esta crónica!) y con “La última canción” y amenazando con volver. Muchos y muchas lo están deseando. M.A.

Residente,
René Pérez se desnudó de la forma más explicita y descarnada posible en ese hito en forma de canción autobiográfica (que no cantó en directo) titulado “René”. Un tema que contiene todas sus contradicciones, debilidades y miedos. Ansiedad, estrés y una sensibilidad que borra de un plumazo en cuanto se sube a un escenario Ahí, sobre las tablas, es un King Kong de la rima capaz de destrozar a cualquiera tal y como demostró al abrir su set con ese beef con mayúsculas recogido en “BZRP Music Sessions #49”. A partir de ahí ya vino el René de las contradicciones. Ese que es capaz de cargar contra los demás por resultar facilones, comerciales y obvios y por contra ofrecer un set cargadito de grandes éxitos de Calle 13, mostrando muy poco de su posterior carrera en solitario ( tan solo “El futuro es nuestro” y ese trallazo llamado “This Is Not America”). Fue un bolazo, desde luego, y en buena parte gracias a ese grupo de músicos profesionales de los que se rodea, pero la falta de riesgo en su set-list no cuadra con lo que predica. D.D.

Rigoberta Bandini
Si el éxito se midiera por la popularidad, ya tendríamos a una de las triunfadoras del Cruïlla. Al inicio de su actuación, que no era en el escenario principal, el noventa y cinco del público estaba a sus pies. No es de extrañar que se quiera retirar en breve, tanta fama instantánea no puede ser buena para nadie. Su show, entre espontáneo y amateur, resulta hasta gracioso. Y temas absolutamente coreables como “In Spain We Call It Soledad”, “A ver qué pasa”, “Julio Iglesias”, “Perra” y, cómo no, “Ay Mama” lo demostraron. Tampoco hay duda en esas letras con mensajes reivindicativos, pero explotar el filón en demasía tampoco es positivo. Un ejemplo, esa relectura de “Los días de la semana” de Miliki y Los Payasos de la Tele convertida en “Así bailaba”, con giro de guión en la letra –aunque una marca de detergentes hiciese lo mismo hace un año–, que ha grabado recientemente con Amaia y que presentó con ella. Por eso no nos extraño demasiado que acabasen antes de tiempo por falta de temas. M.A.

Rubén Blades
Al final de su concierto Blades agradecía al Cruïlla haber podido tocar dos horas y dieciséis minutos (aunque para él, tocar más de tres horas puede ser normal). En total más de una veintena de canciones para repasar la amplia discografía de este magistral cronista social. A sus espaldas, la Big Band de Roberto Delgado (veinte músicos) que lleva acompañándole más de diez años. De nuevo, la explanada frente al escenario estaba repleta de gente con ganas de poner en común lo aprendido en sus clases de salsa. Con una elegancia suprema y una excelente voz, Blades, con setenta y cuatro años ya, fue presentando cada tema ofreciéndonos datos sobre el momento en que lo escribió y el porqué de su letra. Impresionante. Hubo clásicos como “Pablo Pueblo”, “Ligia Elena”. Hubo momentos de crooner con esa versión salswing de “Watch What Happens”. Recordó a Héctor Lavoe con “El cantante” (que fue polémico en su momento). Explicó el poco éxito del controvertido disco “Agua de luna” y cantó “Ojos de Perro Azul”. Y cerró con “Pedro Navaja”, recordando a la catalana Orquesta Platería, y el emotivo “Patria”. La suya sí que fue una autentica y memorable clase de salsa. M.A.

Sleaford Mods
Tienen universo propio y para darse cuenta solo es necesario pasar a verles alguna vez. Andrew Fearn le da al play y –¡novedad!– no deja de bailar mientras Jason Williamson se retuerce cantando-rapeando sobre el egoísmo, la desigualdad o la apatía. Si no tienes un buen nivel de inglés te va a ser muy difícil entender sus frases. Sin embargo, la pasión que le ponen y lo vibrante de sus ritmos post-punk te empujar a bailar durante todo el show. Esta vez además se atrevieron con su desnuda versión del “Don’t Go” de Yazoo. M.A.

Stay Homas
Si por algo quedará para el recuerdo la actuación de Stay Homas es por la fulgurante aparición de Rubén Blades sobre el escenario para acompañarles brevemente en “Es por ti”. Ya solo por el hecho de vivir ese momento su actuación mereció la pena. Bueno, por eso y por ese desparpajo tan simpático y entrañable que exhiben desde el escenario, refrendado por una batería de canciones de lo más variado, en la que hacen un repaso a la mayoría de estilos latinos habidos y por haber desde su prisma de pop simple, que no sencillo. Perlitas como la trepidante “Here To Play” o la más emotiva “Les merdes” trazan un arco en el que cabe de todo y que ellos saben elevar gracias a unas armonías vocales que representan una de sus mejores bazas. D.D.

Tanxugueiras - Foto: Gisela Jane

Tanxugueiras
Lo que está sucediendo con este trío de simpátícas gallegas es bastante inexplicable, o puede que no. Puede que su paso por televisión las haya aupado a convertirse en un fenómeno popular que ellas, por el momento, saben mantener a base de un vitalismo electro-folk que solo flaquea cuando, tras un buen rato, empieza a resultarte algo repetitivo. En cualquier caso su desparpajo es capaz de materializar unos cuantos momentos de intensidad que encajan de lleno en la filosofía festiva de cualquier festival. D.D.

Toteking
Hay que poner en contexto que la actuación de Toteking fue el miércoles, cuando todo el grueso de la programación iba destinada a un público mucho más joven del que en teoría pudiera tener “el pureta del rap” (como él se refirió a si mismo al empezar su concierto). Pese a ello, consiguió que casi todo el público de ese día estuviera en su escenario prestándole atención, respeto y coreando sus barras. Apoyado por Enjoy Canoa y Dj Nexxa, su entrega fue total. Como siempre. Empezó con “No hay manera”, “Totehijoeputa”, “Oversize y “Brindis”, temas de su último trabajo “The Kingtape”, para después repasar un potente catálogo de éxitos en el que no faltaron “Botines” o “Mi política” recordando a Shotta. Cerró con “Como en casa” y “Sota, Caballo y yo”, o sea una master class para los nuevos valores. Lo dijo bien claro cuando se despidió: “Rapeando desde 1996. Nuestra política es estar fuerte siempre”. ¡Ah! y no solo eso, sino que poco después de acabar se fue a la carpa en la que actuaban Ill Pekeño & Ergo Pro para colaborar con ellos. Otra lección de humildad y amistad. M.A.

Travis Birds
Con el recuerdo aún presente de su magnífica actuación hace unos meses en el Bikini de Barcelona, el set de la madrileña inaugurando el escenario grande del CruÏlla me supo a poco, muy poco. Y máxime cuando el sonido no acabó ajustándose del todo y la guitarra solista sonó apagada y opaca con lo sangrante que resulta eso cuando llega un solo. A ella, sin embargo, le sobraron actitud y ganas y nos alumbró con esa sonrisa franca con la que teje sus bonitos historias. No me cabe duda que un espacio como la carpa le hubiera venido mucho mejor a sus canciones. D.D.

Trueno
“Entre el Bien y el Mal, desde Argentina, Buenos Aires, de la república popular de la Boca, en un barrio fino, pero ladino, dulce, pero asesino, de artistas y malandrinos, nació un Trueno”. Esta fue la presentación que se escuchó al inicio de la actuación de este rapero y freestyler argentino, que en directo fue un autentico torbellino. Acompañado por una banda completa, y apoyado en las rimas por Pedro Peligro (su padre), sus canciones sonaron bien potentes, y no solo por el volumen. “Mamichula”, “Atrevido” o “Dance Crip”, con la que acabó, desataron la locura y le llevaron incluso a lanzarse al público. A propósito, puede que algo le hubiera pasado durante su visita a Barcelona, porque acabó diciendo “Todos juntos somos una banda. Que se atrevan ahora los Mossos a pararnos”. M.A.

Vintage Trouble
Para algunos banda sobrevalorada, para otros un secreto a voces todavía por explotar. En realidad no fue el mejor bolo que le hemos visto al cuarteto angelino –reforzados esta vez con una corista–, pero nadie puede negarles su entrega. Ty Taylor, su cantante, bailó, se contorneó, dio patadas al aire, se arrastró, saltó a la comba, giró sobre si mismo o se tumbó en el escenario, para enfatizar la interpretación de cada canción. Y sonaron potentes en el blues excitante “Low Down Dirty Dog”, más clásicos en “Nancy Lee” o más arrolladores en “Pelvis Pusher”. Lástima que las dimensiones del escenario difuminasen algo su encanto. M.A.

Zahara
A nadie se le escapa que, en la propuesta actual de Zahara, la influencia y peso de Marti Perarnau “Mucho” ha ganado enteros. De hecho el nuevo espectáculo bautizado como “#PUTARAVE” tiene mucho de la deriva electrónica en la que habían caído MUCHO en su última etapa en directo. En todo caso, lo cierto es que el espectáculo funcionó, pero solo a medias. Tras el descoloque inicial, cuesta engancharse a la propuesta y no es hasta el final cuando suenan hits como “Merichane” o “Berlin U5” cuando la cosa se desmadra y cobra el sentido que al principio no acabamos de encontrarle. Igual a una hora más tardía y en un escenario más recogido el paroxismo dance hubiera sido mayor. D.D.

Escenario Comedy
La gran cantidad de conciertos dejaba poco margen para acudir al escenario en el que los cómicos luchaban para ganarse su espacio. Pero aquí va un brevísimo resumen de lo que pudimos ver. Valeria Ros nos divirtió con sus problemas para ligar. Sergio Bezos insultó y se metió con todo bicho viviente, eso sí, con cariño (creo). Xavi Daura (la mitad de Venga Monjas) nos hizo imaginar qué podrían haber sido, algunos famosos, en caso de que no haberlo sido. ¡Pobres famosos! Manel Vidal nos creó un dilema existencial por cuanto se valora la vida de los demás en tiempos de Covid. E Ignatius Farray, que empezó afirmando que la comedia es el nuevo rocanrol, llevó como siempre su personal humor al extremo, planteando los limites de la libertad de expresión. M.A.

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