El cielo no es el límite

Resulta revelador asistir a un concierto de Viva Belgrado en la misma semana en la que se ha conocido el fallecimiento de Steve Albini porque puedes ver el hilo invisible que hace que todo esté conectado, que nada se pierda y continúe fluyendo. Fue un hombre que definió un sonido, claramente emparentado con Viva Belgrado, pero sobre todo una ética y estética que se defiende con sangre, sudor y lágrimas sobre el escenario.

Asumiendo fielmente esos postulados, los cordobeses tacharon Valladolid de una interminable lista de ciudades que conforman el tour en el que se han embarcado, porque cuando haces un disco como “Cancionero de los Cielos” (Fueled by Salmorejo, 24) tienes que ir a sacar al público de sus casas para enfrentarlo a la experiencia que exige la obra. Lo cierto es que el numeroso público presente no sólo estaba dispuesto a aceptar el reto, sino que parecía estar allí para canalizar los sentimientos que habían acumulado con las escuchas previas y cantar a pleno pulmón cada una de las canciones.

El resultado fue una de esas noches mágicas en las que músicos y oyentes están en otro plano de la realidad. El nivel de exigencia de Viva Belgrado roza lo enfermizo. No contentos con presentar un disco que estará entre los mejores del año, en directo entregan una concentración, intensidad y precisión descomunal, probablemente porque ejecutar esos temas es más propio de malabaristas de cuchillos que de músicos. No cabe duda que se han trabajado a conciencia esta gira que les va a llevar por media Europa (además de Rabat, Santiago de Chile y Tokyo), pero sobre todo han asumido el riesgo de ponerse emocionalmente al límite, Cándido Gálvez para abordar esas letras y el resto de los miembros de la banda en un ensimismamiento místico cual derviches danzando su alma hacia el cielo.

Como no podía ser de otra manera, el repertorio se centró en su último álbum, que pareció hilado con interludios instrumentales para transmitirlo como un relato único. Reseñar que, por supuesto, tuvimos la suerte de poder contar con el pucelano Erik Urano en “Jupiter and Beyond the Infinite”. Viendo esa desbordante valentía creativa para experimentar con tantas referencias musicales, uno sale del concierto de Viva Belgrado con la contradictoria sensación de que lo mejor está por llegar, pero, al mismo tiempo, parece difícil mantener esa altura sin que el sol derrita las alas. En cualquier caso, en el camino de saber si existe o no el lugar al que quieren llegar, Viva Belgrado se encuentran en un momento excepcional que conviene no perderse.