De los farolillos al neón
ConciertosOjeando Festival

De los farolillos al neón

8 / 10
David Pérez Marín — 12-07-2016
Empresa — Ayuntamiento de Ojén
Fecha — 01 julio, 2016
Sala — Diversos escenarios de Ojén
Fotografía — JM Grimaldi

Hay festivales que tienen tanta personalidad que le dan una pincelada de luz imborrable a cada nuevo verano, ola ineludible que cualquier amante de la música debería coger alguna vez y dejarse llevar hasta la siguiente. En la antesala de su décima edición, Ojeando Festival sigue circulando por ese idílico callejón que te traslada de los farolillos al neón.

Llegar a Ojén, pueblo blanco entre montañas que aparca a pocos kilómetros de Marbella y perderse por sus calles encaladas, balcones de flores y plazas donde se sigue degustando el tiempo, no tiene precio. Nos dejamos caer por sus cuestas hasta desembocar en una feria llena de colores y olores, es viernes y nos reciben con los brazos abiertos y un cartel cargado del mejor indie del momento. Parada de avituallamiento entre buenos amigos y cervezas, con Abraham Boba y los suyos en la mesa de al lado, y nos dirigimos al escenario principal, donde Hungry Butterfly prometen “un día especial”. El dúo malagueño formado por Paloma y Armando inunda el patio del colegio con su electropop de tintes psicodélicos, ese con el que se proclamaron ganadores de esta VII edición de Ojeando Nuevos Talentos. Tras ellos sale Carlos Sadness con claras intenciones de acelerarle el pulso a la noche. Lo consigue, ukelele en mano y melena al viento, con “Que electricidad”, “Miss Honolulu”,”Hoy es el día” o “Perseide”. Una actuación llena de buena energía que cala hasta al menos fan de los presentes.

Antes de que pisen las tablas ya resuenan los rugidos y la luna tiembla… Se avecina el mejor concierto de la jornada y del festival. Salen con “Tipo D” y en pocos segundos nos llevan por delante. La banda es un tornado en el que todos se funden y a todos arrastra. El magnetismo de Boba ha alcanzado un potencial abrumador, se mueve por el escenario o entre el público como un tiburón insaciable del que sabes de antemano que no podrás escapar. Su último “2” arde en vivo y “California”, “Gloria” o “La Rivera” nos estallan en la cara sin que apenas podamos parpadear. La “Revolución” es imparable y César golpea el centro de la Tierra con sus baquetas en una “La palabra” que abre en dos el más profundo de los mares. El final apocalíptico y redentor de “Ser Brigada” nos supera y remarca lo que ya sabíamos: hoy por hoy, no hay banda en el panorama nacional que le haga sombra a León Benavente en directo.

leonbenaventeojeando

A Delorentos, que ponen el toque internacional al festival, les toca reconstruir la pista tras el terremoto, y nos hacen bailar con hits pegadizos como “Secret” o “Forget the numbers”. L.A. dan un concierto correcto (nunca podrían dar uno malo), pero salen con el piloto automático, les falta magia y se les ve incómodos por la hora. Aún así, con “Outsider” y “Love come around” hacen saltar chispas. Y bailando nos retiramos con ElyElla.

Es sábado y “El amor está en la tierra” y en el escenario principal con los granadinos Trepàt, que nos regalan la oscuridad resplandeciente de su último disco. Y mientras Italia se despide en los penaltis con Alemania, Soleá Morente y su flamenco indie nos mecen en el escenario principal. Desgrana su “Tendrá que haber un camino” y entre fandangos, tangos y sevillanas, siempre presente el recuerdo de su tío Juan Habichuela. Pasión y sentimiento en estado puro.

Full, de promesa a primeros espadas, encienden la noche y hacen volar tan alto a los asistentes como luego lo harían los cabezas de cartel Supersubmarina. Así caemos rendidos bajo una balacera de Sevilla a Baeza que tras “Aullando”, “Alabama” o una “Privée” que roza en su estribillo alguna que otra estrella, nos vuelve a enredar en la madrugada con “Hermética”, “Ana” o “Canción de guerra”, capitaneado el ataque por un Chino en estado de gracia que termina por tomar la colina de Ojén con una atronadora “Puta vida”.

Nos pasamos por la plaza y la Bud Spencer Band, parte ya de esta historia, nos sacuden el pop con un buen puñado de covers de rock n roll, desde The Who a Joe Cocker.

La lluvia electropop de Javiera Mena y su espectáculo de bailarinas ponen el broche a un festival en el que aún gira la bola de espejos en el escenario del Molino.

Es cierto, que no te lo cuenten, el año que viene peregrina en busca de ese valle encantado donde la música dura hasta el amanecer y más allá.

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