Como si de la orquesta en una verbena se tratase, Mujeres llegaron a Santiago de Compostela con un concierto en sesión doble: vespertina y nocturna. Después de tener que aplazar varios meses este evento (previsto para finales del pasado año) por problemas con el anterior recinto escogido, el tour de este “Desde flores y entrañas” (Sonido Muchacho, 23) llegaba a la capital gallega en este peculiar formato.
Y, a la postre, la fórmula resultó ser un éxito porque permitió disfrutar por partida doble a los asistentes del pop-rock de un grupo que hoy coquetea con el éxito masivo tras años de furgoneta y carretera. Entre el público del segundo pase -el aquí reseñado- se encontraban varias personas repetidoras tras la primera sesión, dispuestas a seguir bailando, saltando, chocando y cantando desde lo más hondo del pecho los estribillos de un grupo que factura éxitos con facilidad inusitada.
“Las victorias y derrotas” abrió la veda con la receta infalible de Mujeres: arrebatos guitarreros, sintetizadores milimétricos, juegos a varias voces, letras derrotistas y a la vez esperanzadoras. Pocas decisiones tan acertadas como el título de su EP “Rock y amistad” (Sonido Muchacho, 21) para condensar en tres palabras la esencia de una banda. Yago, Pol y Arnau exudan camaradería desde el escenario. Hay risas. Ganas de pasarlo bien. Pocas preocupaciones, incluso pese a algún problema de sonido puntual. Da igual que se cante al hartazgo vital (“No puedo más”), a la angustia existencial (“Siento muerte”), a lo cotidiano (“Tú y yo”) o a lo inefable (“Un sentimiento importante”). El ambiente es frenético. La entrega, total.
Encadenan, entre bromas y conversaciones con el público, más de una veintena de canciones. Todas cortadas por patrones similares. Todas igual de celebradas. Y, como si acaso la discografía de Mujeres no fuera suficiente para sostener el concierto por sí misma, deciden tirar de versiones para despedir una actuación que desbordó el pequeño aforo de la Sala Sónar. “No volveré”, de los navarros Kokoshca, y el clásico proto-punk de Los Saicos, “Demolición”, fueron el broche de un concierto concebido para hacer vibrar, sudar y disfrutar.
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