"Ya no vivo más la vida/la vida ahora me vive a mí/me estoy sintiendo bien así/la vida antes era aburrida/ya nunca más voy en caída/sólo para arriba voy/y si es arriba donde estoy/más arriba estaré yendo”.
Ese mantra de superación que cantó a capella una y otra vez el uruguayo Juan Wauters en la suerte de concierto inaugural del jueves, rebosante de autenticidad y felicidad contagiosa, sirve como himno de este Monkey Week SON Estrella Galicia 2019. Una undécima edición que pese al chasco de cancelaciones de última hora como la de El Peti de Cal Eril, los franceses Lysistrata y sobre todo la de los esperadísimos cabezas de cartel, los australianos Tropical Fuck Storm, fue (como cantó Wauter) “yendo para arriba” y nos dejó una nueva muesca en el lado izquierdo del pecho, además de algún que otro moratón y resaca indefinida.
Seguimos una vez más y en la mejor de las compañías, las baldosas amarillas, esas que nos conducían al Puerto de Santa María y que ahora, por cuarto año consecutivo nos llevan a ese mundo de Oz que encontramos en la Alameda de Hércules sevillana (y alrededores), donde todo puede pasar y está casi prohibido parpadear.
Aterrizamos bajo la lluvia y buscamos cobijo en el ya mítico escenario de los coches de choque, con los tambores de Ramos Dual atronando y despejando nubarrones. Cerveza en mano y neones de colores iluminando la pista, despega nuestro mono con la nave espacial de ritmos electrónicos y atmósferas envolvente del dúo Kindata, enlazando temas hipnóticos como Bring in the dark, para terminar poco después, en el mismo escenario, por alcanzar velocidad de crucero y romper caderas con Monterrosa. Rocío Chillers y Esnóquel al mando, ponen boca abajo la pista de autos locos a base de una tromba de hits bailongos en los que el festival alcanza su primer techo de diversión y altas temperaturas. De las explosiva Fauna, a estrenar en directo el último single Flores en el parking, con bandera arcoíris hondeando incluida, regalo de una fan adolescente y promesa cumplida que le hicieron, de que siempre la llevarían en vivo. Poco antes, conocemos y disfrutamos de la gaditana Manola, que templa la tarde con una buena dosis de música negra, bien acompañada por su banda en el espacio Santa Clara, en la que destaca la sesión de vientos.
Juan Wauters
La naturalidad y la pasión con la que el uruguayo Juan Wauters inaugura el Teatro Alameda, en un set acústico solo acompañado por su guitarra, nos atrapa desde el primer minuto. Interactuando a cada paso (hasta invita a subir al escenario a una espontanea antes de empezar y le da una silla) y aceptando peticiones al vuelo. El público lo acompaña en cada estribillo y la comunión es total. No faltan joyas de su repertorio como Todo terminó, Bichi, Disfruta la fruta o las muy coreadas Escucho mucho y Guapa. Se quita la camisa y rasguea las cuerdas de su guitarra como si no hubiera mañana, arremolinándola en el aire y saltando para intentar alcanzar ese cielo que casi rozamos por momentos. Mece la luna y crea un universo reconfortante en la sencillez de Así o más, Blues chilango y una muy sentida Mi vida, para terminar bajando del escenario y cantando entre el público sin micro, regalándonos una vez más ese “ya nunca más voy en caída/sólo para arriba voy...”.
Cogemos aire y bailamos en La noche silenciosa que All La Glory colorea con cada tema de su nuevo álbum Disco Fantasma (19) en el Espacio Santa Clara, para volver a acelerar el pulso de la jornada en el Teatro Alameda al ritmo de Cayetano, La canción de Juanita, La noche de los muertos vivientes y el resto de éxitos venenosos de unos Carolina Durante que cuelgan el no hay billetes de la edición.
Carolina Durante
La madrugada no espera y la electrónica brota en la sala Even de los Sarmientos lorquianos que tejen Ruiseñora. Dream pop con regusto a folclore patrio que nos deja embelesados, con aparición sorpresa (esto es el Monkey) de Sole (Le Parody). Al día siguiente, le devolverá regalo y dueto Elia Maqueda a Sole en el Teatro Alameda.
Toca volar y primero flotamos con Ferran Palau y su “Univers” de emociones vaporosas, que se nos quedan pegadas como salitre en la piel, haciéndonos levitar hasta la siguiente sala tras el Serà un abisme final. Del R&B mexicano de Girl Ultra, a la elegante sensualidad de Blanco Palamera, pasando por los cantos de sirena de Nuria Graham, atrapándonos en cada embestida de sofisticado dream folk de sello propio. Y si la corona del baile es para Baiuca, mezclando raíces ancestrales gallegas con la electrónica más vanguardista, la furia y los pogos del jueves caen a cuenta de Medalla y unos adictivos e inflamables Kings of the Beach, a los que les seguiremos la pista al día siguiente.
El viernes amanece para nosotros en la pista de coches de choques, esquivando la lluvia con el noise punk de Lucro, cerveza y plato de berzas de regalo (el sábado serán papas con chocos, Monkey rules), para seguir mar adentro con la ola garagera, fresca y gamberra de Aloha Bennets, caldeando el ambiente y evaporando cualquier ínfima posibilidad de siesta.
Las ondas de libertad sonora también llegan y amanecen en la Penitenciaria de Sevilla I, donde el Monkey organiza otro de esos conciertos especiales para el recuerdo, esta vez de la mano de Rocío Márquez y Manuel Herrera al toque. Flamenco y aire fresco para 200 reclusos, demostrando que, a la voz y la música, como dijo José Domínguez “El Cabrero”, no hay quien la pare, ni rejas, ni paredes.
Las más de 160 actuaciones programadas no esperan y hay que organizarse, así que corremos bajo la lluvia y divisamos la Torre Don Fadrique, en el escenario SGAE, con María Guadaña y sus Afiladores quitándonos el frío en pocos segundos, desafiando toda tormenta y creando una propia en cada interpretación. Con los ecos del Cuanta belleza de la PJ jienense aferrados a nuestros oídos, nos teletransportamos a la sala Itaca, para adentrarnos en la melancolía luminosa de Delbosque, que nos dejan con ganas de más en un directo en el que destaca la intensidad instrumental de temas como Sin centro de gravedad y canciones redondas como Las fuerzas, que tararea hasta el que no se la sabe.
Y tras una ración de Puñales multicolores, de la mano de la Lana del Rey instagrammer, Yana Zafiro in da house, estrenamos el escenario Tomavistas (Monasterio), que aparte de estar mal iluminado, deja mucho que desear en su sonido. Pese a todo, José Domingo y su banda se dejan como siempre la piel y entre una balacera de canciones magnéticas como “Un segundo más así”, “Lunar” o la rave “Mas que perfumado”, bailando entre el público, vuelven a ganar la partida.
Llegamos justo a tiempo para reconfirmar que los sevillanos Victoria Ford suenan tan bien en directo, como en su último Grandes éxitos, mejores descartes (19), y pillamos el fin de fiesta de The Zephir Bones en Fun Club, dejando su estela luminosa de psicodelia marcada a fuego en cada uno de los presentes. Por cierto, demasiado estrictos con los tiempos... Vale que no dejes empezar a una banda otro tema si se pasó de hora, porque, como todos sabemos, es necesario cumplir el guion para que un festi con tantas actuaciones no se vaya de madre, pero los Zephir Bones sufren un corte de sonido (y más grupos se suman a este hecho) de malas maneras, antes de poder terminar el último tema al que le quedaba un suspiro... Habría que tener esto en cuenta para la próxima y cuidar las formas en ese sentido.
En el centro de la Alameda nos acercamos a los cordobeses Algunos hombres, que presentan su último Experimentación y Ensayo (19) en el nuevo escenario ICAS, rodeando al público asistente con una brumosa dosis de medido folk-rock, para volver a correr y repetir baño de sudor y alto voltaje con los vigueses Kings of the beach.
Los Punsetes
Toca punk y boda negra con Los Punsetes en el Teatro Alameda y Ariadna, que nunca defrauda con sus diseños, sale vestida de radiante luto para la ocasión... La locura tarda segundos en extenderse como la espuma, con gente subiendo y saltando del escenario en medio de una traca de clásicos, salpicados de temas afilados de su flamante Aniquilación (19). De Dinero 2 a Vas hablando mal de mi, pasando por la imprescindibles ¡Viva!, Estrella distante, Me gusta que me pegues o Tus amigos.
Apuramos la vida que nos queda y nos damos un revolcón en la psicodelia preciosista del austriaco Pressyes, que, tras fallos técnicos en Monasterio, logra arañar su mejor sonido y vibramos con temas como Summertime o Hideaway, ambos de su disco On the run (18). Desandamos el camino y nos cae el confeti brillante y colorido de Cariño, que tiene a la pista de coches de choque comiendo golosinas de su mano, a ritmo de Canción de pop de amor. Cruzamos de nuevo la puerta del Teatro Alameda y Sole (Le Parody) tiene ya montada su verbena/rave particular, demostrando en un parpadeo por qué su disco Porvenir (19) aparece en casi todas las quinielas de lo mejor del año. Vestido de flecos y mantillas vistiendo la mesa en la que crece su alquimia electrónica, firma uno de los conciertos más singulares y brillantes de esta edición, alcanzando clímax varios en la montaña rusa que pasa por Hondo agujero, La puerta o Europa.
Le Parody
Hay que elegir y nos quedamos con María Yfeu en la Sala X, que junto a su banda vuelve a dejarnos marca con su voz, acunando la madrugada entre el soul más clásico y ecos tropicales de serpenteante elegancia jazzística.
Nos llegan las ondas de psicodelia y ritmos del desierto africano de Zulu Zulu y terminamos el baile de máscaras con una rave más, poliédrica y tóxica, de una oscuridad resplandeciente y redentora, de la mano del omnipresente Bronquio.
El sábado comienza con chocolate con churros e ibuprofeno bajo la lengua. Carrerilla y de cabeza a La batalla de bandas de Radio 3, con un sol mañanero que por fin se presenta y nos echa una mano para justificar las gafas oscuras. Apuntamos las matrículas de Moura, Compro Oro, Bestia Bebé, Hickeys y My Expansive Awareness. Disfrutamos con la nueva ola granaína de Colectivo Da Silva, la cumbia lisérgica de Los mejillones tigres y la garra de Amparito. El mambo (con patadita al aire incluida) lo pone Tito Ramírez, y Bosco y Petróleo (bailando sobre nuestras tumbas y con homenaje incluido a Bola de nieve) nos vuelan la cabeza.
Ángel Carmona entrega el trofeo a los ganadores de la décima batalla de bandas y, alzando en el aire la Botella de Anís del Mono, Ignatius Farray (Petróleo) grita su All right!.
Nos vamos en busca de papas con chocos y más música a los coches de choque y Timid Kooky nos pasan por encima una y otra vez. El trio lituano firma uno de los directos más locos de esta edición, poseídos por el espíritu de Mike Patton, Tool y Paco Loco, un cóctel explosivo que rezuma maestría instrumental y desenfreno a partes iguales. Se vacían en el escenario, entre el público, revolcándose por el suelo y saltando una y otra vez. Solo les falta sacar un conejo de la chistera. Mención especial para la versión ralentizada de una Toxic de Britney Spears que nos deja una sonrisa permanente para el resto de la velada.
Nos acordamos de Chile y terminamos celebrando la vida y todo lo demás con Combo Chavela y una conga improvisada en escenario principal, para proseguir la aventura y descubrir en medio de la Alameda a la banda eslovena Koala Voice, con la joven Manca Trampus a la cabeza, una suerte de huracán que se mueve entre Kate Tempest y Mattiel, con un torrente vocal propio y una rock & roll actitud totalmente magnética. Nos tatuamos a fuego su nombre.
Y tras el torbellino esloveno, cogemos aire con la sensualidad y naturalidad de Pavvla primero y luego, nos dejamos arrastrar por el dream pop abisal de las jienenses Uniforms, que preparan las brasas en una pista de coches de choque que no dejará de temblar durante todo el show siguiente... El concierto más loco y divertido del festival en el escenario Jägermusic, lo sellan los “King Gizard italianos”, Bee Bee Sea. Pogos continuos y gente volando por encima del público sin parar, en el mejor de los ambientes, con cover ultra festivo del Piangi con me como uno de los momentos álgidos.
Bee Bee Sea
El cansancio apremia y el potasio en vena de los canarios Texxcoco nos resucita, reventando el aforo del escenario SGAE y haciendo que se tambalee la Torre Don Fadrique. La fiesta no se detiene y justo al lado, en el patio de Santa Clara (escenario INES), Romero-Martín toma el relevo y hace que la luna se torne bola de espejos, al ritmo de una de las propuestas más atrevidas, montando una singular rave que se mueve entre sintetizadores, poesía irreverente y combativa, flamenco y tangos argentinos.
Fornet sufren el peor de los sonidos en Monasterio y los fallos técnicos no nos dejan disfrutar de los belgas, que brillan por momentos, pero que se muestran, como no podía ser de otra manera, incomodos y superados. Ojalá podamos verlos en mejores condiciones muy pronto. Del escenario Tomavistas nos escapamos a Kafka y gozamos muy mucho de las atmosferas envolventes del dúo lisboeta Bluish, con esa energía y sombras luminosas que nos recuerdan a los Beach House más absorbentes. Aún flotamos en el Mess final.
No hay stop y la “fiesta en el barrio” sigue con Bestia Bebé, poniendo boca abajo la sala Holiday, repitiendo con Moura, viviendo el camaleónico renacer electrónico de las canciones de un Quentin Gas casi en trance, en el broche de oro final de la pista de coches de choques y degustando, de principio a fin, la descarga de la banda “escocesa” Savage Mansion, que tras la triste cancelación de TFS, llenan hasta la bandera Fun Club. Del incendiario Older and wiser que cierra su sobresaliente Revision Ballads (19), a las pegadizas Elwwod o Do you say hello to your Neighbours. Puro nervio y buenas vibras, con Craig Angus saboreando cada fraseo.
Savage Mansion
Y si los Tropical suspenden el show, ¿quién puede salvarnos de ese vacío inabarcable? Sí, esa misión solo puede recaer para el super héroe sin capa y con calzoncillos estirables hasta el infinito y más allá... Paco Loco y los Jaguares de la Bahía al rescate en el Teatro Alameda, a base de guitarrazos, temas pegadizos y mucha punk actitud marca de la casa. Nos unimos a la locura y el tsunami no engulle con Contribution” y Radio Stress, ambos zarpazos pertenecientes al recién publicado Clasic Horrors (19). Salimos vivos de milagro y en Holiday, nos dejamos la voz, mintiendo y cantando con Kokoshca el No volveré.
El Teatro Alameda sufre el terremoto de mayor fuerza con la kinkidelia imparable de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que se recolocan su corona en casa y ocupan su trono con el beneplácito de todos. Mascletá completa de su disco homónimo con la banda a tumba abierta, más una Nana del caballo grande que corta la respiración.
No cabe un alma en la sala Even y Belako echa el resto. Sus hits noise pop incontestables, de Over the edge a Sea of comfusion, nos dan una raya de batería extra para afrontar la recta final.
Acelerón y último salto al abismo en los bucles instrumentales de stoner y psicodelia kraut de los portugueses Solar Corona. ¿Y de postre? Pues Arroz con cosas y fuegos artificiales a cargo de Camellos.
Más de 10.000 asistentes, 128 Artistas, 80 Conferenciantes, 1400 profesionales acreditados y el sol ganándole finalmente el pulso al otoño, dan fe que, pese a la lluvia de los dos primeros días, las cancelaciones inesperadas y algún que otro problema técnico, este undécimo Monkey ha sido, como vaticinaba el spot protagonizado por Paco Loco, muy satisfactorio.
Recuerda lo que cantó Juan Wauters, “la vida antes era aburrida/ya nunca más voy en caída/sólo para arriba voy...”. Que no te lo vuelvan a contar, vive y para la siguiente edición, ¡deja que te viva el Monkey!
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