La misma semana que el frío se apoderó súbitamente de Pamplona, el trío Kitty, Daisy & Lewis visitó la capital navarra. Era el último concierto de su gira española y muy poco les faltó para llenar la sala Zentral. Ni las bajas temperaturas, ni la lluvia, ni el hecho de que fuese miércoles impidió que varios centenares de personas asistieran al concierto. Y es que los ingleses traían armas suficientes para combatir la gelidez ambiental.
Ingleses, sí, y conviene subrayarlo, porque escuchando las canciones de Kitty, Daisy & Lewis cualquiera diría que el grupo proviene del mismísimo Nashville. Su música es una amalgama de estilos (rockabilly, blues, swing…), todos ellos enclavados dentro de la tradición americana, y muy especialmente del rock’n’roll más primigenio que marcó sus orígenes, si bien es cierto que en sus últimos trabajos se han ido abriendo a otras sonoridades.
Esos fueron los ingredientes que exhibieron en Pamplona. Como es habitual, los tres hermanos Durham iban cambiando de instrumentos y se turnaban las voces de cada canción. No estuvieron solos. Al fondo, en un discreto pero muy eficaz segundo plano, contaron con Graeme Durham a las guitarras e Ingrid Weiss al bajo y contrabajo, que son ni más ni menos que los padres de los hermanos. Es decir, la familia al completo sobre las tablas, y el acompañamiento especial del jamaicano Eddie “Tan Tan” Thornton en algunas canciones, que a la postre fue quien más interactuó con el público. Su trompeta brilló especialmente en la espléndida “Turkish delight”, y también estuvo presente en otros cortes como “Whenever you see me” o “Good looking woman”.
Como se ha dicho, los tres hermanos estuvieron intercambiando sus instrumentos durante todo el concierto, dependiendo de quién cantase los temas que iban interpretando (“Bitchin in the kitchen”, “Baby bye bye”, “No action”, “Going up the country”…). Todas las formaciones funcionaron bien, pero quizás, si hubiese que elegir sólo una, esa sería la de Daisy en la batería (con su espectacular pegada), Kitty a la armónica (terminó en concierto tocándola entre el público), y Lewis en la guitarra. Así consiguieron los momentos más álgidos de su actuación, aunque, a decir verdad, no hubo bajones durante la hora y media larga que estuvieron sobre el escenario; no puede haberlos con semejantes canciones, semejante imagen y semejante actitud.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.