Proyectando sonidos

Es una pena que una propuesta tan estimulante como la de Oihan, el proyecto personal Guille Aragón (Arizona Baby, Cosmic Birds, Tuxedo), tenga que buscar a su público en la (gloriosa) clandestinidad de los Cines Casablanca de Valladolid. Si las macrofiestas que han terminado depredando el mercado de música en vivo de este país hubieran dejado lugar para los pequeños festivales con criterio, Oihan hubiera presentado “Domar la Luz” (Calaverita Records, 24) en eventos como el añorado Tanned Tin, ese festival organizado por la mítica discográfica Acuarela en el que se disfrutaba cómodamente sentado de los grupos arty del momento con la atención que requiere esas músicas íntimas y experimentales.

La idea del músico de Pucela, arropado en la instrumentación por David Hernández y Ángel Román, de expandir sus canciones con las audiovisuales que proyectaba en directo el video-jockey Héctor de la Puente (de ahí lo de citarnos en un cine) ciertamente funcionó. Sus transparentes composiciones, que pueden recordar a The Durutti Column o a los injustamente olvidados Migala, acompañadas de esas imágenes lanzadas tan certeramente, llevaron al numeroso público congregado a otra dimensión.

Puede ser que la puesta en escena fuera mejorable, tal vez ni pensaron en ella o simplemente las limitaciones del espacio impedían ser más ambiciosos. Tampoco parecía que buscasen presentar una obra artística autónoma, sino simplemente dar un concierto acompañado de proyecciones, pero entonces la pretensión de presentar todo hilado era difícil que llegara a buen puerto. En cualquier caso, benditas irregularidades cuando el resultado es una experiencia única. Además, si todo hubiera estado al nivel de “Tu Dulce Manzana” probablemente hubiéramos terminado flotando y tampoco es plan. Como el propio Guille Aragón ha confesado, “Domar la luz” ha sido un proyecto de aprendizaje, ciertamente alejado de Arizona Baby, así que ha sido valiente, al exponer su fragilidad, y generoso compartiendo públicamente su crecimiento.