Se veía venir y Grande Amore no se permitieron decepcionar: el trío gallego liderado por Nuno Pico y completado por Clara Redondo y mariagrep la liaron considerable a su paso por Madrid, en otra de las paradas de la décima edición del Inverfest y al amparo de una abarrotada (y entregadísima) sala El Sol. El combo de moda en Galicia (y cada vez más en el resto de la península) venía con su incontestable “II” (Ernie, 23) bajo el brazo –mejor disco de la pasada temporada en la comunidad para la edición noroeste de esta revista–, y se presentaba un sábado por la noche en el céntrico local con todas las entradas vendidas de antemano.
Ambiente de día grande, por tanto, para recibir a un trío que, lejos de aguar la celebración, hizo todo lo posible por potenciarla indiscriminadamente desde el minuto cero. El desparpajo del vocalista sobre las tablas contrasta con su aparente normalidad, derivando en una empática presencia escénica capaz de manejar todo el sarao a su antojo. Un fiestón gamberro argumentado sobre ese electro-punk propiedad del combo, irresistible en sus estribillos verticales y descarados, además de asentados sobre esas bases rítmicas y loops irresistibles que lanzan mariagrep y Clara Redondo, esta última en ocasiones tras la guitarra para apurar unos punteos tan concisos como punzantes.
Un total de hora y media de intensidad siempre creciente, mientras caían uno tras otro temas de puro subidón del tipo de “Fumando espero”, “Onde ela me quer levar”, esa “Pelea” con ecos a Vitalic, “Ben sabe Dios que o intentei”, “Esta pena que a veces teño”, “Vamonos no baño”, versiones del “La noche de que te hablé” de Leño y “El norte está lleno de frío” de Ilegales, “Anos 20”, “Indo pa Cristo”, “Eu son a noite” o “Vamos enchernos (e vamos falar de cousas)”, todo aderezado con pogos, invasión del escenario, vuelos sobre el público, reparto de gratuito de whisky, felicitación a Josiño Carballo de Ernie Records por su inminente cumpleaños, y hasta alguna que otra zapatilla perdida.
Una celebración con evidente aspecto de rave y marcado aroma gallego, en una mixtura de identidades que, en la práctica, dejó un concierto expeditivo, ardoroso y, en definitiva, arrasador, pero también muy divertido y del todo desprejuiciado. Son las especificidades de Grande Amore, uno de esos proyectos inspirados y de calidad y, quizá por encima de todo, ideado para el disfrute del aquí y ahora. Tal y como el propio Nuno Pico se encargó de sentenciar en el epílogo de la velada y mientras se encogía de hombros: “¡Volveremos!... O no”. Ya se verá. De momento, el regocijo del pasado sábado no nos lo quita nadie. Ni al público, ni a la banda.
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