No creo que nadie de la abultada concurrencia que logró reunir el primer paso de Aiko el Grupo por Salamanca fuera a ver algo que no tenían claro desde antes de entrar. Hablo, por supuesto, de la fusión casi perfecta de diversión desenfadada y agitada vida de la juventud 2.0 a ritmo pop-punk de manual que exhibe su cancionero, y que rebosa de momentos electrizantes a base de pildorazos de poco más de dos minutos. Desde que abrieron con “Soy Una Fracasada Estúpida” hasta el final, en poco más de una hora, condensaron la urgencia de ese mensaje, y fueron precisamente las canciones de su segundo álbum “Me están Apuntando con un Arma” (Elefant, 23) las más destacadas para ello, aunque no las únicas.
Claro que hay quien podría poner pegas, la más usada la falta de seriedad o de poso algo ridículo porque esto no es pongamos Amenra, pero cuando desatan los bailes sudorosos que acompañaron a la ejecución sobresaliente de “Ke Pesao”, “GTA” o la inmensa “Truchita”, nadie presente en esa olla a presión que fueron sobre todo las primeras filas lo tuvo en cuenta. Porque esto no es nada que no hicieran nada Los Fresones Rebeldes o TCR, pero poco importa. Con el teclado omnipresente de Bárbara López, las guitarras punzantes de Teresa Iñesta y Lara Miera, y la batería de Jaime Acosta acompañando a sus voces, el concierto tomó desde el principio velocidad de crucero.
Cuando hicieron “Me parece muy fuerte” ya dijeron que los temas eran muy cortos y aún así nos fuimos a diecinueve, con momentos de brillante comunión con el público como los coreos a pulmón de “A mí ya me iba mal de antes” y de “Es la forma que tienes de ocultar algo”. En la parte final, “Love Song” hizo piña con la atinada revisión que se marcan de “Toro” de El Columpio Asesino, dejando coger aire antes de “Sexo Fender” y su estribillo pegajoso, para seguir con “Peñacastillo” y “La Seli”. Dejamos la trascendencia fuera, mientras bailábamos y cantábamos.
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