Hacer de la familiaridad una de sus señas de identidad es una de las claves del éxito del festival Revenidas. Con el paso del tiempo, lo que en su día surgió como una sardinada popular en Vilaxoán, ha ido consolidándose como una de las grandes citas musicales del verano en Galicia, que da cabida tanto a bandas locales emergentes como a proyectos consolidados de proyección internacional. Todo ello dentro de unas coordenadas muy marcadas de música popular y reivindicativa. Es por ello que una gran parte del público repite edición tras edición, sin necesidad de conocer cuál será la programación del año siguiente, porque dan por sentado que van a encontrar una ración más de lo de siempre, de lo que han ido buscando.
Este 2024 no fue la excepción. Aunque sí se pudo constatar un leve descenso en el número de asistentes -quizá porque el gran salto adelante del 2023 es difícil de repetir tras el despegue meteórico de varias de las bandas implicadas-, el ambiente fue el que cabría esperar, al igual que la oferta musical. Pasaron muchas horas desde que el dúo vigués Vértebras se subió al escenario para abrir esta nueva edición del Revenidas hasta que De Ninghures -una de las bandas del momento en Galicia- pusieron el cierre de esta edición. Ska, punk, rap, metal, folclore, experimentos electrónicos o regresos a la música de raíz. Un cóctel de sonidos que, a tenor de la recepción del público, cumplió las expectativas generadas.
El festival Revenidas es también una cita marcadamente significada en lo político y llevó su identidad con orgullo en infinidad de momentos. Los puños en alto, las banderas palestinas ondeando, las camisetas con mensajes entre el público, los cánticos grupales o la defensa de las lenguas propias y minorizadas son partes imprescindibles del mosaico de esta edición y sin las que no se entiende lo que sucede encima de los escenarios.
Además, este fue un Revenidas de despedidas y reencuentros. Muchos artistas, entre ellos varios reclamos principales como Tanxugueiras (en la foto), The Rapants o Rebeliom do Inframundo; repetían en el cartel tras participar en la anterior edición. Otros, como La Pegatina o García MC & Nación Quilombo, llegaban en medio de sus giras de despedida. Para algunos, como Lontreira, Caamaño & Ameixeiras, o La Fúmiga; la cita llegaba en un momento de expansión. Otros, como Talco o Dakidarría -que el año pasado celebraron en este mismo evento su XX aniversario-, disfrutaron de la oportunidad de homenajear sus ya extensas trayectorias.
Ambiciones y momentos diversos entre una selección de grupos que compartían el denominador común de hacer de la cita algo memorable para los presentes. Ayudó, en tal misión, la disposición de los artistas a colaborar -las Tanxugueiras llegaron a hacer cameos en cuatro conciertos diferentes- y también la implicación incluso de autores ajenos a esta edición del festival, puesto que el propio Muchachito Bombo Infierno sacó a Nuno de Grande Amore para cantar en su popular canción “Siempre que quiera”.
Así, entre colaboraciones inesperadas y alguna más previsible, se fueron consumiendo las jornadas de un festival que brilló, sobre todo, en un sábado de duración estirada hasta el infinito. Uno de los grandes nombres del ska punk, el de los italianos Talco, congregó desde el mediodía -con un sol de justicia en todo lo alto- a miles de personas frente al escenario principal, apenas minutos después de que el concierto de Catuxa Salom abriese la programación del día.
Al son de clásicos como “Danza dell’autunno rosa” y reinterpretaciones tan populares como la del cántico partisano “Bella ciao”, los transalpinos protagonizaron una de las grandes actuaciones del festival, tras la que no hubo apenas pausa. Xavi Sarriá, quizá uno de los músicos que mejor encarna fuera de Galicia el espíritu del Revenidas, tomó el testigo y sirvió de anticipo, con un concierto emotivo y eufórico al mismo tiempo, de la potente sesión vespertina. En ella, actuaron dos de los grandes nombres gallegos de la actualidad, The Rapants y Tanxugueiras, que congregaron los mayores aforos del festival. Dos propuestas diferentes, el pop-rock juerguista de unos y la reinterpretación de lo tradicional de otras, que recabaron cotas de éxito parejas y masivas.
Guadi Galego y El Kanka, con el sol ya cayendo, dieron un momento de respiro con conciertos más emocionales y tiernos, que sirvieron para que los asistentes cargaran pilas antes del menú nocturno. Y les fueron necesarias, porque el desenfreno que ya se desató en las primeras filas de La Fúmiga -con un pogo multitudinario entre nubes de polvo- se elevó a cotas mucho mayores gracias a Dubioza Kolektiv. La agrupación bosnia es sinónimo de caos, propiciado por su música, que mezcla elementos del folclore balcánico con bases electrónicas agitadas, instrumentos de viento, guitarras y todo lo necesario para involucrar en su actuación hasta a los más descreídos. Más de doce horas de música y todavía quedaba una larga noche por delante, a la que puso el cierre, ya bien entrada la madrugada y con un espectáculo rayano lo surrealista, La Yaya Dj pinchando desde el escenario principal.
Tres días de música y baile, pues, a falta de la jornada del domingo, pensada desde una óptica más familiar, que alternó conciertos, sardinada, circo y otras actividades. Un menú variado que completó una nueva edición exitosa de un Revenidas que trata de acompasar su crecimiento con el cuidado de las señas de identidad que lo han traído hasta este lugar.
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