La edición de 2024 de MUWI se recordará, entre otras cosas, por ser aquella a la que más público acudió (colgando el cartel de no hay billetes durante la jornada del sábado) y por la intranquilidad generada por las temidas tormentas y “DANAS” propias de final de verano. También por ser la edición en la que, de nuevo, la organización fue capaz de salvar los muebles y vencer a los elementos, demostrando una capacidad maravillosa en la gestión y consiguiendo que la climatología sólo incidiese en alguno de los eventos.
El festival, como hemos señalado en crónicas de ediciones anteriores, tiene muchas peculiaridades que lo hacen especial. En primer lugar, se celebra en una bodega, Franco-Españolas, convirtiéndose en un evento que va mucho más allá de la música y sirve para potenciar uno de los símbolos de identidad de la Comunidad, el vino. Las sinergias de MUWI son capaces de involucrar a gran parte de la ciudad y conseguir, que la ya bulliciosa calle Laurel y sus alrededores, centro neurálgico del ocio capitalino, multipliquen aún más su intensidad. También a algunos enclaves históricos de la ciudad, como la muralla del Revellín, escenario que, cada jueves, se convierte en el lugar escogido para dar el pistoletazo de salida de cada edición.
Jueves 29 de agosto
La jornada arrancaría dubitativa y, como ocurriría durante las siguientes jornadas, mantendría a muwiers y organización siempre pendientes del cielo. Mil Córdobas, banda riojana (de Alfaro, más concretamente) que ganaría la edición de la Guerra de Bandas de 2023 y, con ello, la posibilidad de tocar en la edición de 2024, fue la encargada de hacer sonar los primeros acordes del festival. Los que les seguimos disfrutamos con temas como “Pedja” (himno futbolero dedicado a Mijatovic y el Real Madrid y su “Séptima”) o “Ave María Carísima” (repaso claro a la idiosincrasia religiosa instalada en la sociedad), en un repaso musical cargado de power pop y letras cargadas de actitud punk. Sus letras ácidas y comprometidas, además de su actitud y calidad musical, demostraron que tienen mimbres para seguir creciendo. Incluso hubo tiempo para algunas versiones como el “Bailaré sobre tu tumba” de Siniestro Total.
En la misma línea, mordaz y sincera, continuó Tiburona, banda madrileña formada por Laura del Amo (guitarra y voz), Rita Dolores (bajo y voz) y Supercarmen Merino (batería y voz). En activo desde 2020 (con la producción de Paco Loco), el trío ya ha actuado en festivales de la talla del Canela Party, Azkena Rock Festival, Ebrovisión o Monkey Week, contrataciones que dejan clara cuál es su propuesta musical. Su concierto, breve pero explosivo y cargado de actitud rockera y reivindicativa, fue un repaso de sus dos álbumes, ”Nos extinguimos” y “Sola y feliz”, dejó con ganas de más.
Cerrarían la jornada Niña Coyote eta Chico Tornado. El dúo vasco, demoledor y vibrante desde el ya lejano 2013, es buen ejemplo de la famosa máxima “menos es más”. Su actitud y sonido llenan escenarios sin necesidad de pomposidad alguna. En Logroño lo volvieron a demostrar.
Durante cada uno de los conciertos, las sesiones de las también dúo, además de donostiarras, Kurlzzz, hicieron bailar a todos los allí presentes con sus temas electrónicos bien seleccionados y mezclados.
Viernes 30 de agosto
Siempre es difícil iniciar una propuesta en el escenario principal (Bordón); el horario y la afluencia de público suelen ser lastres contra los que luchar. A ello, además, habría que unirle la aparición de las primeras gotas de agua y de una climatología que, parecía, iba a complicar el desarrollo del día. Con todos estos factores encaraba el reto el dúo jerezano Ghouljaboy. Su propuesta contemporánea, también en formato dúo, navega entre géneros dispares como el indie rock, el post-punk, el synth pop o el dreamcore y, a pesar del escaso público inicial y las adversidades, fue capaz de solventar la situación. Entre los temas sonaron algunos como “desorden del sueño”, “Fuera de Tiempo” o “Busca en cada gato”, su último lanzamiento.
El relevo vendría de la mano de los Derby Motoreta's Burrito Kachimba, quienes volvían al festival tras su paso en 2019. Mucho han cambiado las tornas desde hace cinco años. La banda es, en la actualidad, una de las más en forma, además de valoradas, del panorama nacional. Parecen los “Led Zeppelin flamencos”, decía alguno, siempre en modo positivo, que aún no conocía su propuesta. Y es que su rock progresivo hizo que MUWI empezase a arder. Y tanto lo hacía que apareció la lluvia y, desgraciadamente, sofocó el incendio que habían generado. Comenzaba así el primer gran reto organizativo de la jornada puesto que, debido a las inclemencias meteorológicas, a la banda no le quedó otra opción que la de parar. Las PA empezaban a fallar y el riesgo era palpable. El contratiempo se convirtió en la interrupción dramática de un concierto que ya había sido capaz, pese a su cancelación, de pasar a formar parte de la ilustre nómina que engrosan aquellos que se convierten en los más recordados de cada edición. Tras ese momento, una nueva lucha titánica contra la lluvia y la temida suspensión que hizo aparecer los fantasmas de 2023. Sin embargo, la virulencia no fue tal y, producción, organización y bandas, en un gran alarde de profesionalidad, consiguieron solventar la situación. A partir de ese momento el cielo daría una tregua y el viernes salió adelante, no sin dificultades.
En ese contexto llegaba el turno de Xoel López, otro de los grandes nombres dentro del cartel de este año. El gallego y su banda demostraron el porqué desde su aparición. Aún con problemas técnicos en el inicio (los cuales desaparecerían a lo largo del concierto), la música no cesó en ningún momento. Y la gente lo supo reconocer. Y es que la adversidad fue capaz, incluso, de generar momentos para el recuerdo; momentos de comunión absoluta con el público que acompañó al coruñés en sus canciones en aquellos momentos en que los medios fallaban (afortunadamente, como hemos señalado anteriormente, los problemas cesaron). Qué derroche artístico, qué tablas y qué manera de solventar la situación. Durante su puesta en escena sonaron temas de toda su carrera (“Glaciar”, “Mágica y Eterna”, “Tierra”, “Tigre de Bengala” o “Faneca brava”), además de dejar guiños a algunos grandes de la música como Julio Iglesias o Juan Luis Guerra (versión incluida de su “Ojalá que llueva café”. ¿Pudo ser el mejor concierto de la edición? Fue el mejor concierto de la edición.
A nivel de bandas, cerraría la noche El Columpio Asesino. Los navarros se despedían, definitivamente, de una ciudad que siempre les ha querido y disfrutado. Para unos tantos, un concierto increíble. Para otros muchos, un concierto plano y una oportunidad perdida para hacer explotar sus himnos generacionales. Sonaron las ya míticas “Toro”, “Perlas”, “Floto”, “Ballenas muertas en San Sebastián”… Temas que ejemplifican, a la perfección, la repercusión del grupo de Pamplona durante estas últimas décadas. Sin duda se va una banda que, para muchos, se ha convertido en un grupo de culto.
Cerraría el escenario, con un set valiente y cargado de personalidad, Edu Anmu. Su set fue ecléctico, dinámico y sorprendente, mezclado con mimo, haciendo que el público se mostrara expectante por saber qué sonaría a continuación (con temas de Jungle, The Blaze, Los Punsetes, Billie Eilish o los Southside Spinners, entre otros). Una sesión muy celebrada y que, sin duda, se hizo corta.
Destacar también otro de los escenarios. En el interior de la bodega, paralelamente al desarrollo de los conciertos, la Sala Diamante se convierte durante varias horas en el lugar donde bailar la mejor música electrónica. El viernes fue el turno de Sweet Drinkz. Dj, productor y promotor musical zaragozano es, además, una referencia dentro del circuito nacional. Sus más de tres horas de sesión sirvieron para demostrar cuáles son las razones por las que tan bien valorado está. También acertados fueron los sets del mirandés Panoramis, encargado de dar continuidad a la música en el exterior desde el escenario Viñas. Su derroche musical y enérgico se ha convertido ya en otro de los clásicos del festival.
Durante la misma jornada aún hubo tiempo para el acústico de Bulego en otro de los escenarios del evento, la sala Los Tinos. Cinco canciones ejecutadas a la perfección que abrirían boca para su concierto del sábado en otra de las novedades que presentaba la edición actual. Hasta este año, los acústicos los ejecutaban las bandas que tocaban esa misma jornada pero el formato ha cambiado en este 2024 y, tanto los mencionados Bulego como Smile, anticiparon sus conciertos de los días siguientes.
Sábado 31 de agosto
Desde el mediodía del sábado, Logroño se transformó y, este año sí, pudo celebrarse el VerMUWI y todas las actividades programadas en la Calle Laurel y alrededores pudieron llevarse a cabo. Los DJs Ipu y Lugg, además del concierto de La Vil Canalla, fueron los encargados de trasladar la fiesta la fiesta más allá del recinto principal. Ambas sesiones fueron muy festejadas, además del concierto de los logroñeses. La propuesta, como mencionábamos al inicio de esta crónica, muestra claramente la intención de la organización de involucrar ciudad y festival. Sin embargo, a mitad de tarde la lluvia hizo, de nuevo, su aparición y eso trastocó, ligeramente, los horarios de la jornada.
Ya en la Bodega, y a pesar de las condiciones climáticas, se viviría la jornada más multitudinaria de todas las ediciones de MUWI. Era la demostración del éxito del evento con un cartel que aunaba tradición (con Amaral como gran reclamo) y modernidad (Bulego, Joe Crepúsculo y Rodrigo Cuevas).
Bulego fue el primero en aparecer, siendo capaz de congregar a una cantidad enorme de público que, aun viendo como la lluvia no cesaba, no desaprovechó la ocasión de ver su propuesta. Los de Azpeitia son ese ejemplo de banda que canta en euskera y es capaz de colgar el “no hay billetes” en sus bolos en País Vasco pero que pasa a convertirse para el gran público, más allá del territorio euskaldun, casi en desconocida. Fue otra de las apuestas arriesgadas de la organización y se tornó en ganadora. Su propuesta caló. De Logroño se van triunfantes y con un buen puñado de nuevos fans.
Tomaría el relevo Rodrigo Cuevas. El asturiano ha visitado la ciudad en varias ocasiones durante los últimos años y, al contrario de lo que podría pensarse, Logroño no ha perdido ni un ápice de interés por su propuesta. Su nombre era uno de los nombres más esperados de la edición y su concierto no dejaría indiferente. Su personal propuesta es, a la vez, “antigua pero moderna”, que cantaban aquellos. Baile contemporáneo, folclore y electrónica se fusionan en un espectáculo asombroso de luz y sonido. “Cómo Ye?!”, “Veleno” o “La Magia de tu melena” suenan bien en La Rioja y el propio Rodrigo parece, también, sentirse cómodo en la Comunidad. Durante el desarrollo del concierto, incluso, se arrancó con una jota propia de la capital, “Calle Mayor”, en un guiño mayúsculo cargado de amor y respeto.
Entre ambas actuaciones, el acústico de Smile (que serían unos de los grandes triunfadores durante la jornada dominical) en Los Tinos y el comienzo del set de Lazy Sunday dentro de la Sala Diamante (también un éxito como lo fue durante el viernes la de Sweet Drinkz).
Llegaba el turno del tercer concierto que era, sin duda, el gran reclamo de la edición. Amaral saltaba al escenario. Los banda hizo un repaso a los temas más relevantes de su exitosa carrera y no defraudaron en absoluto demostrando que, siendo más o menos fan de los maños, están ahí por merecimiento propio. Su presencia hizo que el recinto se quedase pequeño. Sonaron temas reposados como “Salir Corriendo”, otros que formarán parte su próximo trabajo (“Rompehielos” o “Ahí Estás”) y, por supuesto, sus archiconocidos “Días de Verano”, “Toda la noche en la calle” o “Marta, Sebas, Guille y los demás”. La banda dejó un gran sabor de boca y confirmó, con su actuación, su posición como cabeza visible del cartel.
A nivel de bandas cerraría la noche Joe Crepúsculo, otro de los grandes triunfadores. El trío, con su Fábrica de Baile, fue capaz de poner a bailar a todo un festival que aún contaba con un numeroso público que no abandonó el recinto tras el concierto de Amaral. Si el año pasado fueron Los Invaders quienes convirtieron MUWI en una rave, en esta ocasión lo serían el catalán y los suyos. Sin alardes musicales, su sobresaliente actitud hizo disfrutar al público de un concierto en el que, además de movimiento, también hubo humor, convirtiéndose así en el cierre perfecto. Sonaron “Paranoia”, “Tren de la bruja”, “Marica” (versión de Los Punsetes, que ya habían tenido su hueco en el festival durante la sesión de Edu Anmu con "Opinión de mierda") o la improvisada “Uno que se va”, que sirvió para despedir a Alberto tras la gira veraniega de la banda. Gran final de fiesta previo a la actuación de David Van Bylen.
El dj santanderino, ya convertido en otro de los clásicos del festival, cerraría la noche con una sesión en la que demostró su profesionalidad y versatilidad, con un set celebrado y lleno de éxitos, perfecto para el disfrute colectivo. En el apartado DJs, destacar también las celebradas sesiones de Javi Retrovisor en el Escenario Viñas, quien no dio tregua alguna entre las transiciones de los conciertos. Se cerraba así una noche redonda que se recordará por muchas cosas pero, entre otras, por ser la más multitudinaria de todas las ediciones, constatando el crecimiento del evento.
Domingo 1 de septiembre
MUWI, a diferencia de otros festivales, no acaba el sábado. El domingo se convierte en uno de los momentos más celebrados del evento en el que, sin importar la edad del asistente, siempre encontrarás una actividad acorde acorde a tu edad (desde talleres de baile a actividades para los más pequeños como pintacaras, shows musicales…). Porque MUWI Sunday es un día familiar y solidario, y su recaudación está destinada a APIR (Asociación Pro-Infancia Riojana). Además, se convierte en una jornada en la que gastronomía (una de las señas de identidad con las que cuenta el festival), vino y música maridan a la perfección.
Este año quedó clara, de nuevo, la apuesta del festival por las nuevas generaciones. Ya es tradición el concierto de la Amadeus Muwi Band. La escuela está dirigida por algunos de los músicos más destacados del panorama local (Diego Continente y Germán Ruiz-Alejos, ambos de Messura, o Pablo Magariños, batería de bandas como Mutagénicos o Rusos Blancos), y se ha convertido en una de las canteras musicales más prolíficas de la ciudad. El relevo está garantizado.
De entre todas las actuaciones destacó la de Smile. Los de Getxo son ese grupo que da todo en cada concierto, como si fuese el último de su vida. Tienen el don, además, de convertirlos en una auténtica fiesta, mezclándose con el público, haciéndolo parte del show, generando una sinergia alucinante. Junto con sus clásicos, “City Girl” o “When The Light Change”, sonaron versiones de los Beatles o los Drums (“Lets go surfing”). Fue, sin duda, una de las actuaciones más aclamadas de esta edición.
Durante la jornada, ambientando los cambios entre los diferentes conciertos, la música no dejó de sonar y hubo tiempo de bailar al ritmo de Paola Feregrino, Van Bylen, o Javi Vega. Destacar, también, los conciertos de Los Zigalas. La banda local, caracterizada por acompañarse de una gran instrumentación, fusiona a la perfección el punk, el rock y el ska, propiciando ambientes realmente festivos.
El último concierto sería el de Mejillones Tigre. Su inquietante puesta en escena, con varios cambios de vestuario, hizo disfrutar a los presentes a base de cumbias psicodélicas bailongas y divertidas letras. Cerraría el escenario principal Guatecón, otro clásico del domingo que demuestra, cada edición, su melomanía y versatilidad.
Destacar también el escenario Maldeamores, sala que, año a año, sirve como colofón a los conciertos y se convierte en el lugar al que acudir para seguir la fiesta, siendo el colofón perfecto a cada noche y sirviendo, además, como magnífico reducto para los más trasnochadores. Rezz Baller, Falefou y Mato fueron los djs encargados de cerrar cada una de las jornadas.
Con todo, la octava edición de MUWI se recordará por intranquilidad generada por las condiciones climáticas, pero también por la capacidad organizativa para solventar las mismas y sacar adelante un evento que es mucho más que un festival de música en el que ver a las mejores bandas nacionales, pues aúna otras muchas bondades, tales como tener la posibilidad de hacer una visita guiada por la sala de barricas, realizar talleres de baile, o degustar algunos de los platos más típicos de la gastronomía riojana (como las “chuletillas al sarmiento” o las “patatas con chorizo”). Y es que MUWI se adapta a todos los públicos y es esa otra sus fortalezas, la de haber sabido reinventar el concepto festivo dentro de esa vorágine que son los festivales estatales en los que, o das algo más, o puedes pasar a ser uno del montón, poniendo en riesgo tu supervivencia.
Sin duda, la edición más exitosa de las celebradas hasta el momento.
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