Muy del Ebro
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Muy del Ebro

9 / 10
Juan Antonio Álvarez — 10-09-2024
Fecha — 06 septiembre, 2024
Fotografía — Stuart MacDonald

Sí, somos muy, muy del Ebrovisión. Y de Miranda. Y de su rio. Y de la Asociación Amigos de Rafael Izquierdo que prepara con un mimo inigualable todo este tinglado cada año más espectacular.

Una vez superada la prueba de fuego que supuso el año pasado, por aquello de los cambios de emplazamientos, la edición de 2024 se presentaba apasionante en lo musical, con un cartel envidiable, y en lo gastronómico, con la habitual muestra abierta a todo el público de varios restaurantes locales, y en especial la colaboración de los dos chefs locales poseedores de estrella Michelín.

La climatología es uno de los temores siempre que se organiza un evento al aire libre, y en este caso no iba a ser menos. Pero los negros nubarrones (literal) que amenazaban al Festival acabaron por retirarse de la mejor manera posible y con los asistentes gozando y preparados para cualquier contingencia.

Y los 4 días en los que Miranda y los mirandeses muestran, una vez más, sus mejores galas a todo el que la visita, sucedieron así...

Jueves, 5 de agosto 

El primer escenario, no podía ser menos, estaba situado en la orilla derecha del rio Ebro, toda una declaración de intenciones. A el se subió el primer “grupo sorpresa” de esta edición, Mi Buenaventura, combo vasco-colombiano que hicieron mover las caderas al numeroso público con su salsa-cumbia del espacio exterior.

Siguiendo el curso del rio, y en esta ocasión en su margen izquierda, se encontraba otro escenario, el anfiteatro natural que debutó el año pasado en el Festival. Allí comenzaron unos voluntariosos Perseida, los cuales a base de potentes guitarras empezaron a calentar la fría noche que se avecinaba. Siguieron Bum Motion Club, que después de unos años regresaban al festival. Su repertorio repleto de dream pop y shoegaze atrapó desde las primeras notas a los valientes que se encontraban en el recinto. Ni la ya persistente lluvia pudo deslucir su propuesta. No pudieron decir lo mismo los esperados Veintiuno, el cabeza de cartel del día. Por culpa de esa lluvia, los toledanos vieron frustrado su deseo de debutar en Ebrovisión, pero para paliar el mal sabor de boca su cantante Diego apareció con su guitarra entre el público para interpretar tres de sus temas más conocidos.

Viernes, 7 de agosto 

¿Qué hicimos todos nada más despertarnos? Efectivamente; los más clásicos mirar por la ventana y el resto tirar de cualquier aplicación sobre el tiempo instalada en el móvil. Y buenas noticias. Con más sol que nubes comenzamos a dirigirnos de nuevo al anfiteatro del Ebro, donde los primeros ebrovisivos que ya se acercaban en masa a la ciudad y los jaraneros que habían rematado el día disfrutando de los diversos DJs se concentraban delante del escenario para disfrutar de la actuación de Andrea Buenavista. Su actitud ante la vida se ve reflejada en unas letras intensas que hacen que salgas de su actuación muy distinto a la manera que entraste. Sin duda una interesante manera de empezar el día. Y como esto es el Ebrovisión, y aquí hay un criterio musical, amigos y amigas, el siguiente trallazo llegó desde Dublín con Sprints. Presentaron su primer álbum editado este mismo año ("Letter to Self"), una mezcolanza de casi todas las variantes del punk (post, after, garaje) y que en directo va como un tiro gracias además a la puesta en escena de la banda.

Cala Vento

Una vez  comprobadas las bondades de la gastronomía local, regresamos a pie de escenario para pasar una gran tarde con Calequi y las Panteras, una unión de artistas que nos ofrecieron un paseo por los ritmos más calientes en una propuesta musical más que bien definida. Inmediatamente nos encaminamos hacia el recinto principal, con sus dos escenarios donde, en teoría, se desarrollaba lo más potente de la programación.

Unos esperadísimos La Paloma abrieron el Escenario La Salve, y a pesar de la temprana hora un numeroso público disfruto de lo lindo con el rock de guitarras que tanto recordaba a los años 90 que ofrecen los madrileños. Se notaba que había hambre de música y de pasarlo bien, pues en cuanto acabó este bolo el traslado fue masivo al escenario principal, y allí los catalanes  Cala Vento nos ofrecieron lo que todos esperábamos: temas que en algún caso ya son himnos y que fueron coreados y bailados de principio a fin. Un dúo que en directo nunca defrauda.

Shego fue la banda que nos devolvió al otro escenario, y allí ellas empezaron quizá con sus temas un poco más lánguidos para lo que requería a estas alturas la afición, pero no hubo problema, rápidamente el trueno rockero que ofrecen estas tres mujeres se adueñó de la zona terminando en un final apoteósico.

Shego

Vuelta al escenario principal, pues ya venían los platos más fuertes del día. Empezó Iván Ferreiro, y que decir ya de esta institución del pop nacional. Una banda engrasada repleta de grandes músicos, y repertorio para elegir y no dejar de emocionar a la gente que esperaba este concierto con muchísimas ganas. Fueron cayendo un clásico tras otro y la ovación que se llevó el gallego fue de las que quedan en la memoria.

Como siempre en Ebrovisión, la espera entre conciertos queda resuelta, aparte de la oferta de comida y bebida o diversos puestos de venta de merchandising, con la actuación de diversos DJs, la mayoría habituales del evento y bien celebrados por todo el mundo. Pero ya se notaba cierto nerviosismo del bueno, porque ahora venía un recital de los más perseguidos por la Asociación Amigos de Rafael Izquierdo y la gran mayoría del público, el ex The Rascals Miles Kane (foto encabezado). Un comienzo como un trueno nos hizo prometérnoslas muy felices, pero todo cambió enseguida, algo parecía no ir bien y efectivamente, un problema de salud vocal impidió al colega de Alex Turner en The Last Shadow Puppets seguir el concierto con normalidad, y después de unos pobres 45 minutos allí nos quedamos con las ganas todos los que esperábamos una actuación largamente deseada.

Iván Ferreiro

La espera hasta la última actuación de la noche transcurrió entre conversaciones acerca de lo sucedido y el recuperar el ánimo disfrutando con los DJs y de las amplias y numerosas barras que jalonaban el recinto, y en eso llegó Delaporte para levantar al público a base de buenos ritmos electrónicos y una puesta en escena muy cuidada.

Sábado, 7 de agosto 

El año pasado la temida lluvia impidió estrenar uno de los nuevos escenarios del festival, el Castillo de Miranda, pero en esta edición se pudo desarrollar el concierto programado sin ningún problema. Un paso más de la organización en ofrecer algo distinto (y desde luego lo consiguen) dentro del circuito de festivales.

Era la segunda sorpresa de esta edición, y las apuestas estaban muy definidas hacia una banda que está arrasando este 2024. Y poco se equivocaban los pronósticos. Los madrileños Alcalá Norte se plantaron en lo alto de la fortaleza para alegría de los congregados en número limitado, pues era un concierto para los poseedores de un tipo de abono específico. Pero el ambientazo estaba por las nubes con este peculiar combo que ha surgido como un tiro este año, y no nos extraña dada su particular propuesta.

Tras digerir el show que nos ofrecieron desde las alturas bajamos a la Plaza de España, donde tenía lugar la habitual muestra gastronómica de diversos restaurantes y pastelerías locales. El éxito, como también es tradicional, estaba cantado y permitió a un gran número de ebrovisivos recuperar fuerzas para encarar el tramo final del festival.

Se cerraban los conciertos en el anfiteatro del Ebro con dos bandas más que emergentes. Empezaron todo al rojo, por sus vestimentas, Caballo Prieto Azabache. Rock de guitarras, como gusta mucho por el festival, mucho estilo “malasañero” y mucho aguante al sol que caía a plomo sobre el pelado recinto. Rápidamente tomaron el relevo Aiko El Grupo, primeras representantes de la conexión cántabra del sábado. Canciones aceleradas, reivindicativas y mucha, muchísima fuerza para cerrar la tanda de la media tarde en Ebrovisión.

Aiko el grupo

Rápido traslado al recinto principal, pues se preveía el casi “sold out” debido al cartel programado. Con las primeras colas formándose en los accesos comenzaron a tocar Camellos, ya casi convertidos en referentes del festival y de la propia ciudad. Una legión de fans en las primeras filas disfrutó con las letras divertidas, a ratos surrealistas y unas guitarras y sección rítmica bien afiladas. Todo lo contrario en cuanto a sonido nos iban a ofrecer en el escenario principal, y no nos lo esperábamos para nada. Maika Makovski apareció en el escenario junto al Brossa Quartet, dos violinistas, viola y violonchelo, apoyados con batería y trompa. Mientras el sorprendido público se preguntaba como encajaría la propuesta en el entorno del festival, a la primera se disiparon todas las dudas, no en vano dicho cuarteto ha colaborado con artistas de todos los estilos musicales a lo largo de su carrera. A la mallorquina se la vio feliz y disfrutona en el escenario, y así nos dejó a todos con las peculiares versiones de sus temas más reconocibles.

Maika Makovski & Brossa Quartet

Ahora tocaba disfrutar una vez más de las bondades musicales cántabras con Repion, unas estajanovistas del rock, no en vano allí estaban las hermanas Iñesta a la guitarra y batería. Concierto rápido (tenía su por qué), repleto de piezas grunge-pop que mantuvieron al público atento y botando todo el set. Mientras Teresa podía por fin dejar descansar las baquetas después de haber reventado a guitarrazos el anfiteatro por la tarde, su hermana Marina corría al escenario principal para unirse a la banda de Mikel Erentxun, siguiente artista programado. Concierto muy fino gracias a la banda que le acompañaba y que al final tuvo que tirar de clásicos de Duncan Dhu para que el respetable se diera por satisfecho.

Mikel Erentxun

Y llegaba la banda por la que la gran mayoría de asistentes estaban presentes en el recinto festivalero. Arde Bogotá, desde Cartagena y para el mundo. Aparecieron en Ebrovisión en la edición de 2022 y en dos años el cambio en ellos y en la respuesta del público no puede ser más espectacular. Hacía tiempo que no se asistía a un concierto en el que los asistentes apenas hablaran entre ellos y prestaran toda su atención a lo que pasaba encima de las tablas. Se les nota el año que llevan, el rodaje que ha supuesto para ellos haber tocado sin descanso en todos los lugares y la expectación que despiertan es a veces difícil de narrar.

Arde Bogotá

Cerró la noche los numerosos Ibibio Sound Machine, reclutados en los últimos días por la baja de !!!. Ya es tradición que los cierres del festival estén dedicados a la electrónica, en esta ocasión con el componente africano característico de la banda. Incluso hubo momentos que recordaban a Santana y su amplia banda de los años 70. Una magnífica sorpresa para los que quedábamos allí.

Domingo, 8 de agosto 

A mediodía dos grupos fueron los encargados de cerrar definitivamente esta edición. Primero se subieron al escenario situado en la arteria principal de la ciudad Letissier, venidos desde Barcelona y con componente mirandés a la guitarra. Fuerza y sonido potente para ir amenizando el vermú aderezado por diversas versiones noventeras.

El cerrojazo definitivo lo pusieron Medalla, rock high-energy con todas las letras que hicieron menear las cabezas a los presentes, aunque costara, por aquello de los 4 días seguidos de música y fiesta.

Y se acabó, pero que no cunda el pánico porque el año que viene llegará el 25 aniversario  (que no la 25ª edición) y volveremos a agradecer a la Asociación Amigos de Rafael Izquierdo, a los de producción, a los de finanzas, a los gestores de entradas, a los que programan, a los que están a todo, a los becarios, es decir, a todos y todas los que hacen todo esto posible de forma altruista,  siendo un ejemplo para lagran mayoría de eventos.

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