Empezar un concierto bajo las notas del “Réquiem en re menor” de Mozart, puede dar pistas de que lo que va a continuar no va a ser algo anodino, no va a dejar indiferente a nadie, y de eso Crystal Castles tienen un doctorado en sus 10 años de carrera, siempre mostrándose tan molestos como un grano en el culo dentro del panorama de la música electrónica actual. Incómodos, con actitud punk y mala baba, tan barulleros, que han roto el binomio artístico que formaban la pareja fundadora del grupo; Ethan Kath y Alice Glass, que se separaron por desavenencias profesionales derivadas por luchas profesionales y de egos que hicieron que la cantante dejara la banda en octubre de 2014. En ese momento de ruptura nadie daba ni medio céntimo por su continuidad, pero posteriormente resurgieron como Ave Fénix con una nueva cantante y un posterior trabajo, 'Amnesty (I)', cuya gira ha sido el examen de fin de curso para la “sustituta” Edith Frances.
Reemplazar al pedazo de animal escénico que es Alice Glass, una de las mejores frontwomans de esta última década no es tarea fácil, pero Edith Frances ha sido capaz de zafarse del peso que llevaba encima de sus espaldas y salir airosa, si hacemos caso de los dos sold outs de su gira española, de la buena acogida que ha tenido en general por los seguidores de la banda y de lo visto en la Sala Apolo.
La actuación de Crystal Castles fue salvaje, como siempre lo han hecho, una amalgama de sonidos saturados sucios, industriales y esa mezcla de EBM con Chiptune de consola Nintendo de 8 bits, con toques raveros que hacen que sus directos sean fiestas mayores en el averno. Tocadas por las melodías furiosas que escupe Ethan Kath con sus máquinas y sintetizadores, envueltas por las atronadoras bases rítmicas del batería Christopher Chartrand y ambientadas e iluminadas por flashes de luces estroboscópicas no aptas para epilépticos fans de Pikachu. Un sonido que han ido perfilando con el tiempo, y que por suerte para todos, han dejado de torpedear ellos mismos como lo hicieron en la actuación del Sónar del 2009 con una nefasta utilización de la mesa de sonido por parte del mismo técnico que llevaba la banda.
Ante tal bomba sónica ruidista fue difícil ver las diferencias entre la nueva y la anterior cantante en cuanto a voz, porque esta siempre ha quedado difuminada y en un segundo plano en sus conciertos. Eso sí … Edith Frances, berrea, chilla, grita como la que más, convierte el cable del micro en una boa constrictor que la enrolla y la engulle, sudando la camiseta, pero en ciertos momentos mantiene una actitud un poco impostada, como si todavía estuviera haciendo un papel, que poco a poco irá sacándose de encima.
El set list estuvo enfocado en su último trabajo 'Amnesty (I)', del que tocaron 6 temas, entre ellos “Concrete”, “Fleece” o “Frail”, sin dejar las armas de destrucción masiva que son otros temas icónicos del grupo como “Baptism”, “Crimewave”, “Celestica”, “Untrust Us” o “Wrath of God”. El broche final lo dieron con la memorable versión, que en su día grabaron y luego regrabaron con la voz de Robert Smith, “Not in Love”, de la banda de los años 80 Platinum Blonde.
Ethan Kath con su característico aire taciturno demostró que hay vida tras la muerte, más allá de apocalipsis y del día del juicio final, y cuando le dieron por muerto encontró a otra pareja de baile en el purgatorio y volvieron para demostrar que sigue haciendo directos y canciones casi tan viscerales y rabiosas como antes.
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