Reveladora, multitudinaria y divertida. Así fue la puesta de largo de «Grandes Planes». Un montón de sospechas se confirmaron: la devoción de los parroquianos del hip hop no conoce límites (sí su físico. A pesar de la jovencísima media de edad, algunos tuvieron que ser evacuados); el que tiene el micro manda (impagable escena de campamento de verano la del despeje de escenario -¡a la de tres todos abajo!… ¡Una, dos…!- y los de abajo obedecen de forma bovina; Jota Mayúzkula es algo más que un pincha incendiario (es un entertainer, un hombre orquesta todo terreno que no siente miedo ni con un micro delante); el hip hop nacional está en condiciones de ofrecernos cal y arena y la mera adscripción al género no es sinónimo de calidad ni de ideas claras (Ygriega ofrecieron un despliegue de recursos escaso que tocó fondo cuando un híbrido entre Skeep Rango y Juan Solo salió para ofrecer un nuevo tratado sobre histrionismo); Mr. Rango ofrece el contrapunto ideal a sus compañeros (pletórico toda la noche, divertido e incluso atreviéndose con su «Hombre De Los Seis Millones de Dolores»); Kamikaze y Supernaframacho son los más diestros con la pluma y la garganta (inmenso el segundo en «Sánchez»); Paco es un lastre, en lo lírico y en lo verbal (sus intervenciones fueron las más aburridas) y CPV hacen mejores (y más largos) discos que conciertos. Me supo a poco.
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