Puede que Bogotá sea una de las pocas capitales en las que los hipsters aún no han desbordado a los rockeros. La sangre que corre por las venas de la ciudad es la que es y arrastra años de rock comercial, punk underground y todos los matices que hay de por medio. Es por eso que más de seis mil personas se congregaron en el norte de Bogotá durante el sábado pasado para llenarse de barro las botas en una tarde lluviosa: el festival argentino Cosquín Rock presentaba a Ska-P, Café Tacvba y Los Auténticos Decadentes, entre otros.
Es la segunda edición del evento en Colombia. Esta vez el Cosquín se ha extendido por cuatro países latinoamericanos además de su Argentina natal: Chile, México, Uruguay y Colombia. En comparación con sus iguales, el festival en Colombia aún es pequeño y se concentra en un único día. Sin embargo, el contundente line up, aunque con solamente una mujer sobre el escenario, contrarrestó una oferta musical más limitada.
En total fueron dieciocho bandas que conformaron la apuesta de rock, ska y reggae con una marcada propuesta para mezclar el talento colombiano y los grandes nombres internacionales. Consulado Popular, Elkin Robinson, Pornomotora o Los Suziox abanderaron la música local. La mayoría de las bandas colombianas tocaron en un pequeño escenario secundario, pensado para los amantes del formato de proximidad.
Los argentinos 2 Minutos fueron los encargados de empezar a despegar la velada en el escenario principal. La noche llegó durante su actuación (puntual a las seis en un país sin estaciones) y la energía se revolucionó. Los asistentes armaron los primeros pogos en un intento de conjurar el frío que se hizo constante a lo largo del festival. Después subió al escenario la banda inglesa Asian Dub Foundation y la electricidad de su actuación traspasó las barreras del idioma. La combinación de reggae, dub y rap de los británicos dejó a una audiencia magnetizada que respondía a gritos cada vez que los cantantes soltaban un “Buenas noches Cosquín Rock”.
Los Auténticos Decadentes, también de Argentina, volvieron a poner sobre la mesa la tradición latina e hicieron resonar el ritmo de la cumbia en Bogotá. La banda demostró su versatilidad de estilos al lograr encandilar a los colombianos con baladas como “No me importa el dinero” a la vez que hacerlos saltar con temas como “No quiero trabajar”.
Finalmente, el grupo más esperado de la noche llegó pasadas las nueve y media: Ska-P. A pesar de que debían cerrar el festival, un cambio de última hora debido al retraso del vuelo de Café Tacvba les obligó a tocar en esa franja horaria. Fallos en el sonido empañaron un inicio que se prometía vibrante. Sin embargo, la entrega del público suplió estas carencias con creces. La actuación de Ska-P, de casi dos horas, no dio tregua. La banda ofreció clásicos como “Niño soldado”, “Tío Sam” y “Cannabis” a una Colombia que no les recibía desde 2014, pero no desaprovechó la oportunidad de presentar temas de su nuevo disco “Game Over”, publicado este año, como “Jaque al rey” o “Cruz, oro y sangre”, una denuncia de la colonización española en América Latina. Como no podía ser de otra manera, el grupo español abrió la veda a la crítica política. Dedicaron “A la mierda” a Jair Bolsonaro, el presidente electo de Brasil de extrema derecha; “Solamente por pensar” a Santiago Maldonado, el estudiante chileno muerto por participar en la defensa de los pueblos mapuches. El público respondió con cánticos de “¡Uribe hijueputa!” dedicados al expresidente derechista colombiano Álvaro Uribe, cuyo discípulo Iván Duque gobierna actualmente el país. La banda acompañó varios de sus números con una pequeña actuación teatral para representar todo aquello que denuncian (un actor apareció disfrazado de Franco, de empresario, de torero). Así, toda la actuación tomó un aire de catarsis colectiva al permitir que el público gritara las letras directamente a la cara de los demonios de la izquierda. La última bala de Ska-P fue “El vals del obrero” y los gritos de “resistencia” resonaron largo rato en el Cosquín. Sin lugar a dudas, así debería haber terminado el festival.
Los mexicanos Café Tacvba tuvieron la difícil tarea de remontar el silencio que se hizo tras Ska-P. Su inició sonó demasiado indie para la noche, especialmente después de la ruda, reivindicativa y divertida actuación de los españoles. La banda conectó con el público al recurrir a sus clásicos que han sonado en todas las radios de América Latina, como “Eres” o “Cómo te extraño mi amor”.
Quantic (DJ set) animó la despedida de la edición del Cosquín Rock 2018. Tras el sábado, existe una certeza: el festival está encontrando su lugar en Colombia, y después de dos ediciones exitosas se augura un recorrido largo para esta apuesta.
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