Desde que nacieran en plena pandemia, las Cosmic Sessions gasteiztarras se han ido instalando como un ecléctico rara avis que ha invocado sobre las tablas de la Jimmy Jazz propuestas tan diversas como el horrorcore de UMMO, el punk pop de Futuro Terror, el sludge de Adrift o el hardcore de nuevo cuño de los emergentes Víbora.
Ya sin restricciones y con un Cosmic Fest por medio que nos trajo a artistas tan relevantes como Anna Von Hausswolff y Aaaron Turner (crónica aquí), las buenas gentes de Cosmic Tentacles resucitaban el formato con una propuesta que hundía sus raíces en los sonidos metálicos más tectónicos encabezados por una banda de primera línea internacional como los británicos Conan.
Abrieron la velada el power trío Conteiner, que ajenos a un público que aún se encontraba accediendo a la sala descargaron toda la contundencia de su apabullante debut “Light Demolator” (2022). Con un currículum a sus espaldas en el que aparecen bandas tan insignes como Killerkume, Meido o Positiva, no es de extrañar que el despliegue sonoro al que nos sometieron los bilbaínos fuera de una ejecución sin fisuras, de la mano de una propuesta tan heterodoxa como tremebunda donde se daban la mano la aspereza metálica de High On Fire, ecos industriales a lo Godflesh y un noise caústico en la línea de los mejores Big Black. No necesitaron más de media hora para convencer al respetable y constatar que estamos ante una de las formaciones vascas más interesantes del momento.
Tras ellos les tocó el turno a Bocc, cuarteto catalán surgido de los subterráneos más oscuros de Barcelona y que nos lanzó a la cara el repertorio más extremo de la velada. Contundencia, sonidos arrastrados y voces guturales que nos transportaron a un universo estético de negritud, muerte y desolación. Con su último trabajo “Dolça mort en els llims del Rec Comtal” (2022) por bandera y una propuesta maravillosamente pútrida que bebe de luminarias como Coffins, Winter o Cianide, nos regalaron media hora de cabeceos y éxtasis arrastrado.
Tras un receso para coger aire, tomar algo y preparar la segunda mitad de la noche, les tocó el turno a los estadounidenses Lord Dying, una de las bandas surgidas al rebufo del éxito de sus compatriotas Mastodon y cuya carrera se asemeja a los citados por una evolución que les ha llevado del Sludge más abrasivo a los terrenos del Progresivo, perdiendo parte de su mordiente por el camino pero explotando unas cualidades técnicas nada desdeñables. Su show repasó buena parte de esa evolución, desde las andanadas más abrasivas de trabajos como “Summon The Faithless” (2013) o “Poisoned Altars” (2015) a la pulcritud mutante de “Mysterium Tremendum” (2019). Esa heterodoxia restó algo de empaque a su propuesta en directo, que hubiera ganado con un set más enfocado, pero por otro lado nos mostró las virtudes de una formación en constante movimiento y que por lo escuchado en “I Am Nothing I Am Everything”, adelanto de su inminente nuevo disco, nos tienen preparadas algunas sorpresas más.
Con las espadas y las cervezas en alto recibió el público a los protagonistas principales de la noche y una de las bandas más importantes de la escena Sludge/Doom internacional. Los británicos Conan llevan más de una década elevando un altar tanto a Black Sabbath como a Electric Wizard, y demostrando lo lejos que se puede llegar hundiendo el blues en negra y pegajosa brea, algo que quedó demostrado con creces en un show apabullante, noventa minutos de pura contundencia cavernícola a golpe de riffs quebrantahuesos e imaginería fantástica. Viajando desde su insuperable debut “Monnos” (2012) a las bondades de su último trabajo “Evidence Of Immortality” (2022), el trío de Liverpool impartió un clínic crujiente de cómo desplegar un himno abisal detrás de otro para deleite de un público completamente entregado y que a buen seguro sufrió en días posteriores de no pocos dolores cervicales. Cierre perfecto para una noche sin fisuras y de puro gozo subterráneo. Esperando desde ya a las siguientes sesiones cósmicas...
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