Tras varios trabajos de fácil asimilación protagonizados por un corte muy melódico que la situaron en lo alto de las listas de ventas británicas, Corinne Bailey Rae sorprendió este año publicando un disco tan arriesgado y ambicioso como es “Black Rainbows” (Thirty Tigers, 23). Un trabajo magnífico con el que la artista de Leeds se recicla poderosamente, tras alejarse de su versión mainstream y mostrando una inquietud inédita hasta la fecha, con generosas dosis de experimentación y giros sobre el guion previsto. Un trabajo que, inspirado por las obras coleccionadas por Theaster Gates en el Stony Island Arts Bank de Chicago, ha obligado a la cantante a abandonar su zona de confort, insinuando una madurez artística del todo favorecedora. La misma que, por qué no decirlo, también acrecienta sobremanera su propia credibilidad como compositora. Quedaba la duda de si, a su paso por Madrid dentro de la programación del ciclo ‘Villanos del Jazz’, la británica apostaría por aquella faceta más popular o, por el contrario, incidiría en las infinitas posibilidades latentes en esta última entrega.
Una incógnita despejada de inmediato por la propia artista, a la que le faltó tiempo para aseverar que su presencia sobre el escenario del Teatro Pavón se correspondía con la defensa en directo de esta obra multidisciplinar. Una alegría poco compartida por quienes se quedaron en aquellas canciones aptas para radiofórmulas y que, en cualquier caso, derivó en concierto tan majestuoso y elegante como visceral y sentido, ataviado con multitud de recovecos, vuelcos excitantes y variaciones estilísticas, entre las que tenían cabida misticismo, raíces africanas, pop, exotismo, rock y R&B. Acompañada de excelente banda de cinco miembros (batería, teclista, guitarrista, saxofonista y una segunda vocalista), Corinne Bailey Rae desarrolló un concierto sin atisbo de desperdicio, en el que cada una de las canciones lució como escena con personalidad y peso propio, de sonido intachable e inmutable poderío magnético. La protagonista dedicó tiempo a introducir todos y cada uno de los diez temas del elepé en cuestión, en una agradecida ubicación acerca de la inspiración que, inevitablemente, también rompía ligeramente el ritmo global de la actuación. En cualquier caso, los diez eslabones que componen “Black Rainbows” sonaron impactantes, trasladados con fuerza de su versión en estudio al realismo del directo.
Sucedió desde la base free-jazz del tema que da título al elepé al cierre con la celebración de una extensa “Put It Down” enlazando con “Earthlings”, pasando por la aspereza de “Erasure” y “New York Transit Queen” (imposible no mencionar a PJ Harvey), o cuando probó sus consabidas dotes como vocalista en “Peach Velvet Sky”, la preciosa “Red Horse” o la soulera "He Will Follow You With His Eyes”. La única concesión a su versión previa llegó en forma de “Like A Star”, en los bises y después de defender con valentía su actual propuesta. La autora, ni si quiera se prestó a ejecutar su éxito más celebrado, “Put Your Records On”, en toda una declaración de intenciones que consiste en huir de su pasado o, cuando menos, mirar hacia adelante con total convencimiento. El sexteto completó, en definitiva, un concierto arrasador. Por pluralidad, ejecución, intensidad y convicción, en una serie de elementos que, conjugados, señalan hacia los nuevos horizontes (del todo fascinantes) que se abren ante los ojos de una renacida Corinne Bailey Rae.
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