Papa Shango recayeron en la programación de El Café de Noa, un local que en los últimos meses se está convirtiendo en una referencia dentro de la oferta musical santanderina. La banda regresó a los escenarios la pasada primavera tras una temporada de letargo, y desde entonces su actividad parece más intensa que nunca, así que ya tocaba seguir de nuevo sus pasos. El concierto arrancó con su clásico “Papa Shango”, pero los guiños al pasado no fueron mucho más allá. Para empezar, la formación se ha reducido hasta quedar en solo cinco músicos. Y el repertorio también se ha renovado: sobran dedos de una mano para contar las canciones que sonaron de su primer disco, y junto a “Callejeando” e “Invisible enemigo” (las dos incluidas en el single que publicaron el pasado verano) tocaron un buen puñado de temas inéditos. También cayeron dos versiones (“Ska’s the Limit” de New York Ska Jazz Ensemble y “Have a Good Time” de Skatalites, en la que contaron con la voz de Lara Sánchez) y un tema en clave de swing, que prácticamente fue el único momento en el que varias personas se arrancaron a bailar al pie del escenario. Quizás eso fue lo que faltó para que la velada fuera del todo redonda: se hace raro ver a tanta gente sentada en un concierto de una música concebida como un medio para el baile. En cualquier caso, no parece que fuera culpa del grupo, que puso todo su buen hacer para animar al personal. Ni de su propuesta, en la que la fusión y el funk han cedido protagonismo a sonidos más clásicos, como el ska o el rocksteady. O, dicho de otra manera, se han acercado al sonido de esos maestros del mestizaje caribeño que fueron Los Fabulosos Cadillacs. Y eso siempre es una buena señal.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.