Tras dos décadas de trayectoria, el sonido de Crystal Moors se ha bifurcado en dos ramales. Por un lado se encuentra el metal extremo que han venido practicado desde que empezaron a hacer música, dos décadas atrás. Por otro, el folk que han abrazado en los últimos años. Estas dos facetas quedan reflejadas en las dos partes de su último disco, “The Mountain will Forgive Us” (2016), y también en las dos partes del concierto con el que presentaban el mismo en Santander.
Arrancaron con una formación ampliada en la que las guitarras, el bajo y la voz se vieron acompañados por dos baterías, violín, flauta o bouzouki. Con los músicos sentados, reinterpretaron su repertorio en clave semiacústica. Ahí la banda se mostró reflexiva y crepuscular, mientras trataba de acercar las músicas celtas al dark folk como forma de conjurar un sonido cargado de melancolía y de ira.
En la segunda mitad del concierto Crystal Moors volvieron a su formación habitual de quinteto, y con ella desplegaron toda su artillería black metal. En este punto los tambores se tornaron en blast beats, los taburetes desaparecieron para dejar espacio para los molinillos con las melenas, y los susurros se tornaron en voces guturales. Pura brutalidad sonora, aunque no tan distinta de la serenidad que mostraron en la primera parte.
Porque en las dos sonaron canciones paganas de venganza, derrota y muerte. Canciones impregnadas por la misma oscuridad tribal, que nace de una crueldad y una violencia ancestrales. Y también porque defienden ambas facetas con la misma rotundidad. Crystal Moors se encontraron con Rock Beer the New a reventar de público (es una alegría comprobar que, a punto de cumplirse su 30 aniversario, la sala mantiene su condición de Templo del Metal), y en todo momento dieron la cara con la misma furia: contenida en un primer momento, desatada en la recta final.
En fin, la velada supuso una nueva ocasión para corroborar el excelente estado de forma de estos decanos de la música extrema cántabra. Una banda que a pesar los años que llevan a sus espaldas no se ha dejado arrastrar por la inercia, sino que se ha atrevido a profundizar en diferentes maneras de expresar su propuesta, y ha logrado hacerlo sin perder mordida y sin que sus principios se hayan visto desvirtuados. Ahí reside su gran mérito.
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