Se trataba de una velada que despertaba doble curiosidad: poruna parte cómo resolverían los franceses todo el misticismosonoro que se encuentra en "Moon Safari" en directo y,por el otro, ver como se las apañaría el hijo de John Lennony Yoko Ono en su debut en solitario.Air se presentaron con un amplio catálogo de sintetizadores, órganos,minimoogs y multiefectos, que, por cierto, o se les encalló el vocodero los de Versalles estaban cambiando la voz, usando el aparatito hasta lasaciedad.Su propuesta resultó desconcertante como mínimo. Así,los momentos cumbres fueron la reinterpretación de sus dos cancionesmás populares, (convirtieron "Kelly Watch the Stars" enun tema de power pop revolucionado y "Sexy Boy" en una cachondaversión electro que superó con creces la original). El restoacabó siendo perfectamente olvidable por sus pasajes de barroquismonarcoléptico, tintados por las ampulosas enseñanzas de Kitaroo de Jean Michel Jarre como héroes del rock sinfónico. Porotro lado, Sean Lennon venía a quitarse el San Benito de su apellidocon los temas de "Into the Sun" , su trabajo para GrandRoyal, el sello de Beastie Boys. Su propuesta parece un batiburrillo deestilos, desde el free jazz a la electrónica casera, pasando porla bossa nova (que en este caso no abordó) o la experimentaciónruidista. Demasiados campos para abordar que hacen que su contenido resulteun tanto superficial al no escarbar en ninguna de esas propuestas. El problemade Sean Lennon no es que no tenga ideas, sino que tiene demasiadas y sinestructurar. Demasiada confusión para una banda que estuvo muy cercade parecer un grupo de instituto sin rumbo fijo.
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