Imagínate juntar en un festival a Estopa con Ozuna. Añade en el cóctel 10 horas ininterrumpidas de música, las promesas “Gen Z” más punteras del panorama internacional – y un buen chorrito de postureo, hemos de admitir – y tendrás como resultado el Coca Cola Music Experience.
La 13ª edición de este CCME (la 5ª en fórmula festival) se ha vivido este fin de semana con “sold out” en la Caja Mágica. Su cartel hacía que un remix entre la parrilla del top 50 global de Spotify (Quevedo, Trueno, Villano Antillano, Lali, Ava Max…), y muchas otras promesas brillantes (Yungblud, La La Love You, Ters, Nil Moliner, Cat Burns…) fuera posible. Todo ello, reunido en un único escenario: una buena idea para no terminar con 20.000 pasos en la app de salud del móvil y que condensa lo mejor de cada artista en actuaciones concretas y ensayadas al milímetro.
Como diría Samanta Villar, como no es lo mismo contarlo que vivirlo, decidimos sumergirnos en este festival multicolor y multigénero (para, luego sí, contarlo). Igual en esta crónica por artistas no hemos recogido todos los éxitos bailados cuando “caía la noche”, ni tampoco demasiadas referencias eurovisivas, pero prometemos que no faltan estribillos ni talentos dignos de conocer.
viernes 1 de septiembre
La La Love You
Dicen que las películas de media tarde no suelen ser muy buenas. Quizá es porque no han visto el taquillazo que se marcaron La La Love You en la sobremesa madrileña. Desde “Laponia” hasta “El fin del mundo”, su cine de autor - que comenzó hace más de 10 años ya - se ha convertido definitivamente en un “Blockbuster”. Si no, que se lo digan a su intro, un remix de flauta de la melodía de 20th Century Fox que estrenó uno de los conciertos más animados de las primeras horas de festival. Himnos en la gran pantalla que, como ellos mismos anunciaron, hicieron que su concierto se hiciera “cortito pero intenso”.
La la Love You
Ters
Si buscas su nombre, Google te responderá que Ters es una nueva promesa, un esperanzador emergente. Lo cierto es que este diseñador gráfico lleva varios años sacando singles rompedores. Entre beats electrónicos (“Aun Así”, “Ella Exótica”) y los ritmos playeros de sus últimos trabajos (nadie pudo frenarse a bailar “Mil Laberintos”), jugó con el rap, el reggaetón y esa sencillez que lo identifica. Aunque eché de menos algunos de sus temas (“Moncler”, “Bachata y Ron” …) y una puesta de escena un poco más llamativa, se agradece que se coloquen artistas “sin cosas raras” - como él se define – entre otros nombres de calibre internacional. En algo sí concuerdo con Google: le espera un futuro prometedor.
Nil Moliner
De las palmeras tropicales pasamos, sin apenas un minuto de descanso – en este festival no hay ni un segundo que perder- a la verbena colorista de Nil Moliner. Banda completa, muchos metales y fiesta asegurada. Temas que llevan ya en el imaginario colectivo juvenil varios años (“Mi Religión”, “Soy como el aire”…) y que dejaron afónicos a más de uno. Y es que fue obligatorio gritar “Soldadito de Hierro” cuando Moliner se quedó a solas con nosotros y su guitarra. De hecho, ni falta hizo su voz en algunos momentos: los coros del público fueron más que suficientes para iluminar esta balada. “Esperando” cerró la sesión carnavalera del catalán y, con ella, la tanda más “indie” de este primer día del CCME. Pero, no os asustéis, la autopista de actuaciones vibrantes siguió abierta toda la noche.
María Becerra
María Becerra
Si os decimos que el concierto de una de las artistas más reconocidas del urbano y trap latino empieza con una explosión de batería y de riffs de guitarra eléctrica, no nos creeríais. Yo tampoco. Hasta que vi a María Becerra saliendo entre bailarines, fuego y este despliegue de rock en el escenario de Coca Cola. La argentina quiere dejar claro que no es simplemente una cantante más que colabora con J Balvin, TINI o Pablo Alborán. Y es que Becerra no se limita a interpretar sus temas sin más, sino que convierte cada una en una versión en directo mucho más rica e interesante. Mención especial a una “High” rompedora y a esa conexión con el público que hizo de su espectáculo uno de los más eléctricos de la noche.
Trueno
Si hablamos de electricidad, claro, no podemos olvidar a Trueno. El argentino sigue anclado a sus raíces argentinas, pero sin miedo a moverse libremente entre el rap, el funky, el hip-hop y las influencias del rock. Incluso un freestyle dedicado a Madrid con la base del “ABC” de los Jackson Five llegó a marcarse. Tampoco faltaron los toques traperos (nadie se quedó sin gritar “Mamichula”) ni sus temas más reivindicativos (“FUCK EL POLICE”). Con los pies al ritmo “DANCE CRIP”, y entre los relámpagos madrileños, se despidió del CCME. Seguridad, ingenio y corriente de gran impacto que caracterizan su último single, “TRANKY FUNKY” y que prometen cumplirse en su próximo disco. Dudamos que termine en un cortocircuito.
Trueno
Sábado 2 de septiembre
Hologramma, GALE, Dylan y Cat Burns
La nueva generación musical puso en marcha el segundo día con descubrimientos como los acordes sintetizados de Hologramma o la frescura eterna de GALE. En estos breves recitales del primer bloque también hubo tiempo para conocer a Dylan: telonera de Ed Sheeran, removió el rock dosmilero con una seguridad envidiable. Quedó claro que la viralidad de su “You’re not Harry Styles” ha llegado a las redes españolas.
Entre fenómenos eurovisivos (admito que bailé “Nochentera” de Vicco) brilló una gema del indie británico. Con tan solo 23 años, las guitarras distendidas de Cat Burns y su voz amable convirtieron el escenario del CCME en, nunca mejor dicho, la calma antes de la tormenta. Queda aquí por escrito para que no tengáis excusa de no conocerla.
Maikel Delacalle
Los nombres de la cima del cartel comenzaron a sucederse con Lali, Ptazeta y Maikel Delacalle. El canario tuvo que regatear el temporal y lo hizo tirando de los esenciales de su repertorio y una puesta en escena con bailarines dispuesta a caldear el ambiente con su rap old-school de temas como "Jaque Mate" o "Replay", coreados ya como un clásico vintage del urbano español.
Yungblud
Yungblud
Por él, como si hubiera nevado, ardido o caído un huracán. La sangre fría (y joven, si me permitís el juego de palabras) de Yungblud hizo del diluvio universal un milagro del nuevo punk. Bocas abiertas de quienes no lo conocían, gritos de euforia de su Black Hearts Club. Rimel corrido y estética oscura que hicieron adictivo el show desde el primer tema (“21st Century Liability”).
El británico no paró quieto ni un instante, ni dejó que el público lo hiciera. A grito de “manos arriba” cada canción y media, bailamos en su funeral (“The Funeral”) y rompió cualquier norma parental (“parents”). Marea de lluvia y marea de carteles en primera, cuarta y vigésima fila: su ejército de corazones negros dominaba la pista y, poco después, el escenario. Decena de fans subidos a la tarima terminaron culminando la rebelión de Yungblud. Y yo, personalmente, no me atrevería a castigarle por ello.
Estopa
Estopa
Después de que Villano Antillano hiciera estallar con su rap y bajos electrónicos todo molde y esquema – además de movilizar a miles de ponchos empapados al ritmo de su Bizarrap Session – el festival regresó a terreno nacional. Los hermanos Muñoz aparecieron, en su máximo esplendor (es decir, en vaqueros y cortavientos), para hacer olvidar el temporal. Una casa nos quedó clara: Estopa sigue sonando a viajes en coche y cantar en la ducha.
Ni un tema crucial se quedó fuera de este “concientrado”, como ellos lo denominaron: “Por la raja de tu falda”, “Vino Tinto”, “Como Camarón”… Hits de cuando aún no había playlists de éxitos, pero que no pasan de moda. Naturales y campechanos, son conscientes de que el objetivo primordial es disfrutar, y para eso no necesitan ni llamaradas de fuego, ni confeti, ni postureo. No hace falta más que ver el título de su primer disco: “Estopa”. Y punto. Funcionan.
Hacen falta más festivales así de refrescantes. Y no solamente por los chaparrones – que no impidieron que se siguiera adelante con todos los conciertos – sino por el compromiso mostrado en cada centímetro de la experiencia. Música para todos los públicos, una buena dosis de artistas frescos y valores igualitarios presentes, no solo sobre el papel, sino también en el ambiente. Pocos festivales prometen (y cumplen) un cartel repleto de tanto talento femenino y un clima accesible y amable para todos. Igual no somos los mayores fans de Quevedo, pero si nos dicen “Quédate”, allí nos tendrán el año que viene.
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