Tras un año de gira con su último disco, "Psychic Warfare", por fin Clutch llegaron a España dispuestos a darnos caña. Y de nuevo, como en la anterior ocasión que visitaron Madrid hace tres años, vendieron todas la entradas. Con La Riviera a reventar llena de buena gente con ganas de dar y pulir cera, salieron Clutch con su rostro más cafre: "Who Wants to Rock?", "The House That Peterbilt" y "Pure Rock Fury" fueron el hat-trick de cañonazos con el que iniciaron la juerga.
No pueden ser más austeros, aquí no hay poses, lo que importa es la música y la energía que imprimen desde hace ya, se dice pronto, 26 años. Son un clásico made in USA del rock de la costa este, punto. Te los podrías cruzar por la calle y serían cuatro padres cuarentones más, pero en el escenario te cruzan la cara con la mano abierta, son el ruido y la furia. Subidos a su locomotora disfrutamos como vagabundos alrededor de una botella de Jack Daniel’s. Además, quitando temas recurrentes en la gira como "The Elephant Riders", "The Mob Goes Wild" o "X-Ray Visions", cada noche eligen un repertorio distinto porque les sobran buenas balas.
En una sala convertida en un bar de moteros, con el reverendo Neil Fallon haciendo peinetas hacia el cielo, lo gozamos en esta jam de blues y rock para los mejores pandilleros. Lo mejor fue el final, con "Earth Rocker" y “Spacegrass" como cerillas, y la hillbilly Electric Worry haciendo de bidón de gasolina. Y mientras todo ardía, cantábamos “¡Bang, bang! ¡Vámonos, vámonos!”. Jodidos bandoleros, Clutch son maestros haciendo buenas fogatas.
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