Lo que queda después

Una crónica debería hablar de lo que ocurre en un espacio y en un tiempo concreto. Debería narrar los sucesos de una manera libre y creativa, si se requiere, pero fiel a los acontecimientos. En el caso de que se tratase de una crónica del miércoles 13 de marzo, debería empezar por la llegada a Casa Montjuic, esta nueva joya en el corazón de Poble Sec que nos brinda los proyectos más vanguardistas del momento. Debería seguir por la larga cola que se crea para entrar en la sala, el interior laberíntico de esta, las gradas de piedra y hierro abarrotadas de gente, los cojines improvisados en el suelo por el doble sold out y el escenario brumoso con su set de sintetizadores preparado. Debería narrar la aparición en el escenario de CLARAGUILAR, una figura mística envuelta por un traje de seda rojo que desemboca en unos guantes y que deja la espalda descubierta, generando una presencia dramática, como si se tratase de una cantante de ópera o de una mujer de un cuadro de alguna de esas galerías europeas. Quizás se podría comentar el avance del setlist, los temas que configuran este nuevo gran disco “Figura” (Lapsus Records, 2024), que verá la luz el 29 de marzo, y la indescriptible aura que se genera en la sala, un aura de agitación y desasosiego contenida por la imperturbable personalidad del público de música electrónica.

Siguiendo esta regla de tres, obviamos lo más importante del arte y, posiblemente, lo más curioso del concierto de CLARAGUILAR, que es lo que viene después o, mejor dicho, lo que queda.

Tras presenciar el directo de la artista catalana, la ciudad ha cambiado. La puerta que nos daba la bienvenida a las 20:00 de la noche ya no es la misma y la calle Vilà i Vilà ha ganado cierta profundidad. El recorrido hasta la parada de metro más cercana es ligero, incluso ingrávido. La realidad se mezcla con espejismos en forma de sonido y una bocina de un coche rojo intenta devolvernos a una dimensión perdida, pero ya es demasiado tarde. El crujir de los raíles del metro remiten a los beats más crudos de ese directo inolvidable. Una cantimplora se abre y se derrama toda el agua que quedaba en su interior, lo que recupera la introducción de “While You Are In A Box”, el tema que encabeza el EP "Mystery is All" (Amén Discos, 2021).

El viaje en tren se convierte en una escena teatral (disciplina que Clara Aguilar ha explorado sonoramente desde el 2017) en la que cada uno de los objetos y miembros que participan tienen cierto encanto, o por lo menos cierta narrativa. Y si la sintonía del tren se atreviera con un “Eyes Form You”, el viaje sería muchísimo más emocionante. Las luces circulares que atraviesan el túnel se confunden con las luces del recién directo en la Casa Montjuic, ese sistema solar de destellos sincronizados con la música que recreaba una orquesta invisible, trabajo del prestigioso estudio Oscila. El camino avanza y la luna también forma parte del proyecto lumínico. Es imposible olvidarlo o dejarlo atrás, el recuerdo de un directo transformador ha atravesado los átomos de la materia y ahora forma parte de todos los elementos que conforman la cotidianidad.

La boca de la salida del metro da con un bar de noche y al abrirse ligeramente la puerta, suenan unos graves lejanos de un tema de música urbana. Al intentar reconocer la canción, es inevitable recuperar la outro de “Ros Elavy” y ese beat con rasgos reguetón que abraza la ruptura de las fronteras de los géneros musicales.
¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué esos arreglos de cuerdas fundidos en la electrónica no se esfuman y siguen presentes, sonando cada vez más fuerte?

El silencio de la noche ya no es discreto e imperturbable. La experiencia efímera de un concierto se ha dilatado en el tiempo. Esto es lo que queda, lo que viene después. CLARAGUILAR ha traspasado los límites del directo para quedarse, al menos por un tiempo, en el presente, o como diría una de las más grandes escritoras, en el instant now. Y los afortunados que se atrevan, podrán seguir el rastro de esta nueva figura que ha llegado para removerlo todo y recordarnos que Barcelona todavía es vanguardista y que la música puede seguir evolucionando hacia horizontes inimaginables.