El romanticismo no ha muerto. Es lo que pensaría cualquier persona que acaba de revisitar por undécima vez la película más cotizada de la Navidad o aquella que acaba de volver de una segunda cita. También es algo que convencería a alguien que haya tenido la oportunidad de disfrutar del directo de Cigarettes After Sex. Sin embargo, hablamos de otro tipo de romanticismo. Uno más oscuro, más íntimo: más profundo.
Uno que, afortunadamente, se pudo vivir el pasado miércoles en Madrid. Los alrededores del WiZink Center empezaron a identificarse con una estética afín a la banda de El Paso, haciendo inconfundible quién estaba a punto de experimentar aquel "romanticismo oscuro" —u obscurantismo romántico. Y fue precisamente la oscuridad en el recinto la que selló una atmósfera ideal para noventa minutos de apocalipsis romántico.
Un cataclismo sin embargo reposado, calmo. Y es que el público de Cigarettes After Sex disfruta de la escucha, relegando el hecho de cantar junto a la banda a momentos específicos e inevitables en clásicos como 'Apocalypse' o 'Nothing's Gonna Hurt You Baby'. Esa calma no hace más que sumar a un ambiente cargado pero a la vez liviano, como comúnmente se siente el amor.
Cigarettes After Sex conoce bien su punto fuerte: la monotonía confortable. Es por eso que su setlist mantiene durante los noventa minutos al público en un estado de nirvana prolongado. Algo sencillo, por otra parte, dada la discografía de la banda, que además de escasa —teniendo en cuenta sus cerca de quince años de trayectoria— sigue funcionando gracias al legado de su álbum homónimo, lanzado hace ya ocho años. Pero es más que suficiente: indie rock aderezado con un dream pop que, junto al timbre andrógino de Greg González, crea la fórmula perfecta para sus fans más acérrimos y también para aquellos oyentes que caen "accidentalmente" en su música.
El romanticismo no ha muerto. Y la de Cigarettes After Sex es la pista de baile del baile de graduación al que muchas veces hemos anhelado o, al menos, sentido curiosidad de asistir.
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