Que los premios tienen una importancia relativa, es algo totalmente cierto. Que muchas veces las elecciones y los ganadores no son justos, también pasa. Y más a menudo de lo que a lo mejor desearíamos. Para qué lo vamos a negar, esto es así.
Que a Christina Rosenvinge la hayan reconocido con el Premio Nacional de las Músicas Actuales podría tener diferentes miradas y raseros (desde mi punta de vista lo merece), pero de lo que no cabe duda es que a ella esto le ha sentado de maravilla. Se ha soldado a una confianza que ya era imparable y estaba por las nubes, quizás porque no hay recelos ni controversia. Y si además la pones en el centro de un club en el que apenas caben cien personas y le das manga ancha, Rosenvinge se suelta más si cabe (tenía dos citas más del Curt Circuit). Más charlatana que antaño, contando anécdotas tras un día plagado de infortunios y que tenía como meta llegar a tiempo a la sala para probar sonido.
Con dos músicos con los que está cómoda y un repertorio que no ofrece dudas y sin tacha, nada podía salir mal. La madrileña tiene como plus que ha entregado, no sé si el mejor disco de su carrera, pero si el más completo. Con una voz que muta, más grave y presente, disfrutando como guitarrista (Sonic Youth siempre están en sus pensamientos) y mucho más eléctrica (la fuerza de ese nuevo feminismo que defiende a capa y a espada también la empuja) que en épocas en que primaba la introspección.
Ahora prefiere la juerga a una reflexión excesiva, a pesar que la historia con su padre en “Un hombre rubio” (lógicamente hay un buen número de canciones en este repertorio) invita a eso. Otra de las ventajas de un concierto suyo es que no mira el reloj, toca dos horas, pero si por ella fuera tocaría otra más, y está tan contenta que incluso en un momento de la actuación se cuela entre el público para marcarse un baile con uno de los asistentes. Así de desenfadada, así de feliz está la actual Christina Rosenvinge. Como todos, también ha pasado por baches, y sin embargo ahora hay que reconocer que está en un momento dulce. Que le dure.
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