No sucede a menudo que una sala como la Zentral de Pamplona roce el lleno un triste miércoles de marzo, frío y lluvioso para más señas. Pero esta vez sucedió, y la ocasión bien lo merecía, porque allí recaló ni más ni menos que The Chris Robinson Brotherhood, el actual proyecto del exvocalista de The Black Crowes, que dentro de su gira europea ha incluido tres citas en nuestro país (Pamplona, Madrid y Barcelona).
El quinteto californiano está presentando su tercer álbum de estudio, el psicodélico “Phosphorescent Harvest”. Hay quien dice que ya no suenan tan salvajes como antaño, pero desde luego en directo conservan intacta toda su fiereza.
Abrieron con su relectura del clásico de Carl Perkins ‘Boppin the blues’, en la que la banda ya dejó sobradas muestras de su excelencia. Tras esa introducción, alrededor de tres horas de música de la mejor factura, en las que el grupo intercaló temas de su último disco (‘Badlands, here we come’, ‘Jump the turnstyle’), junto a otros de sus anteriores trabajos (‘Star or stone’, ‘Tulsa yesterday’), y cómo no, rescates de los añorados, y parece que ya definitivamente extintos, The Black Crowes (‘Little Lizzie Mae’, ‘Tornado’).
Como es habitual en sus conciertos, realizaron un descanso de unos quince minutos a mitad de actuación; pero ni siquiera ese parón pudo conseguir que el ambiente de la sala decayera. Al incuestionable carisma de Chris hay que añadir el trabajo de Neal Casal en la guitarra solista, que no dejó de brillar en ningún momento, y los ligérsicos teclados de Adam MacDougall. Tras ellos, en la parte trasera del escenario, Mark Durron y Tony Leone, bajo y batería respectivamente, completan una formación de ensueño, que recrea como nadie los cánones del rock sureño. Esta es la primera vez que nos visitan. Esperemos que no tarden en volver.
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