No hay arrogancia en los dos titulares que me dio Nic Offer en la reciente entrevista que le hice: “Somos la mejor banda del mundo en directo” y “Formamos un matrimonio perfecto con el público español”; es que muy pocos son capaces de provocar la vitalista catarsis colectiva que vivimos en la abarrotada sala madrileña. Y eso que la cosa empezó rara, con el quinteto algo frío (¿cansancio?) y una caída muy fea de nuestro hiperactivo hombre embutido en sus nuevos pantalones cortos, de la que se repuso con elegante estoicismo. Fue salir Offer del foso y, de repente, venirse todo arriba.
Su estimable y recién publicado “As If” sirvió como la base de un repertorio en el que incidieron en sus virtudes rítmicas y melódicas, ahora con texturas más electrónicas, de club; los coros de la londinense Lily pusieron el picante a un concierto en el que por momentos resucitó el espíritu hedonista de Madchester, vía Nueva York. Clásicos como “Must Be The Moon” de la época más ácida del quinteto (o sexteto, contando a Lily) combinaron a las mil maravillas con nuevos hits como “Freedom´15”, cuya indisimulada accesibilidad no importó un carajo a nadie, sino todo lo contrario. Offer terminó como suele: chorreando de sudor con una sonrisa de oreja a oreja tras una hora y media de frenética comunión funk. Y al que le parezca fácil, que pruebe.
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